martes, 29 de octubre de 2013

Segundo capi de la historia de Alex. El título es "LA OTRA"


Y seguimos con el segundo capitulo de la historia de Alex, espero que os guste!

ALEX

Estaba contento de tener al fin vacaciones. El primer año como médico había sido sin duda agotador, además después de aprobar el MIR solo encontré plaza en Donosti y aunque no me disgustaba vivir allí, y había hecho buenas migas con algunos compañeros de trabajo, echaba de menos a Pol y a Siena.
Llegué a mi antiguo apartamento en Barcelona, por costumbre subí por las escaleras y en el tercer piso me encontré con una mudanza, un hombre de mediana edad y un tipo joven estaban subiendo un sofá mientras una chica menuda pero con unas piernas y un culo estupendo intentaba convencer a su padre de que ella podía sustituirle. Sin pensarlo siquiera ofrecí mi ayuda y en un momento subimos el sofá. Mientras los dos hombres metían el mueble dentro del Ático B, el apartamento que llevaba vacío desde antes de que yo ocupara el Ático A, intercambié unas palabras con la chica, me dijo que era ella la que iba a vivir allí y debo admitir que me alegré porque pese a que en esos momentos ella estaba hecha un asco era condenadamente atractiva, me despedí después de insinuarle que estaba disponible para lo que ella quisiera.

Si fuera una persona de las que se deprimen me habría deprimido al entrar en mi casa, estaba a oscuras y llena de polvo, no había nada de comer y además olía a cerrado. Realmente no es que me importase mucho porque planeaba pasar muy poco tiempo allí, pero igualmente abrí las ventanas para que al menos desapareciese el olor y tras tirar mi bolsa de viaje encima de la cama, salí a comprar algo de comida porque estaba al borde de la inanición y tras zamparme un Keebab volví a casa, me duché y salí para ir a visitar a Pol y Siena.
Al salir del apartamento me encontré con una escena de lo más divertida en el rellano, mi sexy nueva vecina estaba enroscada con un tipo mayor que ella, estaban a punto de ponerse a follar allí mismo y como siempre he vivido para incordiar a la gente decidí interrumpirlos. Ella se envaró y se puso roja, consciente de como los había encontrado y de como iba vestida, repetiré que la chica era realmente agradable a la vista, llevaba solo una camiseta que a penas le tapaba el culo y para mi deleite noté que no llevaba sujetador, me despedí con un asentimiento de cabeza y me fui aguantándome la risa. Mi nueva vecina era muy entretenida.

