miércoles, 15 de enero de 2014

Sex, Drugs & Rock'n Roll. Cap. 13


Después de 1000 años y un día ¡He vuelto! No tengo excusa por haber tardado tanto, solo decir que no he estado muy inspirada, que me apetecía hacer otras cosas en lugar de escribir y que bueno, eso. Que como lo hago gratis estoy segura de que lo comprendéis y espero que aún sigáis por aquí. Como siempre espero que os guste, que comentéis y besos, An.


Me sentí como una mierda cuando Mia me echó del hospital. Yo había convencido a los demás para que se fueran, para que volvieran a la fiesta o donde les apeteciera y mi intención era quedarme con ella hasta que le dejaran marcharse a casa pero me pidió que me fuera en cuánto tuve la ocasión de hablar con ella, y no me lo pidió de una manera amable. Simplemente me echó de allí como si fuera un perro. Me fui cabreado, en ese momento estaba ya hasta la polla de era y de camino a mi casa me convencí a mi mismo de que me daba igual lo que hiciera con su vida a partir de entonces. 

A partir de ese momento le hice la ley del silencio, ella intentó ponerse en contacto conmigo pero mi yo despechado se negó a contestarle las llamadas y los mensajes ¡qué le dieran por culo a la niñata de los cojones! El problema radicaba en que no verla, no follar con ella e incluso no hablar con ella me tenía de una mala leche impresionante, incluso estaba más irascible de lo que había estado antes de Navidad. Mis compañeros de piso huían de mi en cuanto me veían aparecer por casa e incluso Olivia había dejado de hablarme después de que la mandara a la mierda... definitivamente la cosa no podía seguir de esa manera. Intenté dejar atrás mi mal humor de la manera en que yo solía quitarme los problemas de la cabeza, follando. Tuve un montón de sexo esos días, tanto que perdí la cuenta de las tías con las que me había acostado, tampoco es que llevara una cuenta, pero bueno es un decir. Recurrí a toda mi agenda de polvos y también me enrollaba con la primera guarra de discoteca que se me ponía delante, además me estaba dejando un montón de pasta en drogas, a ese paso el que iba a terminar en el hospital era yo.
Por si mi espiral autodestructivo fuera poco tuve que acompañar a los alumnos de ultimo año al maldito viaje de fin de curso, el destino elegido finalmente fue Roma y no es que me queje, Roma es una ciudad que me encanta pero no tenía ningunas ganas de ir con una horda de adolescentes gilipollas y en compañía de otros dos profesores imbéciles. Vale, admito que los otros profesores que venían no estaban mal; uno era un profesor de inglés que rondaba los cuarenta y algo y era un tipo agradable, nunca había hablado mucho con él pero me caía bien. El otro acompañante era profesora de matemáticas y estaba como una regadera, creo que no le quedaban muchos años para jubilarse pero tenía una energía increíble. Al tratarse de un instituto pijo, los preciados alumnos no viajaban en autobús como suele hacerse en ese tipo de viajes, salimos en avión lo que me causó una gran alegría ya que no quería ni pensar en como hubiera sido el eterno viaje en autobús. El vuelo de Barcelona a Roma era corto así que nos plantamos allí en un santiamén, del aeropuerto fuimos al hotel y tras organizar el tema de las habitaciones con los chavales dejamos las maletas y nos fuimos a patear. El hotel era bastante céntrico, otra vez la ventaja de ser un instituto pijo, así que a ver monumentos por todas partes y yo venga a hablar y hablar sobre arte, me di cuenta que mientras estábamos en la Fontana di Trevi y yo les metía la chapa a mis alumnos que lo único que querían era sacarse fotos y ligar con lugareños, dos parejas de turistas de mediana edad pegaron la oreja y estuvieron super atentos a mi verborrea. Un poco más tarde, a la hora de comer, entramos en una trattoria en la que se podían hacer reservas online y que habíamos reservado desde Barcelona, los chicos se sentaron con su habitual jaleo en las mesas que estaban preparadas para nosotros y yo me puse a charlar con el dueño, en italiano, como si lo conociera de toda la vida.
― ¡Pero tu hablas italiano como si hubieras nacido aquí!― me decía el hombre entusiasmado, yo me reí e hice un gesto con la mano para quitarle importancia.
― No seas exagerado, Filippo― le dije― hace unos años pasé un verano en Florencia y perfeccioné el idioma, pero hay muchas cosas que me invento― me carcajeé.
― Ah, seguro que lo perfeccionaste con una chica ¿eh?― me dijo en tono pícaro.
― Eso no lo dudes― me volví a reír. Lo cierto es que mi estancia en Florencia me dio para conocer a muchas chicas.
― ¿Y tú eres el profesor?― me preguntó― eres muy joven ¿qué enseñas?
― Uno de ellos― respondí― Enseño historia del arte.
― ¡Mamma mia! Mi hija estudia arte en la universidad. ¡Alessia!― empezó a gritar de repente― ¡Alessia, ven aquí a conocer al profesor!― De repente de la cocina salió la tía más buenorra que yo había visto en mi vida. Una de esas italianas morenas, de piel aceitunada, con unas curvas increíbles a lo Mónica Bellucci y una melena oscura digna de un anuncio de champú, todo eso rematado por unos ojos pardos increíbles y una sonrisa que debería ser ilegal. Creo que yo y todos mis alumnos, además de Javier el otro profesor, estábamos babeando y enamorados. La super tía buena se plantó al lado se su padre esperando que éste le diera una explicación― Éste es...― se paró un momento para recordar mi nombre― Dean― ¡Y casi lo acierta!
― Dick― le corregí con una sonrisa.
― ¡Eso! Es profesor de arte. Ella es mi hija Alessia.
― Es un placer conocerte― me dijo ella con su sexy voz y su sonrisa insinuante.
― Oh, el placer es todo mío― le respondí en mi mejor tono de galán de cine― Filippo ¿te importaría mucho que me casara con tu hija?― Padre e hija rieron y yo no podía dejar de mirarla.
― Bueno eso deberías preguntárselo a ella― respondió el hombre encantado de la vida.
― ¿Qué me dices? ¿Voy buscando iglesia?― le pregunté haciéndola reír de nuevo.
― No corras tanto, Casanova― respondió― de momento mejor me dices que queréis para beber tú y tu séquito.

