viernes, 13 de junio de 2014

Sex, drugs & rock'n roll. Capítulo 16.


Soy una tardona, lo sé... pero bueno espero que os guste y que me dejéis algún que otro comentario. Besos, AN.



Por la mañana desperté cuando noté que Mia se movía a mi lado, tenía mucho sueño y toda la intención del mundo de seguir durmiendo un buen rato más, pero ella se levantó bruscamente y salió corriendo de mi cuarto. La seguí preocupado hasta el baño donde ella estaba arrodillada delante del retrete vaciando todo lo que había en su estómago:
― ¡Mierda! Dime que no estás preñada― exclamé. Sentí que me mareaba y que el alma se me caía a los pies, mi cuerpo se volvió de repente demasiado pesado y me senté en el suelo porque si no el que iba a empezar a potar sería yo. Esperé con el corazón a punto de salirme del pecho a que Mia me diera una respuesta, una respuesta que tardó en llegar porque ella siguió vomitando un buen rato.
― Dick, respira― me ordenó― no estoy embarazada.― Ante esa afirmación empecé a volver al mundo. Mia se levantó del suelo, tiró de la cadena y se sentó encima del inodoro.
― ¿Estás segura?― le pregunté porque el pánico aún no me había abandonado.
― Sí, y tú también deberías estarlo. Estuve con la regla a principios de semana ¿te acuerdas?
― ¡Oh!― creo que el color volvió a mi rostro de repente― Perdóname ¿te encuentras bien? ¿Qué te pasa?
― Nervios, supongo― respondió― O puede que me sentara mal la cena, o yo que se... no soy médico― refunfuñó.
― ¿Nervios? ¿Por qué?― me arrastré hasta ella quedando arrodillado entre sus piernas.
― No lo se, solo me vas a presentar a tus padres la mañana siguiente a habernos montado un trío organizado por mi― exclamó llevándose las manos a la cara. Lo cierto es que parecía estar un poco histérica― seguro que lo presienten y van a pensar que soy una guarra.
― Estás loca―me reí ―¿cómo crees exactamente que se van a dar cuenta?
― Conociéndote es posible que tú mismo se lo cuentes. Ya lo estoy viendo “Mamá, papá esta es Mia y ayer nos montamos un trío con una alemana”― su verborrea y la pobre imitación de mi voz hizo que me riera más.
― Prometo no mencionar el tema en ningún momento, ni siquiera durante el postre o si se hacen silencios incómodos.
― Eso me deja más tranquila― ironizó.
― Venga, volvamos un rato a la cama― me levanté y le tendí la mano para que me siguiera. Esperé a que lavara la boca y le di un abrazo― ¿Cómo te sientes, eh?― le pregunté estrujándola un poco.
― Mal― lloriqueó― ¡Oh genial!― exclamó segundos después, me apartó y vi que le había empezado a sangrar la nariz. Me estaba empezando a preocupar un poco― Soy un desecho humano― afirmó mientras yo le pasaba un rollo de papel de WC.
― No soy ningún experto― le dije presionando su nariz― pero quizás te vendría bien ir al médico ¿lo has pensado?
― Lo estoy pensando ahora― respondió como pudo. 

