domingo, 9 de enero de 2011

EL CASTIGO DE ERIS.



CAPITULO 5.



Me desperté con un horrible dolor de cabeza, no tenía ni idea de donde estaba. Odiaba no tener mis poderes de diosa, esto no me hubiera pasado, no estaría teniendo una horrible resaca.

Me di la vuelta y me di cuenta que estaba en una cama, pero esa cama no era la mía y lo peor de todo es que no estaba sola, a mi lado había un hombre y los dos estábamos desnudos. Me levanté de la cama intentando no despertar al tipo que había a mi lado y me puse mi ropa que estaba en el suelo, con los zapatos en la mano salí de la habitación. Me di cuenta que me encontraba en la casa de ese hombre, no consigo recordar su nombre, empecé a caminar por el pasillo y de repente una puerta se abrió y salió una mujer vestida como el servicio:

  • Buenos días señorita.
  • ¿Dónde estoy?- le pregunté sin mas.
  • En Manhattan, supongo que ayer por la noche llegó con el señor Thomas.
  • Eso creo.
  • ¿Quiere desayunar y esperar a que el señor Thomas se despierte?
  • No ¿Por dónde se sale?
  • Le acompañaré.- la mujer me acompañó hasta la puerta.- ¿Desea que le diga

al chófer que la lleve a su casa?

  • Está bien.


Espere unos pocos minutos y al bajar a la calle un hombre de uniforme me esperaba delante de un elegante y costoso coche. Me subí a la parte trasera y le di mi dirección, me llevó hasta Chinatown en donde el coche desentonaba maravillosamente, el hombre me abrió la puerta y me despedí con un adiós. Saqué mis llaves y empecé a subir las escaleras, cuando llegué a la puerta del apartamento me encontré con una niña de unos cinco años sentada al lado de la puerta, la niña era rubia de ojos azules, era una autentica preciosidad, podría pasar por la hija de algún Dios, los niños siempre me habían gustado, representaban aquello que había perdido hace tantísimos años por culpa de Zeus, aunque me gustaban solo mi hermano Ares y mi madre lo sabían, me agaché hasta quedar a su altura:

  • ¿Qué haces aquí, pequeña?- le pregunté dulcemente.
  • Estoy esperando a mi papá.
  • ¿Cómo se llama tu papá?
  • Se llama William Martin.
  • Yo vivo con tu papá ¿Entras conmigo?- la niña asintió.- me llamo Eris ¿Tu

cómo te llamas?

  • Allie.
  • ¡Que nombre mas bonito! Vamos, ven conmigo.


Abrí la puerta y las dos entramos en el piso, no había nadie, normal que la niña estuviera esperando fuera, al mismo tiempo me pregunté como William podía ser tan irresponsable de dejar a su hija esperando en el rellano, se lo pregunté a Allie y ella me dijo que su mamá la había traído porqué tenía que ir a un sitio. Yo no sabía que William tenía una hija y no sabía si llamarle o esperar que volviera. Vi la hora que era y pensé que la niña debía estar hambrienta, se lo pregunté y ella me dijo que si, decidí llamar a Olvido.

Olvido apareció al instante y se puso a preparar algo de comer y vigiló a la niña mientras yo me daba una ducha, cuando salí de la ducha encontré a Fatiga esperando con una toalla, me sequé y luego me vestí con unos shorts y una camiseta para estar por casa, Fatiga me secó el pelo y salimos otra vez al comedor. Allí se encontraban aun Olvido y Allie, se habían sentado en la mesa y la niña estaba comiendo. Yo me senté a su lado y pasé mi mano por su pelo:

  • ¿Qué estás comiendo, cielo?
  • Espaguetis.
  • ¿Y están buenos?
  • Mucho.
  • Vaya, vaya ¿con que ahora haces de niñera?- dijo una voz a mis espaldas, la reconocí enseguida, pero me giré para ver si era ella de verdad.
  • ¿Qué diablos haces aquí, Afrodita?
  • Nada, solamente he venido a ver como estabas.
  • Ya claro, y yo estoy aquí de vacaciones.
  • ¿Sabe Zeus qué tus criadas vienen a ayudarte?
  • ¿Sabe tu marido que lo has engañado de nuevo con Adonis?- Ella se puso blanca.
  • ¡No te atreverás!
  • Creeme, lo haré.
  • No puedes provarlo.
  • Si yo se lo pido él hablará.
  • ¿Por que haría eso?
  • Porqué soy mejor en la cama que tu.- Ahora estaba roja de la furia.
  • Puedes decir lo que quieras, pero por lo visto ahora te dedicas a cuidar niñas y no tienes poderes. Eres una blanda, ya no sirves para nada.- me levanté para tirarme encima de ella pero ya se había ido.
  • ¿Estáis bien señora?- preguntó Fatiga.
  • Haz que la niña olvide esto.- le indiqué a Olvido. Ella lo hizo.- Ahora fuera de aquí.


