lunes, 31 de enero de 2011

GUÍA PARA LA MUJER DEL SIGLO XXI

Capitulo 2.



  • ¡Jesús, María y José!- exclamó Edu.
  • Amén.- le respondí yo divertida.
  • ¿De dónde has sacado a esta maravilla de la naturaleza?- preguntó dando vueltas al rededor de Hugo.
  • Trabaja conmigo en el bar.- contesté. Hugo no parecía incomodo por el hecho de que un tío vestido con una camiseta de leopardo (que por cierto era mía) y pantalones de cuero estuviera dando vueltas a su alrededor como un buitre.
  • ¿Por qué eres tu quien en encuentra siempre a los macizos, cari?
  • Será porqué tu los espantas con estas pintas de mariquita.
  • Nah, no es por eso, es porqué intuyen que tengo un rabo del tamaño de un misil nuclear.- Eso era cierto, Edu tenía el pene mas grande que yo hubiera visto jamás, era todo un desperdicio.
  • Pensé que a los gays os gustaban bien grandes.
  • A las maricas si, pero a mi me gustan los hombres de verdad, no los maricones, para mariquita ya estoy yo.
  • Entiendo.
  • ¡Ehem!- tosió Hugo.
  • Tranquilo bombón, no te haré nada.- le dijo Edu guiñándole un ojo.
  • Bueno ¿pero eso significa que puedo quedarme?
  • ¡Cielo santo, claro que si!- bramó Edu.


Y así fue como Hugo se vino a vivir con nosotros. Ese mismo domingo sus amigos le ayudaron a hacer el traslado. Edu y yo estábamos en casa, Edu estaba casi en coma, tirado en el sofá porqué la noche anterior había salido y había destrozado la pista de Arena*, yo había dormido hasta tarde también puesto que había trabajado en el club al igual que Hugo, pero en ese momento me encontraba completamente recuperada. Llevaba puesta mi ropa de andar por casa mas decente, puesto que sabia que Hugo estaba viniendo con sus amigos a traer sus cosas, la ropa consistía en unos leggins negros y una camiseta de algodón de color gris, encima de esta una chaqueta de lana larga también gris. La verdad es que era un conjunto muy mono del Women Secret que me había regalado mi cuñada esa Navidad.

Me senté junto a Edu en el sofá y empecé a pasar canales con el mando a distancia, finalmente terminé dejando una de esas pelis tan malas que hacen los domingos por la tarde. Después de una media hora llamaron al timbre, como Edu seguía con una bolsa de guisantes congelados sobre su cabeza me levanté a abrir, era Edu de manera que les abrí el portal des de arriba y espere en la puerta de arriba a que llegaran por si necesitaban que les echara una mano. Estaban tardando un poco por lo que entendí que estaban cargando cosas en el ascensor, al cabo de un par de minutos el ascensor se detuvo en nuestra planta y yo fui a abrir la puerta para ayudar. Había un chico dentro del ascensor en una postura algo incomoda ya que el pequeño cubículo estaba lleno de cajas:

  • Hola.- le dije.- ¿Te ayudo?
  • Hola.- contestó el.- No hace falta, puedo sacarlo yo, pero agradecería que sujetaras la puerta si no te importa.
  • Claro, no hay problema.- Sujeté la puerta mientras el chico empezaba a sacar las cajas.
  • A propósito, me llamo David.
  • Yo Dani.- respondí.
  • Lo sé, Hugo nos ha hablado de ti.
  • ¿Ah si?
  • Si, pero se olvidó mencionar que eras tan guapa. Tendré que darle una paliza para que la próxima vez no se olvide de contar detalles tan importantes.- dijo alegremente.
  • Estoy totalmente deacuerdo.- dijo otro chico que había aparecido por las escaleras arrastrando un colchón. Yo soy Guille, a tus pies preciosa.
  • ¡Deja sus pies en paz y aparta del medio, capullo!- dijo la voz de Hugo.- Hugo junto a otro chico estaba subiendo el somier de la cama.
  • ¿Queda algo abajo?- preguntó el primero que había subido, David.
  • No, ya está todo.- respondió Hugo.
  • Bien.


