martes, 8 de octubre de 2013

Sex, drugs & rock'n roll - Cap. 11.


Voy a intentar subir capítulo de Verano a finales de semana. Mientras espero que os guste esto! Besos, An.


El sábado estuve pensativo, algo que no era habitual en mi. A ver, no es que no pensara normalmente en las cosas, pero admito que era más de actuar, de vivir el momento. Puede que si me hubiese detenido a pensar más a menudo hubiera evitado algunos líos en mi adolescencia...

La noche anterior, bueno más bien dicho, esa misma mañana, habíamos terminado desayunando todos en un bar de mala muerte, y con todos me refiero también a Helena, a Cami, y al camarero; que después de todo no se llamaba Alex ni Axel sino Raul. Mi hermanita y él estuvieron hablando bastante e incluso flirtearon ¡Dios! nunca pensé que vería a mi hermana haciendo cosas como tocarse el pelo, batiendo las pestañas, marcar canalillo, etc, etc. La muy condenada se parecía a mi mucho más de lo que quería reconocer, eso de ligar se le daba muy bien, el chico prácticamente estaba babeando sobre ella. 
El caso, es que a las 8.30 de la mañana metí a mi hermana y a Camila en un taxi y los demás también nos fuimos a casa. Dormí casi hasta las 4 de la tarde y cuando me levanté arrastré el culo hasta el sofá donde lo único que hice fue descolgar el teléfono para pedir una pizza que, orgullosamente, puedo decir que me la zampé yo solo. Después continué en el sofá reflexionando ¿me gustaba Mia en serio?
― ¿Qué le pasa?― preguntó Héctor.
― No lo se, puede que esté enfermo― opinó Oriol.
― Se ha comido él solo una pizza familiar, debe ser una indigestión― metió baza el pirado de Piti. Mis tres compañeros de piso estaban plantados en la puerta del comedor hablando de mi.
― O las drogas... ¿se habrá quedado pillado como El Luisma
?― preguntó Oriol.
― Os estoy escuchando y como me levante voy a daros una leche a cada uno― gruñí.
― ¿Qué coño haces sentado en el sofá con la tele apagada?― me preguntó Héctor.
― Reflexionar.
― ¿Sobre qué?
― El sexo, las drogas y el Rock’n roll― respondí.
― Siento decírtelo pero no eres Mick Jagger ni cualquier otra estrella del rock, así que no te pongas profundo porque no te va a servir ni para escribir un libro, ni para componer un tema tan genial que marque a muchas generaciones― razonó Piti antes de sentarse a mi lado y encender la tele― ¡Anda! Pesadilla en la cocina, este no lo he visto.
― Yo tampoco, hazme un hueco― se apuntó Héctor. Yo me levanté y me dirigí al pasillo― ¿dónde vas?― quiso saber gritando.
― A ducharme― grité de vuelta.

Tras la ducha me vestí con lo primero que pillé del armario, que gracias a la señora rusa estaba todo siempre limpio, y llamé a Mía:
― Hola― contestó.
― Ei ¿qué haces?
― Hmm... nada, aburrirme en casa.
― ¿Te apetece ir a dar una vuelta?
― Claro.
― ¿Cuánto tiempo necesitas?
― Una media hora.
― Está bien, pasaré por ti a las 7.