Pol abrió la puerta sonriente y antes de que pudiéramos saludarnos Siena se abalanzó sobre mi para abrazarme, mirando divertido a Pol la estreché entre mis brazos y la besuqueé.
― ¡Cuánto entusiasmo!― le dije― no sabía que me echaras tanto de menos.
― Pues sí, te echo mucho de menos ¿por qué te has tenido que ir a la otra punta del país?― me reprochó mientras me abrazaba más fuerte.
― Oh vamos, no está tan lejos. Y hablamos todos los días, no es como si nos hubiéramos olvidado el uno del otro.
― Lo sé, lo sé...― se separó de mi y se limpió unas lágrimas que amenazaban con escapar de sus ojos.
― ¡Y el hijo pródigo ha vuelto!― me dijo Pol antes de darme un mucho menos efusivo abrazo.
― Oye, no te hagas ahora el macho conmigo― le pinché para luego estrujarlo apropiadamente.
Me puse al día rápidamente con ellos y no es que en realidad hubiera muchas novedades ya que hablaba con ellos casi todos los días, daba gracias por el Skype y las tarifas planas de móvil porque sino mi sueldo se iría íntegramente en la factura del teléfono. Había algo diferente en Siena, no podía decir el qué, pero pese a ese algo que no podía descifrar ambos se veían exactamente como la ultima vez que los había visto, es decir, enamorados y felices.
Cenamos en la terraza e hicimos el idiota como siempre, Pol y yo empezábamos a estar ya un poco borrachos después de toda la cerveza ingerida, en un momento de iluminación vi que Siena, que siempre era la que más rápido se achispaba, no lo estaba y entonces me di cuenta de que no la había visto beber nada más que agua.
― ¿Por qué no has bebido nada?― le pregunté.
― No me apetece.
― Oh vamos, pero estoy aquí y hay que celebrarlo.
― Pensaba que desde que eras médico eras más responsable.
― Pues te equivocas. Vamos― le dije tendiéndole una cerveza― por los viejos tiempos.
― No voy a beber, Alex― mi mente, aunque aturdida empezó a comprender el porque Siena no estaba bebiendo. Pero no era posible ¿o si? Ella se veía igual que siempre, aunque bueno... si que había algo diferente.
― ¡No me jodas!― Siena miró nerviosa a Pol.
― Siena está embarazada― confirmó él.
― Pero ¿desde cuándo? ¿cómo? ¿por qué?― me parecía increíble que Siena estuviera preñada.
― No creo que a ti, precisamente, tenga que explicarte como― refunfuñó Pol.
― Mierda, sí. Ya se como se hacen los bebés pero ¿era algo que vosotros queríais?
― Queríamos― me explicó Siena― ¡Felicidades, vas a ser tío!
― Estoy en shock... no es que no me alegre, me alegro muchísimo.
― Entonces ¿qué te pasa?― Siena se veía dolida, supongo que esperaba un poco más de entusiasmo por mi parte.
― Es que acabo de darme cuenta de que soy muy mayor.
― ¡Eres un tarado!― dijo Pol riéndose de mi― ¿hasta ahora no te habías dado cuenta de que tienes 30 tacos?
― No, es decir sí, pero no me había dado cuenta de que con 30 años la gente empieza a ser responsable ¡coño vais a tener un hijo!
― Eso ha quedado claro hace cinco minutos― Siena ahora parecía estar divertida con mi crisis de los 30.
― ¡Adiós a mi vida de puterío!― me lamenté.
― Cielo, tu no vas a tener un bebé. Puedes seguir con tu vida de puterío.
― ¿Tú crees?
― Claro, siempre que no perviertas a tu futuro sobrino.
― ¿Sabéis el sexo?― Ambos negaron con la cabeza.
― Es pronto aún― me explicó Pol.
― ¿De cuánto estás?― le pregunté a Siena.
― No lo sé exactamente, unas once semanas, tengo que ir a hacerme una ecografía pronto. Eres el primero en saberlo, queríamos esperar a la ecografía, pero como siempre eres una maldito metomentodo.
― Ese soy yo― afirmé― me alegro por vosotros, mucho, de verdad― me levanté para darles otro abrazo― ¿Se te nota ya?― le pregunté a ella.
― Un poco...― Se levantó la camiseta y se puso de perfil, pude apreciar como efectivamente su vientre presentaba una muy ligera curvatura.
― ¡Es increíble!― exclamé.
― Lo se― estuvo deacuerdo Pol mientras abrazaba a Siena por detrás y ponía la mano en su casi imperceptible barriga.
― Tío ¡has preñado a Siena!
― Lo dices como si fuera un pecado― apuntó Pol.
― Pues que quieres qué te diga, casi lo es. Que tu estés ya mayor no significa que tuvieras que hacerle un bombo a Siena, ella sólo tiene 28.
― ¿Qué es eso de que estoy mayor?
― Vamos tío, empiezas a tener entradas.