Los chicos en un momento llevaron todas las cosas de Hugo hasta su habitación, al volver a salir del cuarto pudieron observar mejor la casa y al reparar en Edu todos pusieron una cara rara ya que él estaba envuelto en una Kimono de seda y seguía con la bolsa de guisantes sobre su cabeza. Yo les hice un gesto para hacerles saber que no debía hacerle caso, que estaba loco:

  • Bueno, gracias por todo chicos, ya podéis iros.- los despachó Hugo.
  • ¡Oh! ¿ya nos echas?- preguntó Guille que me estaba mirando de manera ¿seductora? ¡Oh por el amor de Dios! ¿en serio se encontraba sexy?
  • Si, os echo, en especial a ti.
  • ¿Por qué?
  • Porqué se que no vas a tardar ni dos minutos en empezar a acosar a Dani. Así que largo guarro. A los demás gracias y volved cuando queráis.- Los chicos se despidieron y se marcharon, Guille en especial cogió mi mano y aseguró que era la mujer de su vida.- Lo siento.- dijo Hugo al cerrar la puerta.- Es buen tío, pero le pierden las mujeres.
  • No importa, tu no conoces a mis amigas, tengo una que se insinúa a todo bicho viviente. Puede que debamos organizarle una cita con tu amigo.
  • Podría ser una buena idea.
  • ¿Quieres que te ayude a colocar tus cosas?- me ofrecí, lo cierto es que estaba aburrida como una ostra antes de su llegada, y así tendría oportunidad de curiosear sin parecer una curiosa.
  • Lo cierto es que no hay mucha cosa que ordenar, pero puedes hacer compañía si quieres.
  • Claro, no tengo nada mejor que hacer.- Lo acompañe hasta su habitación y me senté sobre el colchón. Él miró todas las cajas y dejó escapar un bufido.- Edu paso la escoba y la fregona ayer para ti, así que está limpio y desinfectado.
  • Oh, no tenía por qué.
  • Bueno él es así, es un maniático de la limpieza.
  • Luego le daré las gracias. Montaré los muebles primero.- Puso una caja sobre la cama y de otra caja que estaba el el suelo sacó un pequeño maletín con herramientas. Del maletín sacó un cúter y rasgó el cartón de la caja que estaba encima de la caja.
  • ¿Ikea, eh?
  • Hmm, sí.
  • Lo odio, bueno, odio el hecho de tener que montar los muebles. Estuve dos semanas intentando armar mi cómoda, al final tuve que llamar a mi hermano que se rió de mi durante media hora.
  • Algunas piezas son complicadas.


Menos mal que dijo que algunas piezas eran complicadas porqué si llega a decir que eran fáciles de montar no quiero imaginarme lo que hubiera pasado. Culito prieto no tardó ni media hora en montar los tres muebles que había traído, eran un armario, una mesita de noche y una mesa de trabajo no muy grande que dijo que era para el ordenador y otros cacharros.

Las otras cajas contenían en su mayoría ropa que acomodó con facilidad en el armario, libros que apiló sobre el escritorio, y otras cosas como la PSP, su portátil, toallas, ropa de cama y un neceser con sus objetos de aseo. Le comuniqué que había sitio en uno de los baños para él, era el baño pequeño pero había sitio de sobra, era mas pequeño y en lugar de bañera tenía palto de ducha pero ni Edu ni yo lo utilizábamos mucho, nosotros compartíamos el otro, a él le pareció bien. Le ayudé a hacer su cama y me llamaron la atención dos cajas bastante grandes que aún no había abierto:

  • Te faltan esas cajas.- dije.
  • Ya lo se, son cosas de cocina.
  • ¿De cocina?
  • Sí, verás yo he estudiado cocina y tengo una gran colección de cacharros.
  • Hmm, bueno, la cocina no es muy grande pero podemos hacer sitio. La verdad es que nuestros cacharros.- utilicé su misma palabra.- no son muy buenos, ninguno de los que vivimos aquí cocinamos mucho.
  • Bueno, los míos si son buenos, si no os importa podemos sustituirlos.
  • Por mi está bien.