Ambas desaparecieron y yo me quedé mirando a la pequeña, creo que mi expresión facial la asustó un poco pero es que yo estaba realmente enfadada. Lo cierto es que des de que estaba en la tierra me estaba portando como una enclenque:

  • Si has terminado de comer ve a ver la tele.- le dije a Allie.
  • ¿Estás enfadada?- preguntó ella.
  • No contigo. Lo estoy con tu madre y con tu padre por ser unos irresponsables y dejarte aquí sola.- Cuando terminé mi frase se abrió la puerta y apareció un William con cara de angustia.
  • ¡Dios Allie, suerte que estás aquí!
  • ¡Papi!-gritó ella contenta y se fue a sus brazos.
  • Muchas gracias por cuidar de ella, Eris.
  • Si bueno, pero que sea la ultima vez, no soy una niñera. Y tendrías que tener mas cuidado con tu hija, estaba sola en la puerta cuando he llegado.
  • Lo se, lo siento. Se supone que mi ex tenía que traerla esta tarde, pero ella...bueno, es imprevisible, me ha llamado y he venido inmediatamente.
  • Hazme un favor. No me cuentes tu vida.


Y con eso me fui a mi habitación dando un portazo. Estuve allí metida sin hacer nada, solo pensando en mi desdicha hasta que noté un peso a mi lado:

  • ¡Ahhhhh! ¿Es que no me podéis dejar tranquila un sólo día?
  • Vengo a informarte de que tienes problemas.- dijo Dionisio en tono burlón.
  • ¿No me digas?
  • Afrodita le ha ido con el cuento a Zeus.
  • Pues Afrodita y Zeus pueden ir a tomar por culo.
  • No se si al viejo le va este rollo.
  • Seguro que si.
  • Apuesto a que tiene orgías secretas con Poseidón y Hades.
  • Eso es asqueroso. Son hermanos.
  • ¿Cuándo ha sido eso un problema en el Olimpo?
  • Cierto.- Dionisio empezó a acariciar mi muslo desnudo.- ¿Qué haces?
  • Te toco.
  • Eso ya lo veo, idiota.
  • ¿No quieres que te toque?
  • ¿Des de cuando eres tan listo?- Pero no contestó, en lugar de eso me giró y se puso encima de mi. Chocó sus labios fieramente con los míos y yo le arranqué la camiseta.
  • Pensé que ibas a golpearme.-murmuró él contra mi cuello.
  • Si no te callas es lo que haré.


Con un chasquido de sus dedos Dionisio hizo que nuestra ropa desapareciera, no tuvo muchos miramientos y se introdujo en mi de un solo golpe. Tuvimos una agotadora sesión de sexo y después de por lo menos, el quinto o el sexto polvo, había perdido ya la cuenta me percaté de que no estábamos en mi habitación:

  • ¿Dónde coño me has traído?
  • Estamos en mi suite en Montecarlo.- yo le miré desconcertada.- Somos muy ruidosos y había humanos en la casa.
  • Cierto.- Me levanté de la cama y camine desnuda hasta lo que supuse que era el baño, acerté, abrí la ducha, que era de hidromasaje y me metí en ella. Cuando salí me puse un albornoz y me envolví el pelo con una toalla. En la habitación Dionisio se había levantado de la cama y estaba en la terraza desnudo, con un cigarrillo y una copa de vino.- Dame.- le dije tomando el cigarro.
  • ¿Quieres vino? Es de mi propio viñedo.- lo probé.
  • No está mal, demasiado dulzón para mi gusto.
  • ¿Qué sabrás tu?- se ofendió.
  • Oye, que solo te he dado mi opinión.
  • Tu opinión sobre el vino no me interesa, yo se que es el mejor.- puse los ojos en blanco.
  • No estropees mi buen humor ¿quieres? ¿hay algo que pueda ponerme a parte de este estúpido albornoz?- Dionisio entornó los ojos durante un momento y después me encontré vestida con un mono de cuero negro, perfectamente peinada y maquillada ( http://www.dennyrose.es/colecciones/2010-05-otono/ampliaciones_colecc/35.htm ) - Vaya, eres mejor que Fatiga y Olvido.
  • Estás despampanante así.
  • Envíame de vuelta.


Dionisio me miró con un gesto extraño pero con un chasquido de dedos estaba de vuelta a Chinatown.




** EN LA FOTO AFRODITA.

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