Realmente me parecía increíble que mis dos mejores amigos estuvieran embarazados, aunque después de todo el trabajo que me había costado juntarlos, era una gran noticia. Esa noche Pol y yo dejamos a Siena en casa, él tenía ganas de hablar y yo de emborracharme. Siena, por su parte, alegó que estaba en la etapa de las náuseas y que se encontraba continuamente mal por el embarazo y le dijo a Pol que era libre de salir conmigo y pasarlo bien, que no debía preocuparse por ella. No costó mucho convencer a Pol de salir, él también tenía ganas y tras una despedida larga en la que le preguntó a Siena si iba a estar bien unas mil veces me lo llevé de bares.
― Tío― le dije después de algunas copas en el tercer bar que pisábamos― deja de ligar con la camarera que vas a ser padre.
― ¡Yo no estoy ligando con la camarera!― protestó― es ella la que no deja de pasear sus tetas por delante de mi― me reí de él porque era cierto que cada vez que la camarera ponía sus enormes tetas enfrente de su cara él no sabía donde mirar.
― Se lo contaré a Siena, ya verás que gracia― le pinché.
― Eres un capullo― me gruñó. Seguidamente dio un largo trago a su gintonic.
― No sabía que querías ser padre.
― Si, yo tampoco...― dijo con algo de pesar.
― Pues te lo hubieras podido pensar mejor, ahora creo que es algo tarde.
― Coño, no es que no quiera tener el bebé. Simplemente pensé que tendría más tiempo para hacerme a la idea.
― Generalmente la gente tiene 9 meses para hacerse a la idea― Pol me dedicó una mueca.
― Vale, míralo así, hace unos tres meses Siena me dijo que quería ser madre y a mi me pareció una buena idea, lo que no esperaba es que se quedará embarazada tan rápido― me le quedé mirándolo esperando a que continuara― Siena fue al ginecólogo y todo el rollo porque tenía que dejar los anticonceptivos y le dijo que no se preocupara si no se quedaba embarazada enseguida porque su cuerpo podía tardar un año entero en volver a la normalidad. 
― Soy médico ¿recuerdas?― me burlé de él.
― Eres oncólogo.
― ¿Y? No es como si al especializarme se me hubiera olvidado todo lo demás.
― De acuerdo, me extraña que no trates tú a todos los pacientes del hospital... siendo tan listo― me reí.
― Vale, había la posibilidad de que al dejar las pastillas la cosa tardara un poco, pero no tenía porque.
― Ya lo se, pero luego también está la cosa de que no se ¿no se supone que la gente se pasa meses intentándolo? ¿Desde cuando es tan fácil embarazar a alguien?
― Estás de lo más histérico― le dije― y creo que has visto muchas películas en que a pareja de judíos recién casados quieren tener un bebé, no pueden y terminan yendo a la clínica de fertilidad― mi explicación le hizo reír― ¿No has oído hablar de los polvos de una noche y de los bebés no deseados?
― Sí, me extraña que no tengas media docena de hijos por ahí.
― Yo siempre uso protección― Pol sacudió la cabeza con exasperación― Entonces si tu también querías un niño ¿cuál es el problema? ¿qué todo ha sido muy de repente?
― Sí, y yo que se...
― ¿Estás cagado de miedo?
― Lo estoy. Coño ¿qué se yo de bebés? Absolutamente nada.
― Bueno, no hay mucho misterio. Particularmente nunca me han gustado mucho, pero si todo el mundo los quiere debe de ser por algo. Si quieres escuchar mi consejo...
― No se si quiero― me interrumpió, yo le ignoré.
― Para ser padre solo necesitas querer al crío y no malcriarlo demasiado. Lo de los pañales y toda esa cosa lo aprenderás con los días, seguro que alguien ha colgado un tutorial en Youtube― bromeé― Siena no va a dejar que lo hagas mal así que no te preocupes.
― Sí eso sí, pero ya sabes que soy un especialista en cagarla cuando se trata de Siena.
― Como la cagues con Siena otra vez te daré una paliza― le advertí, por no decir amenazar, muy sinceramente.
― Lo se.
― Bien ¿quieres otro gintonic? Yo si.

Tras un par de copas más Pol estaba listo para irse a casa, estaba preocupado por Siena y yo le dije que se fuera, total yo estaba muy feliz en brazos de una rubia. Pol se fue y yo me fui a casa de la rubia donde terminé la noche muy productivamente. Volví a mi casa cuando ya estaba amaneciendo y al llegar me encontré con un gato encima de mi cama, el bicho estaba durmiendo plácidamente. Supuse que era de mi nueva vecina de manera que fui a llamar a su puerta para devolvérselo, ella abrió la puerta confundida pero ¡joder! era realmente sexy y pese que terminaba de tener un sexo bastante bueno noté como mi amigo reaccionaba a la visión de ella recién levantada de la cama vestida con unos escuetos shorts y una camiseta que dejaba poco a la imaginación. Me autoinvité a tomar un café y charlamos un poco, a parte de estar buena, parecía simpática. No pude evitar insinuarme antes de volver a mi casa, lo tomó con humor lo que me hizo pensar que íbamos a llevarnos bien.