Su padre asintió encantado y yo acompañé a ese monumento a tomar nota a los salvajes adolescentes que se pusieron a hacer el gallito cuando ella, con sus perfectas tetas, les preguntaba que querían. Cogió los pedidos diligentemente y los entregó a la cocina, después salió, pilló una silla y se sentó a charlar conmigo. Yo estaba en la gloria bendita aunque notaba las miradas de todos “mis acompañantes” clavados en la nuca. Alessia era a parte de guapa, simpática, bastante lista y divertida. Desplegué todas mis armas de seducción y no es por tirarme flores pero cuando nos fuimos del restaurante la tenía comiendo de la palma de mi mano, vamos que seguramente tenía las bragas empapadas... al menos eso esperaba. Cuando nos íbamos me entregó un papel con su número de teléfono con disimulo y se despidió de mi con un beso en la mejilla haciendo que yo me hinchara como un pavo real.
― ¿Te ha dado su número?― me preguntó uno de mis horribles alumnos.
― Eso, a ti, no te importa― le contesté.
― ¡Oh vamos! ¿cómo lo has hecho? Esa tía estaba increíblemente buena― decidí ignorarle y me dediqué a charlar con mis compañeros.
― Así se hace― me dijo Javier dándome un golpecito en la espalda, yo solamente sonreí y negué con la cabeza.
― Esa chica se ha quedado loca por ti― metió también baza, Dolores, la otra profesora.
― Uno tiene su encanto― le respondí divertido.
― Créeme Dick, tienes mucho más que encanto― se rió― si tuviera 30 años menos no te dejaba escapar.
― No me digas esas cosas que me pongo tontorrón.