Fuimos a la cocina y vacié los armarios, bueno, no había mucho que vaciar, solo teníamos dos sartenes, una olla, la plancha y un cazo:

  • Es algo decrépito.- le dije.
  • Es lo básico.- respondió él.
  • No mientas, mira este cazo.- Estaba completamente quemado.
  • Bueno, si, es triste.- Él abrió la primera de las cajas y empezó a sacar cacerolas y sartenes relucientes. Reconocí un Wok y una sartén de hierro colado que mi madre también tenía y le había costado un ojo de la cara, él tenía mas cosas de ese material. Lo colocó todo de forma inmaculada y después abrió la otra caja en dónde había moldes, un rodillo de acero inoxidable, una colección de cuchillos muy bien envuelta en papel de diario, dos bandejas para el horno y otras cosas que no reconocí:
  • ¿Para que son estos?- le pregunté sosteniendo unos moldes redondos.
  • Para hornear pizza.
  • Oh ¿y esto?
  • Un soplete.
  • Guardado bien, puedo quemar la casa en cualquier momento.
  • Lo guardaré en el estante mas alto.- Entonces escuchamos la voz de Edu.
  • ¡Está sonando un móvil y no es el de Dani!- chilló.
  • Pues será el tuyo- le dije. Aunque él ya estaba saliendo por la puerta a toda velocidad.


Yo me volví al comedor donde Edu se había incorporado y me senté a su lado, estuvimos viendo la tele un rato hasta que se hizo hora de cenar. Hugo nos preguntó si había algo abierto, le decimos que podía coger lo que quisiera y que ya iría a comprar por la mañana. Él por su lado se ofreció a preparar la cena. Preparó algo sencillo, una pizza, bueno sencillo para él porqué a mi me dicen haz una pizza y me tengo que bajar al restaurante de la esquina a buscarla.


Hugo se comportaba bastante bien como compañero de piso, hacía las tareas de la casa cuando le tocaban, no era sucio y era bastante ordenado. Además lo mejor de todo es que cocinaba y todo lo que hacía estaba buenísimo. Como la cosa continuara así tendría que salir a correr a demás de ir al gimnasio.

El lado malo era que su simple presencia me ponía nerviosa, era demasiado sexy para su propio bien. Y no es que me dijera nada comprometedor pero siempre tenía esa mirada traviesa que me hacía estremecer.

En cambio en el bar me lo pasaba muy bien con él. Trabajábamos con muy buen rollo y él se pasaba el rato tomándome el pelo y haciéndome reír.


Sonó el despertador, era odioso, lo apagué de un manotazo y me estiré en la cama durante dos segundos. Después con resignación me levanté. Hacía un frío horrible, me puse enseguida las pantuflas y la chaqueta de lana que usaba para ir por casa. Salí de mi habitación para irme directamente a la cocina a poner la cafetera en marcha, me llevé un susto de muerte al encontrarme allí a Hugo fumándose un cigarrillo:

  • ¡Dios!- dije pegando un bote.
  • Buenos días.- dijo él riéndose de mi.
  • Hola.- le contesté haciendo una mueca.
  • ¿Café?- preguntó.
  • Por favor.- Hugo muy amablemente me sirvió una taza de café y yo añadí la leche. Me lo bebí rápidamente mientras ambos estábamos en silencio y me fui a la ducha con la ropa que iba a ponerme bajo el brazo. Cuando entré en el baño me encontré con el culo desnudo de Edu.- Hmmm...buenos días.- le dije pícaramente.
  • Hola, cari.- me contestó ignorando mi tono.- ¿Ves algo que te guste?- cerré la puerta del baño.
  • A decir verdad, sí. Pero nada que pueda aprovechar. Es una lastima.
  • Me halagas.- respondió él que ya se estaba vistiendo.
  • Como si no supieras ya lo guapo que eres.
  • ¡Claro que lo se! pero a uno siempre le sienta bien que se lo digan.
  • Cierto.- Yo me quité la ropa y me metí en la ducha. Mientras tanto Edu realizaba su ritual de belleza matutina. Salí de la ducha y me sequé rápidamente el cuerpo y me puse la ropa interior negra, ese conjunto no era de los chinos (porqué aunque esté mas pelada que que un peluquero manco y me compre los sujetadores en los chinos también me gusta la ropa interior fina) ( http://www.celebrity-pictures.ca/Celebrities/Izabel-Goulart/Izabel-Goulart-i96622.jpg ).
  • Que monas estas braguitas.- me dijo Edu. Entonces subió los ojos hasta mis pechos.- ¿Y estas tetas? ¿De dónde las has sacado?
  • Son de mentira, es el efecto wondwerbraa.
  • Pues es maravilloso, si tuviera tetas me gustaría que se vieran así.- Edu terminó de peinarse de manera estratégica para evitar que se vieran sus incipientes entradas, me dio una palmada en el culo y salió del baño.- Hasta después, cari.