Cuando media hora después llegué a casa de Mía ella estaba esperando en el portal, hacía frío así que iba envuelta en un montón de ropa y una gruesa bufanda que le cubría media cara. Detuve la moto y ella me saludó con la mano antes de venir hacia mi. Tras saludarnos más apropiadamente, le tendí un casco y esperé a que se subiera detrás. Dejé la moto en la Ronda de la Universitat, cerca de Plaza Catalunya, y después de unos minutos estábamos paseando por Les Rambles:
― ¿Dónde vamos?― me preguntó.
― De museos ¿te apetece?
― Pues no mucho, la verdad. Si querías aburrirme solamente tenías que dejarme en casa.
― ¡Venga, mujer! Un poco de cultura no te va a sentar mal.
― Si tú lo dices. Aunque te aviso, puede que me duerma.
― Te prometo que te mantendré despierta. Vamos, que hace frío― tiré de ella cogiéndola de la mano. Poco tiempo después llegábamos a nuestro destino.
― ¿En serio?― preguntó― ¿El museo de la erótica?
― Es mi museo favorito― le respondí sonriente.
― No se porque no me extraña.
― ¿Has estado alguna vez?
― Claro que sí, vengo cada día― ironizó.
― Anda, deja de ponerte sarcástica y entremos.
Convencí a Mia para entrar y una vez dentro nos pasamos un buen par de horas recorriendo el museo. Mia no se aburrió, de hecho miró todas las obras con bastante interés, ponía caras muy divertidas cuando se topaba con algo que le sorprendía, ya fuese para bien o para mal:
― A eso lo llamó yo un buen felpudo― bromeó delante una fotografía.
― Sí, nadie le advirtió que se hiciera la cera antes de la sesión de fotos― respondí divertido.
― Seguramente pensó que se lo arreglarían con photoshop― siguió con la coña.
― Sí, eso o que la pasarían por un filtro de Instagram― Mia se rió sonoramente.
― Eso sin duda sería muy interesante. Me gustaría poder hacerle una foto y pasarla por un filtro.
― Bueno, dudo que a los del museo les haga mucha gracia pero si quieres te presto mi pene.
― ¿En serio? ¿Puedo?― preguntó riendo.
― Claro que no. El mundo no está preparado para ver mi pene con un filtro del Instagram. Sería demasiado bonito.
― Oye, si no quieres enseñar tu cosita lo entiendo― avanzó un poco más por la exposición.
― ¿Cómo que cosita?― Ella me miró divertida.
― No tienes nada de lo que avergonzarte, tu pene es muy bonito pero puede que no sea digno de Instagram.
― ¿Crees que un plato de sushi es digno de Instagram pero mi polla no lo es?― ella rió.
― Puede.
― ¡A la mierda! Vamos.― Dejamos de lado las últimas obras de la colección y buscamos los baños. Había uno para personas en silla de ruedas así que abrí la puerta, hice que Mia entrara y después me metí yo. Cerré la puerta y eché el pestillo.
― ¿En serio vas a sacarte una foto de tu pene?
― ¿Yo? qué va. Vas a sacarla tú― dejé mi abrigo sobre el lavamanos, le tendí mi móvil y me bajé los pantalones junto a mis bóxers. Ella arqueó la ceja retándome y yo la miré expectante.
― ¿De verdad?― yo asentí con la cabeza― Vale pues― apuntó a mi pene con la cámara del móvil― sonríe― dijo burlona. Mi pene no sonrió pero definitivamente empezaba a estar un poquitín contento.― Muy bonito― Mia se tronchaba de la risa― ¿qué filtro quieres?
― Déjame ver― me enseñó la foto y yo me reí también.― Oye, pues no sabía yo que tenía un pene tan fotogénico. Yo diría que el filtro que mejor le va es el 1977.
― Sin duda, le da un aire vintage.
― Y elegante.
― Por supuesto― pasé a la siguiente pantalla y le puse de pie de foto “arte erótico vintage”― ¿Lo harás en serio?
― Pues claro― y le di a confirmar.
― ¡Dios santo, Dick! Estás loco.
― No lo dudes― le aclaré antes de besarla. Ella aceptó el beso y cerró la mano entorno a mi polla, me mordió el labio antes de empezar a deslizar su mano arriba y abajo. Yo colé mi mano dentro de sus pantalones mientras que la otra disfrutaba de sus pechos.
― ¿Tienes un condón?― me preguntó. Yo asentí algo extrañado, porque no habíamos utilizado condón desde los primeros polvos― póntelo― me ordenó.

Mientras yo buscaba el condón y me lo ponía, Mia se bajó los pantalones y también las preciosas bragas que llevaba. Esperó a que la follara inclinada sobre el lavamanos. En cuando tuve puesto el preservativo, me acerqué a ella y la penetré desde atrás, ambos gemimos fuerte antes de recordar que estábamos en el baño de un museo. Mia me estaba mirando por el espejo así que le hice el símbolo del silencio antes de volver a embestir dentro de ella.
Media hora después salimos del museo con una sonrisa dibujada en la cara, había sido un muy buen polvo y, a parte, nos había entrado la risa tras salir del baño y encontrarnos a uno de los trabajadores del museo mirándonos irritado.
― No deberíais tener esto colgado en las paredes si no queréis que la gente acabe así ¿sabes cuántas ideas nos ha dado?― le había dicho Mia dejándolo estupefacto. A mi me provocó una enrome carcajada.
― ¿No es la chica perfecta?― añadí yo orgulloso mientras nos íbamos. Una vez en la calle abracé a Mia y la besé con fuerza provocando la ira de los transeúntes por interrumpir su paso― Me estoy muriendo de hambre ¿y tú?
― ¡Por favor! Llévame a comer algo.

