lunes, 6 de mayo de 2013

Sin Título. Cap. 19.

Bueno, no tengo nada que deciros excepto lo de siempre. Espero que os guste y que comentéis. Ah! por fin he decidido un título para la historia, se llama Verano. Besos, An.





Marc (el socio de Manu)


 
Ruth.

Estaba hecho ¡me había graduado! y oficialmente no sabía que hacer con mi vida.  No es que eso me preocupase mucho en ese momento, estaba eufórica porque había mirado mi ultima nota y era mucho mas alta de lo que yo esperaba y si había aprobado esa asignatura significaba que había terminado la carrera. Extraordinariamente lo primero que hice fue llamar a mi madre que me felicitó orgullosa. Luego llamé a Alex, a Dante y también le mandé un whatsapp a Pol.

― ¿Duele?― le pregunté un sábado por la mañana a Dante mientras íbamos hacia el salón de tatuajes de Manu.
― No demasiado, además lo que tu quieres hacerte es una tontería, ni lo notarás.― Dante tenía un tatuaje en su pecho por lo que le estaba preguntando si me dolería.
― Eso me ha dicho Manu, pero estoy segura que él es inmune al dolor ¡va todo tatuado y perforado el muy animal!― Manu a parte de sus múltiples tatuajes llevaba dilataciones en las orejas y un aro en la nariz. Dante se rió de mi histeria.
― Sabes eso de que los hombres aguantamos peor el dolor que las mujeres ¿no?
― Sí.
― Pues si Manu se ha hecho todo esto solo puedes pesar que no duele.
― Está bien.― Llegamos al salón de Manu, lo tenía a medias con otro chico al que había visto un par de veces, se llamaba Marc e iba el doble de tatuado que Manu. Fue Marc el que nos recibió, estaba detrás de un mostrador de madera oscura revisando algo el en ordenador que tenían allí puesto. Un chico esperaba en los sillones que hacían de sala de espera.
― Hola― nos saludó Marc con una sonrisa cuando entramos. Nosotros nos acercamos al mostrador, Dante y él encajaron las manos de esa forma rara que a veces los chicos hacían.― ¿Vas a tatuarte?― me preguntó a mi después de los saludos.
― Si, eso creo.― Lo cierto es que estaba muerta de miedo, sabía que el tatuaje que quería era el más simple del mundo y que probablemente ni me enterara de que me lo hacían, pero no me gustaban nada las agujas.
― Tiene miedo― le explicó Dante.
― No te preocupes― me animó Marc― a penas duele ¿es muy grande?― entonces Dante se rió abiertamente de mi.
― A penas cinco centímetros― Marc me miró divertido.
― No soy muy fan de las agujas ¿vale?― les dije enfurruñada. Ambos volvieron a reirse.
― ¿Dónde está Manu?― pregunté.
― Desayunando. Debería estar ya aquí pero le gusta la camarera así que se toma su tiempo― nos explicó.
― Eso no lo sabía― dijo Dante activando su lado maruja― vamos a buscarle― añadió tirando de mi para ir a buscar a Manu.