Le mandé un beso volador y me maquillé, luego me puse el resto de la ropa, la camiseta de la tienda, medias negras con dos rallas grises en la parte trasera y lazitos ( http://mujer.terra.es/addon/img/muj/moda/1bc36c9regacrisistresg.jpg ), minifalda vaquera. Me sequé y me arreglé el pelo, me puse un poco mas de gloss en los labios y fui a mi habitación a por mi bolso y chaqueta. Me puse una chaqueta de angora gris, larga, me quedaba a la misma altura que la falda y encima el abrigo, en los pies me puse unas bailarinas negras y me fui corriendo a trabajar al ver la hora que era.


Esa mañana me reí bastante con las chicas, María nos estuvo contando que estaba medio saliendo con un tipo, pero que al pobre lo estaba llevando por el camino de la amargura, le estaba probando, lo seducía y luego lo dejaba con las ganas:

  • Pobre chico.- le dije.- échale un polvo como Dios manda.
  • No, que sufra un poco mas.- Contestó ella.
  • Seguro que se pasa el día encerrado con en el baño haciendo un cinco contra uno.- Dijo Patricia.
  • Mientras no se vaya a acostarse con otra.- puntualizó María.
  • Esperemos que no.- Seguimos trabajando un rato hasta que María presentó un plan para esa noche.
  • Podríamos salir un rato esta noche- era viernes.- y os lo presento.
  • Yo no puedo, trabajo ¿recuerdas?
  • ¡Ai es verdad!
  • Pero podemos ir al pub.- razonó Patricia.
  • ¡Claro, es verdad!- María.- Hoy estáis abiertos hasta tarde ¿no?
  • Sí, hasta las tres.- contesté.
  • Pues ya está, nos pasaremos por el bar.



Y así quedó la cosa, esa noche Patricia, María y sus respectivos novios - Alberto e Ivan- se pasarían por el pub un rato.

El restó del día pasó como siempre, monótono, por la tarde me aburrí como una ostra, las chicas que trabajaban por la tarde eran un par de sosas y me caían mal, y yo a ellas, ya que eran un par de cardos, una era alta i flaca y con cara de caballo y la otra aunque de cara no era fea era bajita y rechoncha.

Como me aburría y el cuartel de las feas me hacía el vacío decidí mandarle un mensaje de texto a Álvaro. Le propuse de quedar el fin de semana y él me contestó muy borde diciéndome que no podía quedar porqué tenía mucho trabajo para el lunes. Me indigné y mandé otro mensaje a Edu para decirle lo ocurrido. Edu contestó el mensaje diciendo que “todos son unos cerdos” y que el domingo veríamos Desayuno con diamantes. Medio minuto después me mandó otro mensaje diciendo que cada día le ponía mas su jefe. Yo me reí sola y le contesté diciendo que era un depravado.


Su pobre jefe era de todo menos sexy, era un señor mayor, le faltaba un año para jubilarse y aunque era simpático y amable (lo conocí el año anterior cuando invitó a Edu a la boda de su hija) estaba como decirlo...rechoncho, bueno rechoncho no, estaba gordo, tenía una enorme barriga y el botón de su americana amenazaba con saltar y sacarle un ojo a alguien.