Sobra decir que me follé a la italiana, fue complicado encontrar el momento ya que al estar “trabajando” quedaba un poco feo pero creo que todo al mundo, o al menos todos los hombres heteros y lesbianas del mundo hubiesen estado deacuerdo en que valía la pena poner en riesgo mi empleo por semejante tía y semejante polvo, porque señores y señoras fue un polvazo. Así que regresé a Barcelona más contento que unas pascuas y con mi buen humor habitual restituido. Lo primero que hice fue disculparme con los que me habían aguantado durante mis semanas de mala leche:
― No es que me queje ¿pero qué te ha pasado en Italia para recuperar la cordura?― me preguntó Piti― ¿Encontraste paz espiritual en el Vaticano?
― No― respondí con una sonrisa― pero creo que el Karma me ha recompensado por ser un buen chico en fin de año y aguantar a esa perra gilipollas.
― ¿Ya estamos otra vez con el Karma?― bufó Héctor.
― Seh, admitidlo ya― les recomendé― el Karma existe y yo soy su niño mimado― me burlé.
― Casi lo prefería cuando estaba de mal humor― les dijo Oscar a los otros dos idiotas.
― Y yo― replicó Piti― entonces niño mimado ¿de qué forma te recompensó el Karma?― Saqué mi móvil para enseñarles como me había recompensado el Karma, y sí, soy un pervertido y le saqué fotos a Alessia ligera de ropa― ¡Te odio!― exclamó Piti cuando procesó lo que estaba viendo.
― Lo se― me reí encantado de haberme conocido a mi mismo. Normalmente no hacía alarde de las chicas con las que me acostaba, pero es que esa estaba tan sumamente buena que era casi mejor contar que me la había tirado que el polvo en si. Casi.
― Te lo estás inventando. No pude existir una tía tan perfecta y no puedes habértela tirado― afirmó Piti con estupor. Héctor le quitó el teléfono de la mano y en cuando fijó sus ojos en la pantalla se le abrió la boca como a un idiota.
― Eres un hijo de puta con mucha suerte― me dijo, Oriol que estaba mirando por encima de su hombro solo pudo asentir con la cabeza.
― ¡El Karma mis jóvenes padawans, el Karma!
― ¡Y una mierda! Podrías adjudicarlo al Karma si te hubieras pasado seis años en África cuidando a niñitos enfermos y construyendo pozos de agua potable, o yo que se... si hubiera encontrado la cura del Sida o del cáncer pero no has hecho nada tan bueno para merecer tirarte a una tía así― gruñó Piti.
― Pues entonces es que simplemente en universo me quiere y yo soy muy guapetón y tengo mucha labia― me carcajeé.
― Quitadlo de mi vista antes de que lo mate― dijo Oscar.

Después de esa tierna reconciliación con mis compañeros de piso llamé a Olivia, le pedí disculpas por haber sido un gilipollas y tras recurrir a todos los trucos para darle pena ella se ablandó, la invité a comer y quedamos para vernos. Sabía que Olivia no había estado realmente enfadad conmigo, como ella sabía que yo había pagado mi mal humor con ella, aún así se había disgustado y se pasó la primera parte de la comida dejándome por el suelo:
― ¡Claro!― exclamó― estás tan acostumbrado a que todas te digan que si que cuando una te rechaza coges estos berrinches tan brutales ¡Pues entérate! No eres tan guapo y aunque lo fuera, que te repito, no lo eres, ser guapo no lo es todo.
― Soy también muy simpático― añadí burlón haciendo que a ella se le hinchasen los ovarios.
― Puede que toda esa actitud prepotente les parezca atractiva a unas cuantas descerebradas al principio, pero creeme, a los dos días cansa― bufó.

Aguanté el sermón estoicamente y tras la comida la arrastré de tiendas para que me ayudara a elegir un regalo de cumpleaños para mi desagradecida hermana, no fue una buena idea. Olivia me obligó a ir de tienda en tienda por media Barcelona y al final me encasquetó un vestido ridículamente caro, estaba deacuerdo en que a mi hermana le iba a encantar pero yo había previsto gastarme mucho menos dinero... en fin, suerte que solo tengo una hermana.
Acudí a la fiesta de cumpleaños de mi hermana sin ganas ninguna, mi plan hubiera sido darle el regalo al día siguiente comiendo con mis padres pero me invitó al fiestón que había organizado y no quise hacerle el feo porque bastante rara estaba ya conmigo, acudí acompañado por Piti que tras mucho insistir consiguió venir. La fiesta se celebraba en casa de mis padres y yo no entendía como mi madre había accedido a ello, porque para más inri mi hermana los había echado de allí, así que a saber donde estaban mis pobres padres.
― Pero tú ¿cuánta pasta tienes?― me preguntó Piti embobado cuando llegamos a casa de mis padres.
― Ahora mismo 350 euros en la cuenta corriente y 30 en la cartera, reza para que llegue a fin de mes― le respondí sarcásticamente, no mentía, así de mal estaba mi economía pero él se refería a cuanta tenían mis padres. La respuesta a eso, mucha.
― Muy gracioso― respondió.
― Es cierto, nada de lo que ves es mío.
― Aún― dijo poniendo cara de malvado. Yo simplemente rodé los ojos. Abrí utilizando mi llave y me encontré a mi hermana y a Camila ultimando los detalles, aún quedaban un par de horas para que llegara la gente pero había ido antes porque uno, también es mi casa y dos, quería cenar gratis.
― ¿Qué pasa mis superdulces 16?― les saludé, mi hermana me hizo una mueca pero Camila vino a saludarme con un beso y un abrazo― ¿Os acordáis de mi amigo Piti?
― Claro― respondieron ambas al unísono, a veces me daban miedo, eran como gemelas retorcidas o algo así.
― ¿Vais a ir vestidos así?― preguntó mi hermana mirándonos de arriba a bajo con cara de asco.
― Pensaba ponerme un tanga y una boa de plumas ¿por qué?― le pregunté derrochando sarcasmo.
― Muy gracioso, parecéis dos pordioseros así que hazme el favor e id a tu habitación y ponte ropa decente, préstale algo a tu amigo― y la muy petarda dio media vuelta toda digna y se metió en la cocina.
― Recuérdame por qué no puedo estrangularla― le pedí a Cami que nos miraba con comprensión.
― Porque es tu hermana y la quieres― su respuesta sonó más bien a pregunta.
― Eso me han dicho...― refunfuñé.
― ¡Cami! ¿vienes?―gritó el pequeño gremlind. Camila nos miró como pidiendo disculpas y se fue a la cocina.
― Anda vamos antes de que cambie de idea y me pire de aquí― me llevé a Piti escaleras arriba hasta mi cuarto.
― No entiendo por qué te fuiste de ésta casa― dijo― ¿Te das cuenta que tu cuarto es más grande que nuestro piso?
― No es más grande que el piso― fue mi respuesta.
― Pero casi― él estaba haciendo indagaciones mientras yo me metía en el vestido― Uh, baño privado, muy elegante― entró también en el vestidor― ¡Dick! Esto es el puto armario de James Bond.