La hemorragia se detuvo y después de que Mia se limpiara nuevamente la arrastré hasta la cama, ella se acurrucó mientras yo le daba mimos, joder me estaba volviendo un jodido oso de peluche... Nos quedamos dormidos nuevamente después de un rato en el que yo, muy caballerosamente, le ofrecí la posibilidad de saltarse mi comida de cumpleaños si se encontraba mal. Al fin y al cabo no era realmente importante que asistiera y estaba un pelín, bueno bastante tirando a mucho, preocupado por ella. Ella declinó, asegurando que con un poco más de sueño seguramente se iba a encontrar bien y que si no ya me lo diría.
Cuando volví a despertarme Mia ya no estaba pero me había dejado una nota diciendo que se había ido a su casa para arreglarse, que se encontraba bien y que le dijera a que hora pasaría a buscarla. La comida no era hasta las dos y a penas eran las doce, así que le escribí un mensaje a Mia y me fui a la ducha con toda la calma del mundo.
De manera inevitable me encontré a mis compañeros de piso, como de costumbre montaron un pollo impresionante. Me insultaron, me vitorearon, me volvieron a insultar, se cuestionaron como podía tener tanta maldita suerte, me insultaron de nuevo y finalmente me preguntaron como era eso de montárselo con dos tías a la vez. Me deshice de ellos porque me estaban mareando y como siguieran haciéndome preguntas que realmente no les iba a responder, como si Mia y la “otra” habían hecho tijeritas, iba a llegar tarde, les despaché con unas collejas y me fui.
Cuando llegamos a casa de mis padres Mia estaba a punto de ponerse a vomitar otra vez:
― Dick― me llamó mientras yo metía la llave para abrir la puertecilla del portón de la calle.
― ¿Dime?
― ¿Por qué no me habías dicho que estás, aparentemente, forrado?― me preguntó con los ojos como platos mirando todo a su al rededor.
― Porque es mi familia la que tiene dinero y no es algo que normalmente vaya diciendo por ahí. No es algo importante.
― Bueno, pues deberías haberme comentado algo porque ahora estoy más nerviosa que antes ¿sabes?
― Mia, deja de estar nerviosa. El único miembro disfuncional de mi familia soy yo, así que tranquila. Quiero pensar que a pesar de la opulencia mis padres son bastante normales, mi hermana es un poco gilipollas a veces, pero si ves muestras de esa gilipollez ignórala y ya está.
― Vale― bufó― ¿Voy bien así vestida?― me preguntó. La miré detenidamente, no es como si no lo hubiera hecho antes pero en esa ocasión me fijé en su vestido y no en su culillo respingón.
― Estás muy guapa, de verdad. Este vestido te sienta de maravilla y a la vez grita que eres la nuera perfecta ¿vale?
― Se que te estoy mareando, pero no seas condescendiente.
― ¡Mia, joder!― le gruñí. La agarré y la empotré contra la puerta para después pegar mi cuerpo al suyo y besarla hasta que ambos nos quedamos sin aliento.
― Vale― jadeó― me callo.
― Bien― Un minuto después entrábamos en casa de mis padres con Mia bastante más relajada― ¡Estoy en casa!― grité a todo pulmón.

Tras mi ruidosa anunciación tiré de Mia hasta el salón donde un número de gente mucho más considerable de la que esperaba encontrar gritó “sorpresa” , algunos con más entusiasmo que otros, dándome un susto de muerte. Aún no había tenido tiempo de recuperarme del shock de encontrarme a toda mi familia, y cuando digo toda no me refiero solo a mis padres, hermana y a la familia de Olivia que eran los que tenían que estar en la comida, sino también a mis abuelos paternos, a mis tíos y a mis primos; cuando me hicieron un placaje. No tuve tiempo de reaccionar por lo que me fui al suelo dándome un hostión épico, si con darme contra el suelo de parqué no tenía suficiente; mi primo Berto, que era el que me había placado aterrizó sobre mi haciéndome ver las estrellas:
― La madre que te parió― le dije sin aliento― se que aún te debo 20€ euros pero eso no es razón para que intentes matarme, pedazo de cabrón― él se carcajeó y me besuqueó de una manera muy de la tercera edad.
― ¿Me has echado de menos, primín?
― El sentimiento era más fuerte antes de que me provocaras una contusión cerebral y me rompieras un par de costillas― le contesté yo también divertido.
― No seas exagerado― dijo poniéndose en pie y ayudándome a mi a levantarme del suelo― pero que guapo estás, jodido― exclamó antes de abrazarme. Yo le devolví el abrazo con el mismo entusiasmo.