Me acordé de lo que nos divertimos en esa comida Edu y yo, a ver, Edu cuando iba a trabajar se vestía de manera normal, con traje y camisa, aunque a veces su camisa era de color rosa y sus trajes de diseñador, no parecía que fuera gay, sólo se veía un tipo con increíble buen gusto al vestir. Pero Edu, era Edu y cuando abría la boca le era muy difícil controlar lo que salía de ella, en el trabajo intentaba controlarse. Él mismo dijo que sus compañeros del bufete aún tenían ciertas dudas sobre su orientación sexual. Así que cuando le vieron aparecer a la boda conmigo se quedaron todos alucinados. Hicimos una gran entrada triunfal, yo me había puesto divina de la muerte, un vestido espectacular, taconazo,...Estuvimos toda la boda cogidos de la mano y comportándonos, bueno como siempre hacemos, muy juntos y con gran complicidad.


Edu me contó que el lunes siguiente, en la oficina, le habían dicho que se lo tenía muy callado, que tenía una novia muy guapa, espectacular - eso infló mi ego durante meses.- y muchos mas piropos. Entonces él les dijo.- ¿Os referís a Dani? No es mi novia, es mi compañera de piso ¿Acaso no sabéis que soy gay?

Les dejó a todos muertos. Y yo me reí mucho cuando me lo contó.



Volví a la realidad cuando tuve que cobrar a una chica en la caja. Cuando salí de la tienda me fui corriendo de nuevo a casa, los chicos ya estaban allí, los saludé y les comuniqué que iba a prepararme la cena, Hugo me siguió a la cocina:

  • ¿Qué cenas?- me preguntó.
  • No se, algo ligero, he comido un montón de espaguetis este medio día. Creo que me haré una ensalada.
  • Oh ¿quieres que te prepare una Panzanella? Te va a encantar.
  • ¿Qué es?- le pregunté sintiéndome idiota.
  • Una ensalada típica de la Toscana.- me explicó.- Anda ve a cambiarte, yo hago la cena.
  • Pero es que siempre cocinas tú, me siento mal.- Él me miró arqueando una ceja.
  • Uno, cocino porqué quiero. Dos, me encanta cocinar. Tres, yo cocino, tú te pones sexy para mi, así esta noche tendré algo agradable que ver.
  • Eres un idiota ¿lo sabes?
  • Claro que lo se. Anda vete.


Me fui a arreglar tal como Hugo me había dicho, quería que me pusiera sexy, pues sexy me pondría. Llamé a Edu que estaba en el salón para que me ayudara a escoger modelito. Al final me puse un ceñidísimo vestido de leopardo, era corto, solo alcanzaba a tapar mi culo y un poco mas, de manga larga y escote generoso, no en plan guarrona de Las Vegas, pero tenía buen escote ( http://img.webdelamoda.com/wp-content/uploads/2010/06/leopardo-balmain.jpg ) Me lo puse con medias marrones oscuro, ya que quedaban mejor que el negro con ese estampado y zapatos de tacón alto de ante también marrones. Me arreglé el pelo y el maquillaje, Edu me ayudó, y cuando salí a cenar Hugo me miró muy sonriente y me guiñó un ojo.


Cenamos los tres, Hugo y yo con mas prisa que Edu, la ensalada estaba riquísima. Los chicos además de ensalada comieron también carne. Al terminar de cenar nos lavamos los dientes y nos fuimos al bar. Edu dijo que igual se pasaba mas tarde a vernos. Llegamos al bar que para ser sólo las diez de la noche ya había bastante gente, puede que no fuese un bar conocido e incluso muy grande, pero estaba en una zona buena para trabajar de noche, había mas bares de ese tipo al rededor y una discoteca importante muy cerca, Juan se veía estresado por lo que nos pusimos en marcha rápidamente. Lo despedimos pronto y Hugo y yo nos quedamos al mando.

Los viernes y sábados por la noche cambiaba el ambiente, la clientela que entre semana se trataba de ejecutivos dejaba a paso a adolescentes y jóvenes, de los 16 a los 30 años. Odiaba a los adolescentes, me irritaban, esos niñatos siempre trataban de ligar conmigo. Había uno en particular que era bastante insistente.