Le dijimos a Marc un “hasta luego” y seguí a Dante hasta el bar donde Manu estaba desayunando. Lo vimos nada más entrar, estaba sentado en la barra terminando de comer mientras seguía con la mirada a la camarera.
― ¿Qué pasa, Romeo?― le dijo Dante a Manu agarrándole por el pescuezo. Al pobre le dio un susto de muerte.
― ¡Gilipollas!― le dijo el otro cuando se recuperó del susto― ¿qué haces aquí?
― Acompañar a Siena.
― Ya, pero digo aquí en el bar, ya se que hemos quedado en el estudio.
― Marc nos ha contado que estabas aquí desayunando y que no vienes aquí solo por los bocatas― le explicó moviendo las cejas sugestivamente.
― Eres idiota ¿quieres tomar algo, Siena?― me preguntó a mi amablemente.
― No, gracias― contesté. Luego me fijé mejor en la camarera, por curiosidad. Me quedé mirándola más de lo normal porque su cara me sonaba de algo, ella notó que la miraba e hizo lo mismo. Ella me reconoció antes de que yo lograra recordar donde la había visto antes.
― ¿Siena?― preguntó sonriente― ¿te acuerdas de mi?
― Sí, pero estoy intentando recordar de qué te conozco― le respondí
― Jugábamos juntas de pequeñas― me explicó y entonces me acordé.
― ¡Ruth!― su nombre me vino enseguida y también muchos recuerdos. Habíamos sido vecinas hasta que yo cumplí los 10, ella era un par de años mayor que yo y recordé que había estado muy deprimida cuando ella y sus padres se mudaron. No la había visto desde entonces.
― ¡Cuánto tiempo!― salió de detrás de la barra y me dio un cálido abrazo― Qué guapa estás, qué contesta estoy de verte.
― ¡Y tú!― le dije contenta, nunca hubiera pensado que estaría tan contenta de volver a verla. Habíamos sido muy amigas, inseparables, durante toda la infancia―  Creo que aún me dura la depresión de cuando os fuisteis.
― Dímelo a mi― nos reímos― ¡qué fuerte volver a verte, que pequeño es el mundo!
― Os fuisteis a vivir a Madrid ¿no?
― Sí, pero yo volví aquí hará, no se, tres años ya― Manu se aclaró la garganta detrás de mi, eso era un claro “ya que la conoces, preséntamela”.
― Perdonad― les dije, me giré hacia Dante y a Manu― Ruth era vecina mía cuando éramos pequeñas― expliqué.
― ¡Eramos más que eso!― dijo ella alegremente― eras mi mejor amiga, casi hermanas― Y como su no hubiera pasado ni diez minutos desde la ultima vez que nos vimos pasó el brazo sobre mis hombros de manera protectora. Ella al ser mayor que yo, en cierto modo siempre me había cuidado. La de palizas que les había dado a otros niños del barrio.
― Cierto― estuve deacuerdo― ellos son Dante y Manu― les presenté.
― A bocadillo de jamón y coca.cola ya lo conozco― dijo refiriéndose a Manu. Dante y yo nos reímos.
― Manu es dueño del salón de tatuajes del otro lado de la calle― le expliqué.
― Eso es genial. Y dime ¿quieres que quedemos para ponernos al día?― me preguntó Ruth viendo que debía volver al trabajo.
― Claro, dime cuando te viene bien. Yo tengo libres todos los días, he terminado la carrera y estoy sin nada que hacer― ella se río.
― Vale, entonces dame tu móvil y te llamaré. Podemos ir a cenar o algo.
― Eso sería genial― Ruth y yo intercambiamos los números de teléfono.