Berto era, a parte de mi primo favorito, el miembro más descarriado de la familia. Era dos años mayor que yo, y sin duda la peor influencia del mundo para cualquier persona, para mi lo había sido. Nunca he sido ningún santo pero el que me dio mi primera cerveza y mi primer porro fue él, pese a la diferencia de edad se había convertido en mi compañero de crimen. Si bien es cierto que nunca me negué a nada siempre era él el que aparecía diciendo que había una fiesta no se donde o que un amigo le había regalado un poco de coca y que deberíamos probarla o que había conseguido un M de puta madre. Juntos probamos todo tipo de drogas y juntos conseguimos un montón de polvos, porque aunque Berto no fuera ni la mitad de guapo que yo y no lo digo por echarme flores, tenía esa insolencia de niño rico que no se porque les molaba a las tías. Estuve mucho tiempo adorando a Berto y siguiéndole en todo ciegamente, al fin y al cabo yo también fui un adolescente medio gilipollas, pero me di cuenta que mi vida no podía ser todo fiesta y diversión. Berto sacaba lo peor de mi, fue una época de mucho desmadre en la que mis padres estuvieron bastante exasperados, finalmente yo aprendí a controlarme un poco, a compaginar la fiesta salvaje con estudiar y aunque nunca discutimos se abrió una brecha entre nosotros. Él a día de hoy seguía sin oficio ni beneficio viviendo de sus padres que preferían ignorar en que se gastaba su hijo el dinero, unos tres años atrás anunció que se iba a ver mundo y había estado por ahí desde entonces.
No me esperaba verlo ahí, pero tampoco me extrañaba supuse que sus padres le habrían cortado el grifo o amenazado con hacerlo si no volvía a casa una temporada. De repente Berto me soltó y se fue directo hacia Mia:
― ¿Y tu quién eres, primor?― le preguntó sonriente. Ella me miró espantada y yo decidí hacer las presentaciones.
― No esperaba que fuerais tan cutres como para montarme una fiesta sorpresa― dije mirando a mi familia― pero bueno ya que estáis todos aquí, esta es Mia. Mi novia― añadí cuando vi que todos me seguían mirando con estupor.
― ¡No es verdad!― exclamó mi madre en holandés.
― Mamá, me hiere que no me creas capaz de encontrar novia― y puse mi mejor gesto de ofendido. Los ahí presentes dejaron escapar un par de risas.
― No seas gilipollas― contestó haciendo evidente que los ricos también soltaban tacos, Mia a mi lado se relajó un poco, adiviné que estaba empezando a divertirse― Solo estoy asombrada de que nos presentes a una novia tuya.
― Bueno, es la primera que tengo― expliqué― o al menos la primera lo suficiente decente para traer a casa― bromeé ganándome una mirada fea por parte de mi madre y de mi abuela.
― Discúlpale Mia― le pidió mi madre― créeme que le críe mejor que esto.
― No se preocupe, se que tiene buenos modales pero no puede evitar ser un idiota... ¿pero que le vamos a hacer? forma parte de su encanto.
― ¿Desde cuando a ser idiota se le llama tener encanto?― gruñó mi hermana.
― Desde el mismo momento que vosotras empezasteis a usar sujetadores con relleno― le gruñí de vuelta.
― Bueno vale, ya― mandó mi madre― Estamos encantados de tenerte aquí, Mia.  Ven a que te presente al resto, no te preocupes, somos inofensivos― Y mi madre se llevó a Mia, yo saludé a la gente por mi lado terminando mucho antes.
― ¿Y tú no sabías avisarme de esto?― le pregunté a Olivia cuando llegué a ella.
― Primero; no sabía que ibas a venir con Mia y segundo; me he enterado al llegar a tu casa.
― Excusas― refunfuñé dándole un beso en la sien.
― Me sorprende que vosotros dos sigáis tan pegados el uno al otro― metió baza Berto.
― A mi me sorprende más que sigas aún caminando entres los vivos― le ladró Olivia antes de girarse muy dignamente e ir a charlar con su hermana y la mía.
― Me sigue poniendo increíblemente cachondo― me confesó Berto.
― Te odia por si no te has dado cuenta― le recordé. Y sí, en efecto, Olivia odiaba profundamente a Berto. Lo aborrecía y estaba seguro que si no fuera ilegal lo habría matado hace años. Olivia no quería saber nada de mi cuando yo iba acompañado por mi primo, afirmaba que me convertía en un gilipollas total.
― Lo sé― aceptó con pesar― pero la pequeña Camila ha crecido muy bien, incluso mejor que su hermana― añadió desnudando a Cami con la mirada― una hermana o la otra ¿qué más da?
― Déjalas en paz, capullo pervertido― dije con voz un poco demasiado amenazante.
― No se si voy a poder― dramatizó. Yo rodé los ojos.
― Cuéntame ¿dónde has estado?
― Un poco en todas partes, pero los últimos seis meses en Tailandia. Creéme no has follado de verdad hasta que has probado un coñito asiático. Esas niñas son tan estrechas...
― Esto es asqueroso incluso para ti― le dije realmente asqueado. Él se puso a reír.
― Era una broma, joder ¿has perdido el sentido del humor?
― No, pero estas bromas no tienen puta gracia.