A las doce de la noche el bar empezó a llenarse y a las doce y diez ya no cabía nadie mas. Cubatas, cervezas y chupitos era lo que mas demandaban pero siempre había el típico tocapelotas que quería un cóctel.

Antes de que me pudiera dar cuenta ya tenía a las chicas allí, acompañadas de sus chicos, al novio de Patricia, Alberto, ya lo conocía, no era guapo pero era muy simpático. El novio de María, bueno, estaba bastante, bastante bien, claro, si no lo comparabas con Hugo.

Los saludé, les serví las copas y charlé con ellas todo lo que pude, pero tuve que disculparme varias veces porqué me reclamaban otros clientes. En una de esas breves charlas, en la que los dos chicos estaban hablando entre ellos le dije a María:

  • Oye, es guapo, tíratelo ya, el pobre tiene cara de sufrimiento.- las tres nos reímos.
  • Creo que lo haré.- confesó María.
  • ¡Bien! esto se tiene que celebrar con un chupito.- nos serví unos chupitos y bebimos.
  • Oye.- dijo Patricia.- ¿Y este camarero macizo?- Hacía rato que miraba a Hugo.
  • Es Hugo, es nuevo, lo contrató el dueño porqué pilló a la otra chica robando dinero.- expliqué.
  • Está muy bueno.- dijeron las dos.
  • Lo sé. Y a qué no sabéis qué.
  • ¿Qué?- preguntaron al unísono.
  • Es también mi nuevo compañero de piso.
  • ¡Te odio!- exclamó Patricia.


No pudieron seguir expresando su odio por mi ya que tuve que ir a atender al otro lado de la barra. Al cabo de un rato me comunicaron mediante a señas que se marchaban, yo les dije adiós con la mano y les mandé besos voladores, y creo que eso no fue muy buena idea con el montón de gente que había de por medio entre ellas y yo, hubo un tipo que no conocía de nada que me devolvió un beso.

Eran las dos y media de la mañana y el bar seguía lleno de gente, no habíamos parado de trabajar como locos durante toda la noche, se terminó el barril de cerveza y Hugo tuvo que ir a buscar otro al almacén por lo que me quedé en la barra sola durante un par de minutos y se ve que en ese momento a todo el mundo le dio por pedir otra ronda. Como había tanta gente y no paraban de pedir nos estábamos quedando sin vasos, tuve que salir a recoger las mesas:

  • Estoy a punto de suicidarme.- le dije a Hugo uno de esos momentos que coincidimos en la caja.
  • Y yo, hoy esto es horrible. Necesito una copa.
  • Yo una botella entera de vodka.
  • Luego.


Me guiñó el ojo y les fue a devolver el cambio a unas chicas que suspiraban por él.

Eran casi las tres, en el bar aún había gente pero nosotros teníamos que cerrar si no queríamos que nos multaran, de manera que apagué la música y encendimos todas las luces. Hubo algunas protestas pero la gente se fue marchando. Por fin se fueron los últimos clientes, unos chicos que salieron haciendo eses. Hugo cerró la puerta con llave después de que salieran y yo me dejé caer en una silla:

  • Te juro que no puedo con mi alma.- exclamé.
  • Yo necesito fumar o voy a volverme loco.
  • Pues para eso tienes que salir fuera.
  • ¡Mierda de ley antitabaco! Ahora vuelvo.- salió a la calle para fumar un cigarrillo y durante el tiempo que estuvo fuera eché un vistazo al bar y me entraron ganas de llorar. Estaba hecho un asco. Encima me dolían los pies, ahora no se si soy valiente o gilipollas por ir a trabajar con tacones de doce centímetros. Por suerte tenía unos zapatos de repuesto en el almacén, fui a buscarlos y me los puse. Hugo volvió a entrar con cara de frío y también suspiró resignado cuando vio todo lo que teníamos que recoger.- Voy a llorar.-dijo.
  • Yo creo que me voy a cortar las venas.- respondí.
  • ¡No lo hagas por favor! me va a tocar limpiar la sangre.
  • Pues si no quieres que me suicide, vamos, empecemos ya.