Volví con los chicos al estudio y Manu estaba visiblemente muy emocionado, mientras me hizo el tatuaje que por cierto, a penas sentí unos pinchazitos, no dejó de repetirme lo muy contento que estaba de conocerme y de que yo conociera a la chica del bar, Ruth. También me hizo prometerle que el día que quedara con ella le iba a hablar de él y que la llevaría de fiesta algún día.
Después del tatuaje fuimos a casa de Dante, allí comimos y después nos pusimos a ver una peli en su cuarto. A mitad de la película me adormilé, supongo que porque no había dormido mucho la noche anterior y la cama de Dante era muy cómoda, me despertó él rato después puesto que había empezado a besuquear mi espalda.
― Hmm ¿he dormido mucho?― le pregunté.
― Unos tres cuartos de hora, van a ser las cinco― me desperecé un poco y me incorporé, necesitaba echarme un poco de agua puesto que hacía un calor bastante insoportable― ¿dónde vas?
― A refrescarme un poco, me estoy asando.
― Pues quítate la ropa― Dante no llevaba puesto nada más que sus calzoncillos. Le rodé los ojos.
― ¿Esa es tu solución?― le pregunté.
― Lo es― tiró de mi de vuelta a la cama y se me puso encima― ¿Quieres que te desnude yo? Sabes lo bien que se me da― empezó a subirme la camiseta― ¡Oh, pero si llevas mi sujetador favorito!―exclamó cuando pasó mi camiseta por encima de mis pechos, dejó la camiseta en ese sitio y empezó a desabrochar mis shorts― ¿llevas las bragas a juego? porque ya sabes que las bragas me gustan incluso más que el sujetador.
― Creo que no― admití. Esa mañana no me había parado a pensar si mi ropa interior combinaba.
― Entonces te tendré que quitar las bragas también― pese a los esfuerzos de Dante, a sus palabras y a las caricias que me estaba dedicando no me estaba excitando nada. Solo podía pensar en el horrible calor que hacía, además el plástico que Manu me había puesto para proteger el tatuaje me estaba haciendo sudar toda la nuca.
― Dante, ahora mismo no tengo muchas ganas de hacerlo― le dije con el tono de voz más suave que pude― Él dejó de intentar bajarme los pantalones.
― ¿Te pasa algo?― quiso saber.
― No, lo siento. Es solo que ahora mismo pues como que no...― salió de encima de mi y yo puse de nuevo la ropa en su lugar.
― ¿Te estás follando a otro?― su voz era dura y su pregunta me dejó totalmente desconcertada. 
― ¿Qué? ¿Por qué coño crees eso?― yo también soné cabreada.
― No lo hemos hecho en dos semanas, no se tú, pero yo me subo por las paredes― ¿en serio habían pasado dos semanas de la última vez?
― No me estoy tirando a otro― aclaré― es simplemente que no tengo ganas de hacerlo ¿te crees que si no lo hacemos es porque lo estoy haciendo con otro?
― Bueno, sería una explicación racional.
― No seas capullo. Siento que no hayas tenido sexo en dos semanas pero tampoco es como si fuera el fin del mundo.
― Se parece bastante.
― Eres realmente un imbécil cuando te lo propones― me levanté y me fui de allí con un humor de perros.

El lunes siguiente fui a la playa con Alex, Dante y yo seguíamos enfadados y demás él trabajaba. Le había preguntado a mi querida hermana si quería venir pero como nos fuimos pronto por la mañana, y ella era una marmota, se quedó en casa. Después de protegerme el tatuaje debidamente me tumbe al sol y me encontraba estupendamente allí despatarrada, por desgracia el Sr. Culo Inquieto no podía dejarme en mi estado zen:
― ¿Has hablado con Pol últimamente?― me preguntó.
― Hablé con él el jueves pasado, creo ¿por qué?
― Por saber como avanza vuestra relación.
― Mejor, ya no parece estar tan gilipollas.
― ¿No te ha vuelto a decir nada sobre su enamoramiento hacia ti?― Por supuesto Alex se había acabado enterando de mi conversación con Pol en el restaurante.
― No, vuelve a ser el Pol de siempre ¿por qué? ¿A ti te ha dicho algo?
― ¿A mi? ¡qué va!― le miré escrutadoramente pero no parecía estar mintiendo.
― Vuelve dentro de nada, lo sabes ¿verdad?
― Lo se, y realmente quiero que vuelva.
― Bien ¡nos lo vamos a pasar en grande en el FIB!
― ¿Va a venir también?
― Pues claro, le compré una entrada― rodé los ojos pero decidí dejar el tema― ¿Crees que él y Dante van a batirse en duelo por ti?― me preguntó burlón.
― Espero que no, pero quién sabe... no hablo con Dante desde el sábado. Estamos cabreados.
― ¿Por qué?
― Me preguntó si me estaba acostando con otro― Alex se echó a reír.
― ¿Y cómo ha llegado a esa conclusión?― en ese momento pensé que no había sido buena idea comentarle eso.
― Da igual.
― No, ahora me lo cuentas todo. Espera ¿lo estás haciendo? ¿Tirándote a otro?
― ¡Claro!― exclamé― porque es lo que normalmente hago, ir por ahí follando con tíos al azar.
― Hm, tienes razón, lo siento. Entonces ¿por qué lo piensa?
― Pues porque últimamente no me apetece hacerlo― confesé antes de que Alex se pusiera muy pesado― con este calor... definitivamente no tengo ganas de sexo, así que como no lo estamos haciendo él cree que me acuesto con otro― Alex soltó una sonora carcajada.
― ¡Estás como una cabra!― me dijo dándose la vuelta en la toalla― ¿cuánto tiempo lo has tenido sin darle amor?
― Según él dos semanas.
― ¿Lo has tenido dos semanas sin follar en pleno verano? No tienes corazón.
― No es tanto tiempo― me defendí.
― Puede que no, en invierno. Pero en verano los tíos estamos cachondos todo el tiempo, es normal que se subiera por las paredes.
― Sí, y lo dices tu que te pones insoportable a los dos días de no tener sexo.
― Sabes, hoy hace dos días... ¿quieres darme amor?― bromeó.
― Sí, claro ¡con este calor!― a ambos nos entró la risa tonta.
― Anda, vamos a bañarnos.