Nos adentramos en las calles del casco antiguo aún con el ánimo levantado, y unos quince minutos después dimos con un restaurante decente. Yo, pese que la pizza familiar que me había zampado pocas horas después, tenía un hambre atroz y me apetecía algo de comida consistente, como un buen filete. Nos dieron una mesa y mientras tomábamos una cerveza y leíamos la carta, Mia me preguntó:
― ¿Por qué te interesa tanto el arte?
― No lo sé― respondí― simplemente me gusta.
― Eso no es una respuesta― me acusó.
― De acuerdo, pero te aviso que voy a ponerme profundo― le advertí.
― Soy toda oídos.
― Creo que me gusta porque es algo que ha existido desde siempre, es... no se, una muestra de que el ser humano puede crear cosas extraordinarias. A veces pienso que todo el mundo tiene algún tipo de expresión artística, aunque se mínima, y claro, después están los genios.
― ¿Todo el mundo? ¿Y qué expresión artística tengo yo?
― Sin duda tus soufflés de ayer deberían considerarse arte― le dije con una sonrisa.
― ¿Ah sí? ¿Y qué me dices de ti? ¿Cuál es tu expresión artística?
― Por favor, Mia... ¿qué pregunta es esa? Todo el mundo sabe que soy un artista follando. Es más, algunas dirían que un genio, un superdotado― bromeé evocando su risa.
― ¡Eres un creído!― yo la besé divertido. Fue un beso corto y tras separar mi boca de la suya me sorprendí al encontrar la cara de Olivia a poco más de un metro.
― ¡Dick! hola― saludó tan sorprendida como yo.
― ¡Oli!― exclamé mientras me levantaba para darle un beso y un abrazo― ¿Qué haces aquí? ¿Es que tú familia me está vigilando?
― He venido a cenar con Lucas, el restaurante es de un amigo suyo― entonces reparé que Lucas estaba de pie justo a su lado.
― ¿Cómo estás, hombre?― le saludé.
― Genial, muy bien acompañado... como tú.
― Ella es Mia― les presenté― y Mia estos son Olivia y Lucas. Olivia suele perseguirme allá donde voy, no quiere admitirlo pero está enamorada de mi― bromeé ganándome un nada discreto pero si bastante doloroso pisotón por parte de Oli.
― Eres idiota― bufó― Es un placer, Mia― le dijo a ella amablemente― Dick y yo nos hemos criado juntos.
― Sí, y no consigo explicarme porque hemos salido tan distintos.
― ¿Os sentáis con nosotros?― preguntó Mia sonriente.
― ¿No os molestamos?― preguntó Lucas prudentemente.
― Claro que no― respondió Mia.
― Es más, me alegro que estéis aquí. No se quien me cortaría la carne si Oli no llega a aparecer― añadí.

No hubo problema en juntar un par de mesas, puede que fuese porque Lucas era amigo del dueño o simplemente porque en el restaurante eran así de simpáticos. Tras estar todos nuevamente acomodados, Oli y Lucas escogieron rápidamente y pedimos. Mientras esperábamos nuestra cena le conté a Olivia, y también al resto, que la noche anterior me había encontrado a nuestras hermanas. Mia se removió incómoda en la silla cuando mencioné el nombre del lugar en el que había estado la noche anterior. La cena prosiguió animadamente, charlando y haciendo un poco el tonto, mi misión en la vida era incordiar a Olivia y si no lo conseguía me sentía un fracasado. Esa noche la incordié casi sin proponérmelo, ella que era bastante adicta al móvil puso los ojos como platos cuando estaba mirando Instagram:
― ¿Por qué hay una foto de un pene enorme en tu Instagram?― me preguntó escandalizada. Mia y yo nos reímos. Yo no había vuelto a pensar en la dichosa foto.
― No es enorme― le contesté.
― ¿Cómo que no?― prosiguió ella sin saber lo que estaba haciendo― Esa cosa es sin duda descomunal― le enseñó la foto a Lucas que asintió mientras se reía.
― ¿No es tierna?― le dije a Mia― ella piensa que mi pene es descomunal― acto seguido Olivia se atragantó con su bebida provocando en mi un ataque de risa.
― Dime que no hablas en serio― yo aún me estaba riendo por lo que Mia contestó por mí.
― Por desgracia lo hace.
― ¡Eres tan asqueroso!― me gruñó Olivia.
― Es arte― le respondí divertido.
― No creo que eso sea arte, más bien en pornografía barata e innecesaria. 
― Olivia, me rompes el corazón.
― Tus padres debieron encerrarte en un psiquiátrico cuando tuvieron ocasión.
― ¿Y qué hubieras hecho sin mi?― le pregunté entre risas.