En ese momento mi madre anunció que ya podíamos pasar al comedor y nos sentamos al rededor de la enrome y opulenta mesa, Mia estaba a mi izquierda y a mi otro lado tenía a Oli. Justo delante de nosotros estaban Berto, Helena y Camila, el encuentro con esta última había sido bastante tenso. Mi hermana me atravesaba con la mirada y en ese momento se me encendió la bombilla, Helena estaba cabreada conmigo desde que había empezado lo mío con Mia por lo que deduje que estaba al tanto del enamoramiento de Camila por mi y que por eso tenía esos ataques de ira contra mi. Me hizo gracia a la vez que me conmovió la lealtad que mi hermana sentía por su mejor amiga. La mano de Mia poniéndose encima de mi rodilla me hizo salir de mi ensoñación, yo le cogí la mano por debajo de la mesa e inmediatamente me sentí gilipollas... había pasado de un trío a hacer manitas ¡genial, simplemente genial! 
Fue una comida bastante agradable, el único pero, como ya se podía esperar, fue que aunque hablamos de todo un poco el tema de conversación favorito éramos Mia y yo. Fuimos altamente interrogados:
― ¿Así que ni estudias ni trabajas?― le reiteró la pregunta mi hermana a Mia.
― Ahora mismo no estoy haciendo nada― volvió a responder sin perder la paciencia lo que ya había dicho cuando Isabel le había preguntado.
― Pues vaya... menuda perspectiva de futuro― dijo Helena irritándome a mi bastante más que a Mia.
― Todo depende de como lo mires― explicó Mia tranquilamente― personalmente me parece una tontería pensar en el futuro, puede que cuando salga de aquí me atropelle un autobús y entonces habré desperdiciado mis mejores años estudiando o trabajando.
― ¿Esperas que te atropelle un autobús?― eso estaba a punto de convertirse en una discusión. Por muy amable que Mia fuera, mi hermana era capaz de desquiciar a cualquiera.
― No, pero nunca se sabe. En todo caso mi madre no tiene los recursos para pagarme una carrera y en cuánto al trabajo hago lo que puedo, ahora mismo no abundan demasiado y tienes que tener por lo menos tres idiomas hasta para ser cajera del Zara― finalizó Mia. Mi hermana abrió la boca y supe que iba a soltar una de sus perlas.
― Así que Tailandia― exclamé con más vigorosidad de la necesaria― ¿vale la pena ir? No he estado... y la verdad es que después de ver Frank de la Jungla* no me apetece demasiado.

Y entonces nos metimos en una conversación sobre viajes y sobre lugares que estaban sobrevalorados. Después de comer, del postre que fue una tarta de la que yo, obviamente, tuve que soplar las velas me tocó abrir regalos. La mayor parte de mis familiares me dieron dinero, lo que me vino de perlas, pero los padres de Olivia me regalaron iPod ya que se habían horrorizado al saber que mi yo casi analógico seguía funcionando con un patético mp3 y Oli me regaló un par de libros muy buenos sobre arte y que estuve mirando en el Fnac la última vez que quedamos y que no me compré porque valían un pastizal. Mi hermana me regaló una Nespresso lo cual le agradecí sinceramente porque la cafetera que teníamos en casa era una mierda y hacía un café vomitivo; y mis padres, como siempre, me regalaron un viaje. Era casi una tradición que por mi cumpleaños, y también el de mi hermana, nos regalaran un viaje. No elegían destino ni nada, era más bien un cheque en blanco, nosotros decíamos donde queríamos ir, como y cuando y ellos proveían... mis regalos de cumpleaños siempre solían ser más baratos que los de mi hermana que solía escoger hoteles mucho más caros que yo. Le di las gracias a todo el mundo y descorchamos el champán.