Alex me arrastró hasta el agua donde me tuvo haciendo el idiota por lo menos media hora, hicimos una carrera hasta la boya más cercana en la que por supuesto me machacó, al fin y al cabo él iba a nadar regularmente. Yo estaba a mitad de camino y él ya estaba regresando:
― ¿Necesitas que te remolque?― me preguntó.
― Creo que sí, definitivamente tengo que ponerme a hacer ejercicio. Tengo la resistencia de una nena.
― Eres una nena.
― Tu ya me entiendes― cuando volvimos a las toallas me dejé caer como un saco de patatas ― ¡Llévame al hospital!
― Eres una exagerada― miré mi móvil y tenía una llamada perdida de Ruth, le llamé inmediatamente y quedamos para ir a cenar esa noche― ¿Vas a seguir mucho tiempo cabreada con Dante?― me preguntó Alex después de un rato.
― Agg, no lo sé... pero él tampoco se ha dignado a llamarme.
― Sois como niños― Alex cogió mi móvil.
― ¿Qué haces?
― Mandarle un whatsapp a Dante. Toma, ya está― Alex me devolvió el móvil y vi lo que le había mandado, un simple “¿sigues cabreado?”. Su respuesta no se hizo esperar demasiado― ¿qué dice?
― Que no y que lo siente por ser tan imbécil.
― Bien, entonces ahora queda con él y échale un buen polvo.
― Tu también eres idiota.

Quedar con Ruth fue fantástico, y ella seguía siendo tan genial como cuando éramos niñas. Me explicó lo había hecho esos años, su vida en Madrid y como había estudiado arte dramático ¡estaba loca! cuando terminó sus estudios de teatro se echó un novio al que contrataron para una obra de teatro y ella vino con él de nuevo a Barcelona, lo dejaron al mes y medio y pese a que cada uno se fue por su cuenta ella no quiso volver a Madrid. Yo también le hice un resumen de mi vida que al lado de ella era mucho menos apasionante:
― Y eso es todo― terminé― he terminado la carrera y de momento no tengo muchas perspectivas de futuro. Debo encontrar un trabajo pronto.
― Algo encontrarás, no te desanimes. Oye ¿el chico del otro día sale con alguien?
― ¿Cuál de ellos?
― Aunque el rubio está que cruje― me dijo poniendo cara de pervertida y haciéndome reír― supongo que es tu novio... así que no te hagas la loca que te estoy preguntando por el otro.
― Manu― ella asintió― no sale con nadie y le gustas mucho.
― ¿De verdad? ¿Te ha dicho algo?
― Bueno, sí, algo me ha dicho...
― ¿El qué?― insistió ansiosa.
― Bueno para empezar lo guapa que te encuentra, y luego estuvo insistiendo que te llevara pronto de fiesta.
― Oh ¡es tan rico!
― Manu es genial― estuve deacuerdo― y guapo. Así que mañana cuando le veas en el bar ya sabes... a por él.