Me reí ante la ocurrencia de Piti pero admitiré que la descripción era bastante adecuada, en mi armario colgaban impecablemente una docena de trajes, multitud de camisas y corbatas, una colección de zapatos esperaba perfectamente alineada que alguien se los pusiera. Le presté a Piti un traje de su elección y aunque le quedaba un poco largo daba el pego, me puse yo otro y estábamos para salir en el ¡Hola! posando con la Preysler*. En el cuarto de mi hermana, que quedaba justo enfrente del mío, parecía que se estaba librando una batalla:
― ¿Se puede?― pregunté― ¿estás visibles?
― Mejor si no lo están― apuntó Piti ganándose una colleja. Mi hermana abrió la puerta con un ojo perfectamente maquillado y el otro no.
― ¿Qué quieres?― gruñó.
― Darte tu regalo, niñata desagradecida― le contesté de la misma manera― pero si no lo quieres lo tiro por la ventana y me quedo tan ancho.
― Perdona, es que estoy estresada― yo resistí el impulso de rodar los ojos y ella nos dejó pasar. Su cuarto parecía el backstage de un desfile de moda, Camila estaba allí medio en pelotas probándose vestidos.
― Camila, ponte algo antes de que Piti te viole y a mi me de un síncope― le pedí.
― Antes eras más divertido, Dick― contestó envolviéndose en una bata.

¿Cami siempre había estado tan buena? Juraría que la última vez que la vi en bikini tenía menos tetas, también es posible que en esa última vez ella hubiera tenido 15 años.
Milagrosamente a la snob de mi hermana le gustó el vestido e incluso anunció que lo estrenaría esa noche, tras eso nos echó nuevamente de la habitación y Piti yo bajamos a la cocina para zampar y empezar a beber:
― Tu hermana me pone muy cachondo cuando se pone gruñona― me dijo el muy guarro.
― Como me vuelvas a decir algo así te castraré, o mejor, se lo diré a mi hermana que te hará algo peor― le amenacé― tampoco te acerques a Cami.
― Aguafiestas...
― Pero tienes permiso para intentar tirarte a cualquier otra amiga de mi hermana.
― Pondré todo mi empeño en ello.

La fiesta no estaba nada mal, debía reconocerle el mérito a mi hermana de saber montar un buen sarao. Los invitados en cambio dejaban mucho que desear, pero dicen que no se puede tener todo ¿no? Por suerte Olivia, que también estaba invitada a la fiesta, había llegado hacía un rato, guapísima como siempre, y me estaba entreteniendo mientras Piti probaba suerte con las amigas de mi hermana. Hablamos con algunas personas que parecían menos estiradas y más simpáticas que el resto de pijos y pijas allí congregados y cuando nos cansamos, nos sentamos nosotros dos en un rincón para charlar.
― ¿Dónde has dejado a tu amorcito?― le pregunté a Olivia.
― En casa, supongo― me contestó con un tono de voz que hacía evidente que había algún problema en el paraíso.
― ¿Va todo bien?
― Hmm, hemos discutido, no sé, hace un par de semanas que está un poco raro. Creo que me pone los cuernos.
― Oli ¿en serio? ¿en qué te basas?
― Pues en muchas cosas, pero da igual Dick, ahora mismo no quiero hablar de ello. Quiero beber y pasar un buen rato.
― Pues entonces vamos a rellenar tu vaso.