Empezamos a recoger totalmente asqueados, mientras yo recogía las mesas, Hugo iba poniendo los vasos en el lavaplatos, por suerte el lavado duraba poco, e íbamos bastante rápidos. Terminé con las mesas y fui al baño, entré y ¡Dios! estaba sucio pero lo peor era el olor, el olor a meado era insoportable, me vino una arcada y tuve que salir:

  • ¡Qué asco!- exclamé.
  • ¿Está muy mal?
  • Huele como una cárcel turca. No se si voy a poder limpiarlo sin vomitar.
  • Ok.- dijo Hugo.- Ven aquí, está claro que necesitas un trago.- Y yo estaba totalmente deacuerdo. Fui a la barra y él sin preguntar sirvió dos chupitos de tequila.- ¡Salud!- Nos bebimos los chupitos de un solo trago.- ¿Otro?
  • Por favor.- Nos tomamos cinco chupitos de tequila de golpe y luego nos pasamos a la cerveza.
  • Vale, te voy a enseñar que hacíamos para limpiar el baño en el bar de mi pueblo.- Dijo Hugo que ya empezaba a estar mas feliz.
  • ¿El qué?
  • Observa.-Fue al almacén y volvió con el cubo y la fregona. Llenó el cubo con agua y luego añadió lejía. Hasta ahí todo era normal.- Ven.- me cogió de la mano y con la otra llevaba el cubo. Me arrastró hasta la puerta del baño, me soltó la mano y abrió la puerta. Entonces tiró el agua salpicando todo el baño.
  • ¿Qué haces? ¿Estás loco?- le chillé.
  • Puede que lo parezca, pero con eso se va el olor.
  • Si, pero provocas una inundación.
  • Esa es la clave.
  • ¿Cómo?
  • Pues que esto lo dejas así y mañana cuando venga Juan se va a pensar que ha habido una fuga de agua o algo así.
  • ¡Estas loco!- le dije riendo.- No me puedo creer el morro que tienes.
  • Oye, nos paga muy poco, por ese dinero yo no limpio un baño tan sucio.
  • ¡Ni yo!
  • Pues ya está.


Terminamos de limpiar lo que hacía falta, aún no me terminaba de creer lo del baño, Hugo me persuadió para beber unos cuantos chupitos mas y cuando por fin nos marchamos yo llevaba un pedo impresionante:

  • Yo no puedo conducir.- le decía.- ¿Y qué hago con el coche? No lo puedo dejar aquí.
  • Si quieres conduzco yo.- me dijo.
  • Tu has bebido también.
  • Si, pero voy bien.
  • ¿Seguro?
  • ¡Claro!- mentira, Hugo iba casi tan tuerto como yo.
  • ¿Y si nos para la policía?- porqué yo iba borracha pero conservaba aún algo de cordura.
  • Pues si quieres vamos en metro.
  • Ya ha cerrado, cierra a las 2.
  • ¡Mierda, es verdad!
  • Podemos coger el bus.
  • ¿Y si esperamos a que abra el metro? No falta tanto.
  • Una hora.
  • Bien, vayamos de fiesta.
  • ¿Qué?
  • Pues eso ¡fiesta!
  • Mañana trabajo, tengo que levantarme a las ocho.
  • Y yo ¿y?.- de repente me miró con cara pícara.- Vamos Dani, no seas sosa.


Y el tío me cogió poniéndome encima de su espalda, toda la sangre se me subió a la cabeza y empecé a patalear hasta que me di cuenta que tenía una vista perfecta de su culo. No se si fue por el alcohol o qué pero las palabras salieron solas de mi boca:

  • Me encanta tu culo.- dije.
  • Dani, estás borracha.- contestó él.
  • Probablemente.- me dejó de nuevo en el suelo, enfrente de él.- Pero es que eres taaaan guapo.
  • Estás borracha y no soy tan guapo. Tu si que eres preciosa.
  • ¿Tu crees?
  • Claro que si, como si no lo supieras. Me pongo malo cuando te veo con esta ropa que llevas hoy.
  • ¡Paso mucha hambre!- le dije yo en todo el apogeo de mi borrachera. Él se echó a reír como un loco.- No te rías, es cierto.
  • Lo se, siempre comes ensalada.
  • Y voy al gimnasio.
  • Lo se, me he fijado en tu culo.
  • Ya, como todos los tíos, es lo único que miráis.
  • Oye, tu también te has fijado en mi culo.- Touché.
  • Pero eso es porqué lo acabas de poner prácticamente en la cara.
  • No mientas.
  • No lo hago.- pero lo dije sin mucha convicción. Él me acarició la cara.- Bueno ¿vas a besarme? Porqué no tengo todo el día.
  • Eres una desvergonzada.