Ruth y yo seguimos hablando por casi dos horas más, hasta las 12 cuando los del restaurante nos informaron de que iban a cerrar. Después de eso, y a pesar de que ya había tomado más cerveza de la recomendable, me convenció para ir a tomar una copa:
― Espera― le dije a Ruth― voy a llamar a Dante y que se venga un rato con Manu.
― Sabía que había un motivo por el que no había perdido mi amor por ti― bromeó.
― ¿Ahora solo me quieres por los hombres a los que te puedo presentar?― le pregunté mientras esperaba que Dante cogiera el teléfono.
― Por eso y por tu increíble colección de barbies.
― ¡Mis barbies!― exclamé algo borracha― ¿dónde estarán?
― ¿Siena?― contestó Dante, supongo que le sorprendió que le llamará a esa hora.
― Hola― le saludé feliz― ¿qué estás haciendo?
― Nada, jugando a la Play con Manu.
― Pues ¿por qué no levantáis vuestros bonitos traseros del sofá y venís a tomar algo con Ruth y conmigo?
― Voy a preguntarle a Manu si le apetece ir, pero creo que ya se la respuesta― dijo con voz risueña. Escuché que le decía algo Manu y que le respondía emocionado― Estaremos ahí en diez minutos.
― ¡Pero si no sabes donde estamos!
― Ya, pero Manu va a venir con un petardo en el culo. Pese a eso ¿dónde estáis?