Horas después los que no nos habíamos ido estábamos borrachos, bueno, achispados. Las botellas de champán habían volado y habíamos pasado a atacar licores más fuertes. Acompañé a Mia, gintonic en mano, al baño. Estaba claro que la hubiera podido llevar hasta el baño para visitas de la primera planta pero el lugar de eso decidí guiarla escaleras arriba hasta el baño de mi habitación:
― ¿Tu cuarto?― preguntó ella. Yo asentí con la cabeza― ¿No estarás planeando nada sucio, verdad?
― No, aunque ahora que estás aquí es bastante tentador― Admití antes de besarla.
― Aunque me halaga y me tienta tengo que hacer pis― dijo deshaciéndose de mi. Me senté en mi antigua cama y esperé a que Mia saliera del baño.
― No he tenido ocasión de decirlo, siento que una más o menos tranquila comida de cumpleaños se haya convertido en esto, te juro que no tenía ni idea.
― Lo sé, tranquilo. No ha sido tan malo.
― Siento también lo de mi hermana― ella se encogió de hombros quitándole importancia.
― Su mejor amiga está colada por ti, es normal que me tenga cierto rencor.
― ¿Y tú cómo te has dado cuenta de eso?― le pregunté sorprendido por su perspicacia.
― Por como te mira.
― No me ha mirado en todo el día― repliqué.
― Oh sí lo ha hecho, pero cuando tu no lo hacías... ¿qué le has hecho a la pobre? ¿Te has acostado con ella?
― No― respondí de inmediato― le dije que no la veía de esa manera cuando me confesó lo que sentía por mi.
― Es sumamente guapa― señaló Mia no con segundas intenciones, sino porque era evidente. Yo asentí― ¿No te gusta? ¿Nada? ¿Ni un poco?
― Me atacó, desnuda― le relaté― y por un momento casi pierdo el norte y luego estuve cachondo durante un buen rato pero no, no sería correcto.
― Nunca pensé que fueras capaz de decirle no a un polvo. No a un polvo a una chica como Camila― añadió ante la mala cara que puse. Antes de que pudiera contestar a eso Olivia entró en la habitación.
― ¡Menos mal que estáis vestidos!― exclamó aliviada.
― ¿Por qué todos creéis que estoy todo el día follando?― no era algo de lo que avergonzarse pero ¡joder! hacía más cosas... menudo concepto tenían de mi.
― Porque es algo que te encantaría― dijo Mia poniéndome en mi sitio.
― Sí, tienes razón― admití― ¿Qué te trae por mis dominios?― me dirigí a Oli― ¿Vienes a que nos montemos un trío o qué?― Olivia solo rodó los ojos pero Mia en ese momento hubiera sido capaz de matarme.
― ¿Estáis hablando de tríos?― Berto había seguido a Olivia― Personalmente creo que están sobrevalorados― comentó dejándose caer a mi lado― ¿Tú qué opinas?― me preguntó.
― No tengo una opinión al respecto― fue mi diplomática respuesta. Mia me miró agradecida.
― Es una pena, es algo que sin duda deberías hacer. Si tu ardiente novia está dispuesta yo me ofrezco voluntario.
― ¿Crees que de montarme un menage elegiría a otro tío y en caso de que realmente pienses que si crees que el otro tío serías tú?― le pregunté.
― No, probablemente no― se rió él.
― Sois idiotas― declaró Oli antes de volver a salir de mi habitación.
― Oye, espera rubia. Te estaba buscando― gritó Berto saliendo detrás de ella.
― ¿Y por qué crees que desaparezco todo el rato?― oímos que le contestaba ella. Mia y yo nos miramos y nos reímos.
― Así que― empezó a decir sentándose en mi regazo― ¿no harías un trío con otro hombre?
― No está dentro de mis prioridades o de mis 100 cosas que hacer antes de morirme.
― ¿Pero no lo descartas?
― No me entusiasma la idea― respondí.
― ¿Y si yo te lo pidiera?― Mierda, joder... follarme a Mia mientras otro tipo también lo hacía no era una imagen agradable para mi, no sólo porque no me veía a mi mismo interactuando con un tío en la cama y definitivamente no quería meterme ninguna polla en la boca, a menos que me quitara un par de costillas y fuera capaz de doblarme de tal manera que consiguiera chupármela a mi mismo... eso era otro cantar, una ambición del genero masculino en general que venía desde muy lejos; pero no estábamos hablando de eso y estaba claro que jamás sería capaz de ello. Lo que me perturbaba realmente era la imagen de Mia siendo manoseada por otro ¡joder era un puto troglodita! y un hipócrita, me jodía la imagen de ella con un tío que ni siquiera existía pero me había puesto terriblemente cachondo verla con la alemana... jodida mente masculina.