Una hora más tarde Olivia estaba algo borracha y yo, para que negarlo, también. Piti había desistido en sus intentos de ligar con alguna de las invitadas y se había unido a nosotros y en ese momento estaba maldiciendo a todas las pijas allí presentes. En un momento dado señaló a una tía, con un vestido verde, que estaba bastante buena y afirmó que era la perra más frígida que alguna vez había conocido. Para mi sorpresa Olivia estaba de acuerdo, en su estado de embriaguez empezó a largar de ella quedándose bastante a gusto. Por lo visto la tipa se creía Dios sabe quién porque el año anterior había estado saliendo con un piloto de motos que por lo visto estaba empezando a destacar en el mundial, desde entonces miraba a todo el mundo por encima del hombro ¡qué novedad! Sin saber muy bien como, el tema degeneró y Olivia y Piti afirmaron que ni yo sería capaz de tirármela, y después de oír como era la chati en cuestión no es que me apeteciera mucho, pero me habían retado, estaba borracho y me apetecía portarme como un cabrón y bajarle los humos.  
Abordé con la chavala, que por cierto se llamaba Sandra, la estrategia que siempre funcionaba con chicas como ellas, me puse a hablar con su amiga siendo medianamente cortés con ella pero ignorándola la mayor parte del tiempo. Fue demasiado fácil, aburrido y previsible llevármela al huerto. En un momento despachó a su amiga y se puso a hablar conmigo, por lo visto se acordaba de mi porque en su pre-adolescencia había ido a natación con mi hermana y yo era el encargado de recoger a Helena, prácticamente me confesó que suspiraba por mi pecaminoso cuerpo desde entonces. Fui más cabrón de lo habitual y la piqué para que fuera ella quien me besara y a partir de entonces desplegué todas mis habilidades y en quince minutos la puse cachonda perdida, no me apetecía follármela pero le dejé hacerme una mamada en el baño y cuando terminó, con ella aún arrodillada en el suelo delante de mi, me puse la ropa en el sitio y salí dándole las gracias. 
― ¡Eres un cabronazo!― me dijo Piti cuando volví con él y con Olivia.
― Lo sé― respondí― creo que me siento un poco mal... pobre chica.
― Se lo merece― saltó Olivia ¿des de cuándo era tan mala?
― ¿Estás bien? ¿Te ha poseído Cruella de Vil?
― Puede, pero en serio, te aseguro que se lo merece. Tu hermana no lo sabe, y no deberías decírselo, pero la muy perra se enrollaba con su ex sabiendo que salí con Helena.
― Entonces que le den― gruñí― debí haberme corrido en su cara― Piti se descojonó y Olivia puso cara de asco.

Un rato después la fiesta estaba empezando a decaer, Olivia estaba a punto de quedarse dormida sobre mi hombro y lo cierto es que yo también me estaba aburriendo. Piti y yo acompañamos a Olivia hasta su casa, que estaba a tiro de piedra de la de mis padres y cuando la vimos entrar sana y salva nos volvimos. Dejé a Piti en el cuarto de invitados y yo me fui a mi habitación, decidí antes de meterme en la cama que me vendría bien una ducha. No había llegado a estar realmente borracho en ningún momento de la noche y pensé que un baño me vendría bien para evitar una posible resaca por la mañana. 
Estaba yo tan feliz debajo del chorro del agua caliente, cuando alguien, y ese alguien era Camila, se metió en la ducha completamente desnuda y me atacó. Y con atacarme me refiero que me besó dejándome medio aturdido y que empezó a restregarse contra mi polla.

* 3 Isabel Preysler, celebrity conocida en España a causa de sus matrimonios, el primero con el cantante Julio Iglesias.

3 comentarios:

Ana dijo...

Por fin!!!!!Comprendo totalmente que no ayas escrito pero me moría de ganas de que colgaras caps nuevos así que GRACIAS el cap me encanto, espero el siguiente con ganas :)

Anónimo dijo...

Me gusta mucho tu historia y escribes genial!
Pensaba que Dick estaba pillado x mía, ya no lo creo porque el muy marrano se tira a cada tia q ve... xd
Que no se tire a Camila!!! Eso acabaría mal seguro!
Graciaaaas

Unknown dijo...

GENIALLLLL!!! Acabo de descubrir tu blog y me encanta!!!! Yo soy nueva en esto, y me gustaría mucho que te pasaras por mi blog.
http://somosabracadabrantes.blogspot.com.es/
Besos, Elle
Me quedo por aquí!!