Le dije nuestra ubicación a Dante y nos despedimos. Nosotras entramos en el pub, que para ser un lunes estaba bastante lleno, nos sentamos en una mesa y Ruth pidió unos mojitos. Mientras estábamos esperando charlando animadamente cuando dos chicos, que por cierto no estaban nada mal, se acercaron a la mesa:
― ¿Os podemos invitar a una copa, chicas?― nos preguntó uno de ellos.
― Podéis― les contestó Ruth― pero espero que eso no nos obligue a ser simpáticas.
― Bueno, no os obligaría pero ¿tan mala compañía parecemos?
― Somos buenos chicos― apuntó el otro― y mi madre siempre ha dicho que soy gracioso.
― Lo siento, estamos esperando a alguien― les dije.
― Pues os hacemos compañía mientras tanto― dijo el primero. Seguidamente se sentó a mi lado― Hola, soy Daniel ¿y tú?
― Eh... me llamo Siena― le contesté finalmente.
― ¡Genial! Ya somos todos amigos, él Cristian― Cristián se sentó en otra de las sillas― ¿cómo te llamas tú?― le preguntó a Ruth.
― Ruth.
― ¿Y a qué os dedicáis?
― Yo soy camarera barra actriz y mi amiga ha terminado hace poco la carrera, por lo que no tiene oficio ni beneficio.
― Bueno yo puedo mantenerte― me dijo Daniel― tengo tierras ¿sabes?
― Pues entonces ven mañana a casa y habla con mi padre, seguro que acordáis una dote apropiada― lo que pretendía ser una respuesta sarcástica les hizo reír a los tres.
― No aceptes menos de 12 cabras y un buey― le recomendó su amigo.
― ¿Y vosotros qué hacéis, chicos?― les preguntó Ruth.
― Yo soy diseñador gráfico― nos explicó Cristián― y él es mecánico.
― Mecánico y con tierras― bromeó Ruth― es todo un partidazo, Siena.
Eran chicos simpáticos, estuvimos charlando con ellos unos quince minutos, el tiempo que Dante y Manu tardaron en llegar. Para ese momento Daniel se había tomado demasiadas confianzas conmigo y había cogido mi mano porque según él iba a leérmela. No pude evitar reírme porque el chico era gracioso y estaba soltando un montón de tonterías, pero entonces llegaron ellos y por su expresión Dante no parecía muy feliz:
― Hola― saludé intentando restarle importancia al incipiente cabreo que se le estaba formando a Dante― estoy feliz de que hayáis dejado la Play por nosotras. Sé lo mucho que la quieres― le dije a Manu.
― Ah... ¿qué puedo decir? Dante me estaba dando una paliza― me contestó él con una sonrisa.
― Bueno chicos, gracias por la compañía― despedí a Daniel y Cristián.
― Ha sido un placer― me contestó Daniel― y recuerda ¡tengo tierras!
― Lo recordaré― Dani volvió a coger mi mano y dejó un beso en mi dorso.
― Que lo paséis bien― se despidió Cristian. Dante se sentó en el sitio que Daniel acababa de dejar libre y Manu ocupó el de Cristian.
― Adiós― nos despedimos Ruth y yo.
― ¿Quién eran esos?― preguntó Manu de forma despreocupada. Supongo que a él la situación le hacía gracia, a Dante en cambio estaba a punto de salirle humo de la nariz.
― Ni idea― explicó Ruth― querían invitarnos a una copa, les hemos dicho que no pero se han sentado a charlar. Pobrecillos...eran simpáticos.
― Deja de fruncir el ceño― le dije a Dante bajito antes de darle un beso― solo han estado aquí como quince minutos.
― Pues el tío este ha cogido confianza muy rápido― le iba a dar una paliza a Dante y nadie podría evitarlo.
― Nosotros volvemos enseguida― les dije a Manu y Ruth que me miraron extrañados porque mi humor había cambiado de repente. Salí del pub esperando que Dante me siguiera e hice un par de respiraciones antes de que él saliera.
― ¿Podrías no montar numeritos de estos?― me preguntó también él de mal humor.
― ¿Podrías no ser tú tan capullo? ¿Qué es lo que te pasa? 
― ¿Qué crees tú qué me pasa?
― No lo se, francamente no entiendo que te cabrees porque yo haya hablado quince minutos con un chico.
― Él estaba tonteando.
― Bueno, tú lo has dicho. Él. 
― Y tú también.
― Me estaba riendo, Dante. Porque aunque no me apetecía que esos dos chicos se sentaran con nosotros han sido agradables y ¡era gracioso! ya está, no he hecho nada malo. Además sabes que yo no tonteo, no se ¿o no te acuerdas de la noche que nos conocimos?
― Me acuerdo.
― Fantástico ¿tonteé contigo?
― No... de acuerdo, se te da fatal― admitió.
― ¡Gracias!― exclamé― que por una razón desconocida a ti te gustara esa noche no quiere decir que ahí dentro pasara lo mismo. Esos chicos solo estaban pasando el rato y si hubieran tenido suerte pues para ellos genial. Nada más.
― Está bien... soy un capullo. Lo siento― se disculpó. Yo me acerqué más a él y juntando mis manos detrás de su nuca lo acerqué para poder darle un beso de verdad.
― No pensé que fueran un idiota celoso― le dije.
― ¿Quién está celoso aquí?― preguntó como si la cosa no fuera con él, yo me quedé mirándolo con una ceja arqueada― Vale, pude que esté un poco celoso.
― Eso me sirve.
― Pero es que a pesar que me tienes sin sexo hace muchos días― yo rodé los ojos― eres maravillosa, Siena. Y te quiero― esa era la segunda vez que Dante me decía “Te quiero” y realmente yo siempre había sido el tipo de chica que no le daba importancia a esas dos palabras. Para mi el amor siempre había cobrado significado por los actos que realizaba una persona y no por las palabras que decía. Pero que Dante me dijera que me quería era...no se, raro. Era la segunda vez y a diferencia de la primera, en la que pude fingir que no lo había oído o que entendía que él lo había dicho debido a la situación no podía ignorarlo.
― Yo creo que te quiero un poco también― le dije finalmente.
― ¿Sólo un poco?― me preguntó antes de besarme.
― Cuando dejes de ser un idiota puede que lo de “un poco desaparezca”.
― Entonces tendré que dejar de ser un idiota.