Después de cenar fuimos todos juntos a tomar unas copas y seguimos charlando animadamente. Mia y Olivia habían congeniado y desde que habíamos abandonado el restaurante casi no se habían despegado la una de la otra, eso me dejó a mi con Lucas, no es que me importase, pero me sorprendió ya que Olivia no era precisamente una persona que congeniase rápidamente con desconocidos. Yo, por mi parte, me dediqué a interrogar a Lucas, a sacarle información que, pese a la gran confianza que Oli y yo teníamos, ella no me hubiese contado nunca. Tampoco le pregunté nada muy embarazoso, pero me alegré que las cosas les fueran bien, lo único que les preocupaba a ambos era que los padres de Olivia aún se mostraban algo reticentes en cuánto a su relación, aunque él aseguró que las pocas veces que los había visto habían sido muy correctos:
― Estamos pensando en ir a vivir juntos― me dijo Lucas.
― Eso es genial ¿no? ¿A qué estáis esperando?
― No lo sé, es Olivia la que no se decide. Mi piso es realmente pequeño, así que deberíamos buscar otra cosa...
― Sí, quiero mucho a Olivia no quiero que pienses lo contrario, pero no la imagino viviendo en un sitio con una sola habitación, podría volverse una loca peligrosa.
― Sí... eso no sería agradable― estuvo deacuerdo Lucas― Pero el caso es que yo no soy precisamente rico y Olivia no trabaja así que buscar algo más grande resulta algo difícil― a mi se me escapó la risa― ¿Qué?― Lucas quiso saber de qué me estaba riendo.
― Nada, pero pueden pasar años antes de que Olivia trabaje... yo de vosotros buscaría otra solución.

Olivia había estudiado ADE y en ese momento se encontraba haciendo un master, no estaba muy seguro que en cuando terminara el master empezara a buscar un trabajo, estaba bastante seguro de que su intención era seguir estudiando al menos un par de años más, después de eso, como buena niña de papá buscaría trabajo pero nada que no estuviera relacionado con sus estudios ¡no quisiera el mundo que terminara trabajando en un McDonald’s! así que seguiría chupando del bote hasta que encontrara un trabajo digno para ella, y tal como estaban las cosas, podían pasar años. No estoy diciendo que Olivia no fuera inteligente y válida para muchas cosas, seguramente iba a ser realmente buena en su trabajo, pero no creo que se las apañara muy bien si sus padres decidían cortarle el grifo antes de tiempo.

Hacia las dos de la mañana Mia y yo nos despedimos de Oli y Lucas, subimos caminando tranquilamente hasta el lugar dónde había dejado la moto:
― Tu amiga Olivia es muy simpática― me dijo.
― Sí, parece que le has caído bien también, normalmente es más cerrada con la gente que no conoce.
― Pues no lo hubiera dicho. Lucas también es majo.
― Sí, juntos son como una cesta de gatitos― bromeé.
― Él es mayor ¿no?― yo me reí ante la pregunta.
― Bastante, pero bueno ¿qué importa? Ya te he dicho que conozco a Olivia de toda la vida, y lo digo literalmente, fui con mis padres a verla al hospital nada más nacer― le expliqué― y en todos estos años es la primera vez que la veo así de feliz.
― ¿Tú y ella nunca habéis tenido nada?― quiso saber.
― ¿Por qué todo el mundo me pregunta eso?― exclamé a modo de pregunta.
― No lo sé, quizá porque ella es preciosa y tu eres un depredador sexual― bromeó.
― ¿Así que depredador sexual?― le pregunté divertido. La apreté contra mi y deslicé mi boca hasta su cuello, dónde primero le di un lametón y luego la mordí, no muy fuerte pero lo suficiente para dejarle una marca.
― ¡Ouch!― se quejó ella― esto solo demuestra que tengo razón.
― No he dicho que no la tuvieras, ahora mismo en lo único que pienso es en llevarte a casa y devorarte.
― Pues no se que hacemos aquí perdiendo el tiempo.