Pese al café que me tomé antes de irme a la cama, dormí como si no hubiera un mañana. Estaba molido y solo me desperté porque alguien llamaba de manera muy insistente a la puerta, yo dormía en pelotas de manera que me levanté a abrir tal cual iba. La que llamaba sin cesar era Siena que me chilló que me tapara en cuánto abrí la puerta:
― Oh vamos, sabes que disfrutas de la vista― le dije apoyándome en el marco de la puerta solo para incordiarla un poco más.
― Creí que solo tenía náuseas al levantarme pero ahora mismo estoy teniendo otra vez― me gruñó. Mientras manteníamos esa estúpida conversación, mi vecina de enfrente, salió de su casa y los ojos se le pusieron como platos al encontrarme allí en pelota picada.
― Vecina― la saludé divertido.
― Hm buenas tardes― me contestó metiéndose en el ascensor a toda prisa.
― Madre mía, Alex― me riñó Siena― debería caerte la cara de vergüenza ¡pobre chica!
― Anda pasa― Siena entró y mientras hacía una inspección al deplorable estado de mi apartamento yo fui a ponerme algo de ropa― ¿qué haces aquí tan temprano?― le pregunté desde mi habitación.
― Cielo, son las cuatro de la tarde.
― ¿Sabes que en tu estado no es bueno que salgas a la calle en las horas más fuertes de calor?
― Chorradas, estoy bien. Solo me encuentro mal por la mañana― salí nuevamente medianamente vestido.
― ¿Quieres tomar algo? Aunque creo que solo puedo ofrecerte agua.
― No, acabo de tomarme un granizado.
― ¿Dónde has dejado a Pol?
― Tenía que ir a trabajar, no se que de la presentación para un cliente.― hacía un par de años que Pol trabajaba en una agencia de publicidad y ganaba un montón de pasta. Yo solía incordiar a Siena diciéndole que era una mujer florero, ella estaba haciendo su tesis para doctorarse y era profesora adjunta en la universidad, no ganaba mucho dinero.
― Bueno Betty Draper
, acostúmbrate.
― ¡Qué gracioso eres! Oye, tú casa está hecha un asco.
― Ya lo se, pero no he estado aquí en meses, es normal. Solo tengo que quitar un poco el polvo y ya está.
― ¿Quieres que te ayude?― En los últimos años a Siena se le había despertado una pequeña obsesión por la limpieza.
― Claro que no. Tú no hagas caso― me miró con cara de disgusto― ¿Sabes que Pol está un poco asustado, verdad?― le dije para distraerla.
― Lo se. El muy idiota cree que no me he dado cuenta. ¿Qué te ha dicho?
― Bueno, resumiendo que no tiene ni idea de bebés y que aunque lo quiere no esperaba que todo fuera tan rápido.
― Tampoco yo, la verdad. No esperaba quedarme embarazada tan pronto, seré una coneja o algo― me reí de ella sin ningún disimulo.
― Piensa que habría sido peor al revés ¿no? Que lo intentaseis una y otra vez sin éxito.
― Si, en eso llevas razón ¿pero que voy a hacer con Pol?
― Dale un poco de tiempo, tiene que hacerse a la idea y compra muchos libros de esos que se compran las locas embarazadas.
― Deberías volver aquí― me dijo― sin ti esto va a ser un caos. Parece que siempre tengas la solución para todo― Siena me abrazó y yo la achuché con cuidado.
― ¿Estás llorando?
― Son las puñeteras hormonas ¿vale?― me gruñó.
― Está bien, no he dicho nada.
― Tú solo abrázame un poco más― de repente Siena dio un bote y se apartó de mi― ¡Jesús!― gritó― ¿desde cuando tienes un gato?― Me preguntó llevándose la mano al pecho. Sheldon, el gato de mi vecina, se había vuelto a colar en mi casa y supuse que se habría rozado contra la pierna de Siena.
― No es mío― le expliqué― es de la vecina. Creo que pasa de balcón a balcón como si fuera el dueño― me agaché pare coger al gato en brazos― ¿verdad que si, Sheldon?― el gato ronroneó feliz.
― Qué susto me ha dado― pero se acercó para rascarle detrás de las orejas― Oye ¿qué es eso de que tienes una novia?― me preguntó.
― ¿Quién te ha dicho semejante tontería?
― Pol.
― Pol se inventa muchas cosas. No tengo ninguna novia, es solo que estoy follando con una chica asiduamente. Nada más.
― ¿Qué es asiduamente?
― No se, como hace dos meses.
― ¿Te gusta?
― Está buena y está a favor del sexo anal― Siena puso cara de asco haciéndome reír― ¿qué más puedo pedir?
― ¡Eres asqueroso, Alex! De verdad que lo eres.
― ¿Qué pasa? ¿Pol no ha explorado tu cueva trasera?― la incordié un poco más.
― Lo intentó una vez. Casi le rompo la nariz― me reí al imaginarme la imagen.
― Deberías dejarle, te gustaría.
― No gracias. Mi cueva trasera, como tu la llamas, está muy bien siendo inexplorada.
― ¡Qué mojigata eres!
― Déjame en paz, estábamos hablando de ti.
― Es cierto ¿qué quieres saber?
― ¿Estás saliendo o no con esa chica?
― Espero que no porque de ser así le puse los cuernos anoche. Y no me gusta poner los cuernos, es algo muy feo.
― ¿Pero sabe ella que no salís?
― Siena, cielo, una chica que deja que se la metas por el culo la primera vez que te la follas no busca ningún tipo de relación.
― No tienes tacto ninguno― y para hacer más evidente mi falta de tacto mi estomago rugió sonoramente en ese momento.
― ¿Me esperas mientras me doy una ducha y me acompañas a comer algo?
― Claro― Mientras yo me duchaba y me vestía Siena me limpió medio piso.
― ¿Se puede saber que haces, mujer?
― ¿Quitar el polvo?― me preguntó inocentemente.
― Estás como una cabra ¿se puede saber que te pasa con la limpieza?
― No lo se, supongo que las mujeres llegamos a una edad en la que nos ofende ver las cosas sucias. Pol dice que es el gen de la madre, es como si de repente se nos diera bien todo lo relacionado con las cosas de casa ¿Conoces a alguna madre que no sepa quitar determinada mancha de determinado artículo?
― Sí, la mía.
― Bueno, con los ricos es diferentes.
― ¿Te suena de algo el movimiento feminista?― le pregunté burlón.
― Claro que si, pero es diferente, yo decido si me apetece ponerme a limpiar o no. Además, en casa, Pol hace muchas cosas.
― ¿Aún no te ha convencido de contratar a alguien?
― No, ni lo va a hacer. Tengo 28 años no necesito que nadie venga a limpiarme la casa.
― ¿Te das cuenta de que estamos hablando de cosas de gente muy mayor? La casa, los hijos, la hipoteca.
― Yo no tengo hipoteca, y tú tampoco― se rió.
― Pero podría tenerla si quisiera ¿vale?
― ¿No han pagado en efectivo tu casa de San Sebastián tus padres?
― ¿En efectivo? ¿Crees que son de la mafia o algo? Además pago alquiler, no me han comprado ninguna casa.
― Pero lo intentaron.
― Touché.