― Si tu quieres lo haré― acepté ignorando la parte irracional de mi cerebro de hombre de las cavernas, al fin y al cabo ella lo había hecho por mi― Pero te aseguro que el otro no va a ser mi primo. Eso es asqueroso e incestuoso, ni lo pienses.
― ¿En serio?― ella estaba sorprendida.
― Bueno entiendo que para ti también ha sido difícil montártelo con Effie, pero como a mi me la ha puesto terriblemente dura ver como le comías el coño― ella hizo una mueca, no supe si ante mi manera de expresarlo o al recuerdo del acto en si― entiendo que a ti te pueda poner cachonda tener a dos tíos para ti y verlos interactuar.
― Definitivamente lo mío no son los coños...― me dijo poniendo una mueca― Pero reconozco que ella es una maestra.
― Me di cuenta cuanto te gustaba su técnica, deberías darme indicaciones la próxima vez, quiero volver a escucharte gemir así.
― No es que tenga ninguna queja sobre ti― se apresuró a decirme.
― Lo sé― le dije muy seguro de mi mismo y de mis habilidades orales― pero también se que ella es una tía y por ende tiene un conocimiento sobre las vaginas bastante más extenso que yo.
― Cierto― se rió Mia― pero tranquilo, no te voy a pedir lo mismo. No me emociona la idea de verte con un tío ni tampoco la de montármelo yo con dos hombres.
― ¡Menos mal!― respiré aliviado― dejando caer mi espalda contra el colchón.
― Se te habían puesto por corbata ¿no es así?― se burló acomodándose encima de mi.
― Joder estaba a punto de irme a vivir a Suecia bajo el nombre de Asbjörn Olofsson.
― ¿Has escogido un nombre al azar o ya lo tenías pensado?― preguntó dejándome besos por el cuello.
― Ya lo tenía pensado― le respondí subiendo mis manos hasta su culo― siempre he querido ser una especie de Jason Bourne así que tengo un nombre para cada país, en Brasil me llamaría Tomas Dos Santos y en Estados Unidos Sean Smith.
― Estás como una puñetera cabra― afirmó antes de besarme en la boca.
― ¿No te apetecerá darme ahora esas indicaciones, verdad?― no es que me importara mucho su respuesta, porque mi mano ya estaba dentro de sus bragas.
― Dick joder ¡no!― se apartó ella― tus padres están abajo y hace dos minutos dos personas han entrado en este cuarto.
― Pues deja que eche el cerrojo. 
― No me hagas esto, sabes que no puedo decirte que no y realmente no quiero hacer esto en casa de tus padres.
― Eres una aguafiestas― bufé algo frustrado.
― Solo por un rato.
― Está bien, regresemos entonces con esos asexuados― gruñí provocando que Mia se riera de mi. 
― Eres un cascarrabias.
― Solo cuando me niegan el sexo.
― No te lo niego, solo lo pospongo― salimos de mi habitación y caminamos de vuelta al salón.
― Oye― le pregunté algo que había querido hacer antes pero que se me había pasado a causa del rumbo que tomó la conversación― ¿vas a querer venir conmigo?
― ¿Dónde?
― A donde nos apetezca, el viaje que me han regalado mis padres es para dos.
― ¿De verdad?
― Ajá― era cierto, los viajes siempre eran para dos a menos que prefiriese viajar solo― ¿Qué me dices? ¿Quieres irte a alguna isla paradisíaca en la que podamos pasearnos todo el día en pelotas?
― Quiero ir contigo, lo de la isla y las pelotas creo que deberíamos discutirlo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Graciaas!
Mía está enferma??! Q le pasa?
Me gustaria que mía si que hiciese un trío con otro tio, sería lo justo.

Gely dijo...

gracias por el capi!
espero otro pronto; sin presiones jajajajajajja

María dijo...

Uy, una historia que me he leído de un tirón! ¿Qué le pasa a Mía, por cierto?
Pásate por mi blog si puedes!