Recorrimos el trayecto que quedaba hasta mi moto en un lapso de tiempo realmente corto y tras subirnos me dirigí hacia mi casa, Mia casi hace que nos estampemos contra un taxi cuando deslizó su mano hasta mi polla mientras yo conducía. Pese a lo cerca que estuvimos de morir, me encantó que lo hiciese, se estaba volviendo cada vez más atrevida y deshinibida conmigo y yo no podía estar más complacido. Dejé la moto aparcada de cualquier manera enfrente de mi portal y tras quitarme el casco me vi atacado por ella, de un salto se colgó de mi cuello y mi brazo derecho rodeó su estrecha cintura para sujetarla, ella enrolló sus piernas entorno a mis caderas, nos besamos como si el mundo estuviera a punto de acabarse y no se como conseguí abrir la puerta y subir hasta mi piso, sólo se que cerré la puerta de una patada, que chocamos con la mesa del comedor y que me jodí el codo con el marco de la puerta de mi habitación:
― ¡Mierda!― me quejé por el golpe.
― ¿Estás bien?― me preguntó separando sus labios de mi cuello.
― Sobreviviré― prácticamente la arrojé a la cama y tras quitarme la ropa le hice compañía, ella también se había desnudado así que sus tetas fueron lo primero que recibieron mi atención, pero por lo visto Mia no tenía la intención de que hubiera preliminares porque rápidamente se puso encima de mi.
― Ponte un condón― me dijo tras besarme, en ese momento no estaba en condiciones de hacer preguntas así que rebusqué los condones en el cajón de la mesilla de noche y rápidamente me puse uno, ella misma se dejó caer sobre mi polla.

Juro que esa noche Mia me agotó, y no es que me quejé, fue una gran noche de sexo pero me quede exhausto. Cuando ninguno de los dos pudimos más simplemente nos quedamos en la cama, por regla general ella no se quedaba a dormir pero parecía ser que esa noche si que se iba a quedar, me pareció bien, yo me puse cómodo y ella se recostó sobre mi pecho:
― ¿Te importa que me quede?― preguntó.
― Claro que no. Así por la mañana puedes preparar algo bueno para desayunar― bromeé.
― Me parece un trato justo, cama por comida― yo sonreí y la rodeé con mi brazo, ella suspiró.
― ¿Puedo preguntarte algo?
― Ajá.
― ¿Por qué hemos vuelto a los condones?― reconozco que me había intrigado.
― He estado un par de días con el estómago revuelto― me explicó― supongo que comí algo que sentó mal y he vomitado un par de veces, sigo con la píldora y estoy segura de que no pasa nada, pero por precaución.
― Oh, vale. ¿Ya te encuentras bien?
― Perfectamente― me aseguró. 
― Ayer por la noche te vi― decidí abordar otro tema.
― Debí suponer que estarías por allí.
― ¿Lo pasaste bien con ese aspirante a chulo-playa?
― Fue... raro.
― ¿Raro?
― Estuvo bien, pero no me gustó demasiado. 
― Bueno lleva tiempo perfeccionar el arte de convertirse en un depredador sexual― bromeé.
― Seguro que si― contestó― ¿te molestó?
― Más de lo que quiero admitir― le confesé.
― Eso no está bien, Dick― ella se incorporó y yo también.
― No estoy diciendo que quiero que salgamos en serio ni nada parecido ¿vale? Es solo que sí, reconozco que me sentí celoso. Enróllate con quien quieras, no voy a decirte que vayamos en serio porque si te soy sincero no creo que yo pueda evitar enrollarme con otras tías, es sólo que en otra ocasión no quiero ser testigo de lo que haces― Mia se quedó callada durante un momento y yo esperé pacientemente a que dijera algo.
― Supongo que es lógico, a mi tampoco me sentaría bien verte con otra.
― Bien, entonces durmamos.

Me recosté nuevamente y apagué la luz de un manotazo, después de unos segundos noté como Mia se acurrucaba de nuevo a mi lado, volví a rodearla de nuevo con mi brazo y al cabo de unos minutos simplemente me dormí. Cuando me desperté la mañana siguiente no esperaba encontrar a Mia allí, y efectivamente se había ido.

1 Personaje de la serie de televisión Aída, conocido por haber tomado muchas drogas en su juventud y haberse quedado “tonto”.

3 comentarios:

Gely dijo...

Buen capi Ann!! fue divertido y me gusto esa mención del "Luisma", en mi casa hasta mi peke de 3 años lo prefiere a sus dibus :D

aylu dijo...

jajajj me encanto! gracias x el capi

sara dijo...

GRACIAS POR ACTUALIZAR! quiero mas!!!!