Siena y yo fuimos a comer, no me preocupé de que el gato se quedara en casa, si no volvía él a la suya por sus propios medios se lo llevaría más tarde a la vecina. Después de que Siena me hiciera compañía mientras yo me comía una pizza familiar, me acompañó al super para asegurarse de que me compraba alimentos de verdad, definitivamente se le había despertado el instinto maternal. Dejamos la compra en mi casa y nos fuimos a dar una vuelta. Mientras paseábamos por el barrio gótico empezó a hablarme de su tesis, desconecté porque la historia siempre me había aburrido de forma soberana, de vez en cuándo asentía para parecer que escuchaba. Ella se dio cuenta de que no la estaba escuchando para nada, lo noté cuando me pellizcó el brazo:
― Si no te interesa dímelo y así me ahorro toda esta verborrea.
― Perdóname, seguro que es apasionante pero...
― Sí, sí no te interesa la historia.
― Exacto.
― ¿Qué hora es?― me preguntó.
― Pues las ocho y media ya― le contesté tras mirar mi reloj.
― Pol debería haber salido ya de trabajar.

Siena le llamó y él le dijo que estaba saliendo, nos encontramos quince minutos después y fuimos a tomar algo primero y luego a cenar. La cena se alargó hasta las 12 pero no pasó de eso, de una cena. Siena empezó a bostezar bastante pronto y Pol también estaba bastante cansado, había madrugado para ir a trabajar y por la noche se acostó tarde, así que nos despedimos y me volví a casa. Aburrido.

2 comentarios:

aylu dijo...

Gracias x el capi!! Alex!!!!!!!!! ya quiero q empiece la tensión con la vecina jajaj

Anónimo dijo...

gracias An, por fin la tan esperada historia de Alex!