Pero me besó, ya lo creo que me besó. Des de luego Hugo sabía como besar a una mujer, me arrinconó contra la pared, su cuerpo se presionaba contra el mío, sus manos estaban en mis caderas, agarrándome sensualmente, las mías estaban enredadas en su cabello y aunque ambos jadeábamos por la falta de aire, no podíamos separar nuestros labios por mucho tiempo. Nos estuvimos besando de esa manera hasta que algún gracioso pasó y nos dijo que nos fuésemos a un hotel:

  • Vayamos a casa.- le dije poseída por la pasión.
  • ¿Cómo?- contestó el antes de besar mi oreja.
  • El coche.- me besó.- las llaves.
  • Vamos.


Fuimos hasta el coche, sin separarnos mucho, pero caminado con el máximo disimulo que conseguimos. Una vez en el coche, Hugo iba conduciendo, nos mantuvimos en silencio, la tensión estaba presente en el ambiente y cuando Hugo aparcó por fin el coche y nos bajamos él me cogió de nuevo de la cintura y nos volvimos a besar, esta vez los besos y las caricias eran aún mas ardientes, abrimos el portal, y sin saber muy bien como nos encontrábamos en mi habitación, besándonos, quitándonos la ropa...Me quité el abrigo y lo mismo hizo Hugo con el suyo, me volvió a besar de nuevo y mientras me besaba buscaba con sus manos la cremallera de mi vestido, la bajó y me quitó el vestido por la cabeza. Yo le quité también su jersey, el levantó los brazos para ayudarme y luego me cogió en brazos y me tiró encima de la cama. Vino hacia mi con sus ojos recorriendo mi cuerpo y con un movimiento brusco me quitó las medias. Él se desabrochó los vaqueros y se los quitó junto los zapatos y calcetines, trepó a la cama y empezó a repartir sensuales besos por todo mi cuerpo, yo también quería besarle y tocarle por lo que lo jalé hacía mi para besarle en los labios y luego ponerme encima de él. Hugo estaba muy, muy bueno. Conmigo sentada encima de él, deslizó de nuevo sus manos por mi espalda mientras yo me dedicaba a besar y lamer su cuello, me desabrochó el sujetador y empezó a jugar con mis pechos, era glorioso, y ahí salió a flote su carácter sexual, todo lo que tenía de complaciente en su día a día lo tenía de dominante en la cama, volvió a imponerse obligándome a cambiar de postura, subió mis manos arriba de mi cabeza y las sujetó con las suyas, me volvió a besar y me dijo:

  • Quieta.
  • No tengo intención de moverme.
  • Bien.


Soltó mis manos mirándome con advertencia y empezó a descender por mi cuerpo, cuando llegó a mis caderas hizo que las levantara y me quitó las bragas de un tirón, empezó a acariciarme y realmente se sentía bien, de repente me jaló haciendo que mis muslos quedaran encima de sus hombros y su cara desapareció entre mis piernas. ¡O Dios mío! Gracias, gracias, gracias. Hugo lamió, mordisqueó y acarició volviendome loca, era una maravillosa tortura, y continúo así hasta que me vine. Jadeé como una loca hasta que llegó mi liberación y me quedé exhausta encima de la cama. Hubiera podido quedarme así pero Hugo tenía otros planes:

  • ¿Tienes condones?- me preguntó jugando con mi pezón.
  • En la mesilla.- contesté.


Y sin decir nada mas cogió un preservativo, se lo puso, volvió a separar mis piernas y entró en mi.


1 comentario:

Ana dijo...

genial cada vez se pone mejor pero espero q tambien pongas cap nuevos del castigo de eris