Minutos después volvimos a entrar, habían pasado a penas diez minutos desde que salimos por eso me sorprendí tanto al encontrarme a Manu y Ruth besándose como si no hubiera mañana. Yo estaba medio alucinada por la velocidad con la que hacían las cosas esos dos y Dante estaba tremendamente divertido, se aclaró la garganta para hacerles saber que estábamos de vuelta:
― No me mires así― me dijo Ruth― sabes que lo de la sutileza nunca ha sido lo mío.
― Ya... pero no hacías estas cosas cuando tenías doce años― le respondí yo.
― Lo sé... empecé tarde con lo de los besos― contestó ella con gran pesar.

Nos quedamos un rato más en el pub tomando algo y luego todos y quiero incluir a Ruth es ese TODOS nos fuimos a casa de Dante y Manu. De manera nada sutil, porque era imposible hacerlo disimuladamente Dante y yo les dejamos  un poco de intimidad a esos dos. Con la excusa del sueño declaramos que nos íbamos a dormir y nos metimos en el cuarto de Dante. Pude que la excusa fuera darles espacio a esos dos para que se enrollaran libremente pero lo cierto es que Dante atacó mi boca nada más cerrar la puerta:
― Hmm― dije mientras Dante besaba mi cuello― No pensé que lo de esos dos fuera tan rápido. Aunque realmente Manu y Ruth dan bastante el pego― y eso era cierto, estéticamente Ruth y Manu eran una de esas parejas perfectas. Él era muy “moderno” muy tatuado y ella era muy “indie” muy guapa.
― Déjalos que disfruten.
― Ya lo hago, solo es que estoy alucinando un poco.
Oh ¡buen Dios, Siena! Tienen un montón de tensión sexual acumulada de sus encuentros en el bar, así que no es tan raro. Y ahora, por favor, céntrate en mi que te aseguro que llevo más tiempo sin sexo que Manu.
― Eres imposible...

Esa noche no pude pegar ojo, no porque me la pasara teniendo sexo con Dante, aunque también lo hicimos; si no porque Manu y Ruth no nos dejaron ¡Madre mía que escandalosos eran! No se que le estaría haciendo Manu pero sin duda debía ser muy bueno. Ante la situación Dante no podía parar de reirse:
― ¿Es siempre así con él?
― Mierda no― contestó― no se que estarán haciendo pero estoy por levantarme e ir a mirar― me reí ante la declaración de Dante.
― Tengo sueño― me quejé acurrucándome contra él.
― Y yo, y tengo que levantarme en 4 horas. Pero bueno, supongo que es una venganza por todas las veces que nosotros no le hemos dejado dormir.
― Oh vamos, nosotros no despertamos a todo el vecindario.
― Bueno puede que a todo el vecindario no, pero Manu se ha quejado más de una vez.
― ¿En serio?― Dante asintió― ¡Qué vergüenza!
Tranquila, a él seguro que mañana no le da nada de vergüenza. Además estas paredes son de papel. 
― Es como si hubieran puesto una película porno de sonido ambiental― Dante se carcajeó.
― Ya que no vamos a dormir ¿quieres que les hagamos la competencia?
― Oh Dante ¡eres tan hombre!― exclamé.
― ¿Y qué tiene eso de malo?
― Nada, cariño. Anda... ven aquí.

Y el resto de la noche solo pude disfrutar y compadecerme de los pobres vecinos de Dante.

2 comentarios:

Gely dijo...

siento no haber dejado comentario aantes :(
tus capis siempre me gustan así ke nada malo ke decir.

Karol dijo...

Se me habia caído el internet lo siento nena , pero acabo de leer el capi y esta buenísimo , me encanto el personaje de Ruth creo que a Siena le hacia falta una amiga de su mismo sexo ya que por muy buen amigo que sea Alex nunca es lo mismo XD , espero con ansías el sgte capi saludos :)