domingo, 4 de enero de 2015

LA OTRA.

_____________________________________________ALEX__
El viernes por la mañana me despertó el tono de llamada de mi móvil, abrí un ojo para localizar el teléfono encima de la mesilla de noche y respondí sin mirar quien llamaba:
― ¿Quién eres y por qué me llamas tan temprano?― gruñí.
― Alex― respondió una sollozante Siena.
― ¿Siena? ¿Qué te pasa? ¿Estás llorando?― me incorporé de repente realmente preocupado.
― Sí― se arregló para decir.
― ¿Estás bien? ¿Por qué lloras?
― No lo se― hipó― me he despertado hace un rato porque tenía náuseas y desde entonces no puedo parar de llorar.
― ¿Así que estás llorando por culpa de tus hormonas de embarazada?
― Sí, pero no lloraría si no tuviera la sensación de que Pol no quiere estar embarazado― me chilló mientras supuse, sorbía la nariz. Yo bufé apartando el teléfono para que Siena no me escuchara, estaba histérica.
― Siena cálmate, deja que me cambie y estaré ahí enseguida.
― Vale― aceptó lastimosamente.

Colgué y salté de la cama, caminé hasta el baño y tras atender a la llamada de la naturaleza y darme una ducha rápida me vestí y salí pitando hacia casa de Pol y Siena. ¡Joder! con la tontería de mi vecina me había acostado realmente tarde y tenía sueño, se suponía que yo estaba de vacaciones, quería a Siena con toda mi alma pero era Pol el que debería ir y aguantar sus ataques hormonales. Suspiré resignado y eché a andar hasta el metro, que al ser verano, estaba mucho más vacío de lo habitual. Hacía un calor de los mil demonios en la calle, me había acostumbrado ya al clima más frío y lluvioso de San Sebastián y agradecí realmente llegar al edificio. El cerrojo de la puerta de la calle seguía estando roto así que simplemente empujé la vieja puerta de madera y subí por las escaleras, cuando Siena abrió la puerta parecía estar bastante más calmada:
― Alex― me dijo apenada― siento mucho haberte hecho venir.― Se la veía realmente tan preocupada que se me pasó inmediatamente la irritación, además, estar enfadado con Siena era imposible.
― Bah, no te preocupes― le respondí quitándole importancia al asunto y metiéndome dentro del piso― Realmente me apetecía un paseo matutino bajo el sol abrasador.
― Se que no es así y que te he despertado y que soy una preñada histérica, pero gracias por venir― soltó antes de meterse entre mis brazos y, válgame la redundancia, abrazarme. La estrujé con cuidado hasta que ella misma se apartó― ¿Quieres desayunar? Hay tarta de chocolate.
― Eso suena estupendo― le respondí siguiéndole hasta la cocina. Me senté en uno de los taburetes que rodeaban la isla y Siena puso delante de mi un trozo de tarta que parecía casera― ¿De dónde ha salido esta tarta?― quise saber.
― La he hecho esta noche, no podía dormir.
― Está muy buena― le dije sinceramente tras probarla.
― Gracias ¿quieres café?― asentí mientras seguía zampando.
― ¿No comes nada?
― Si como ahora solo servirá para que me pase un rato más vomitando, desayunaré cuando se me pasen las náuseas― terminé de comer y puse el plato y la taza del café en el lavaplatos bajo la atenta mirada de Siena, después la llevé hasta el sofá e hice que se sentara a mi lado.
― ¿Te has peleado con Pol?― pregunté.
― No ¿por qué?
― Pues porque no lo veo por aquí y cuando me has llamado me has dicho que pensabas que Pol no quería estar embarazado.
― Bueno, es que estaba disgustada... él sigue estando asustado pero supongo que se va haciendo a la idea. Es solo que hoy tengo que ir a hacerme la primera ecografía y él se ha ido a trabajar. Va a venir, pero en ese momento me ha disgustado que se haya ido a la agencia, se que tiene trabajo que terminar porque hoy es su último día antes de sus vacaciones pero...
― Que estás con las hormonas alteradas y es normal. Has dormido poco y te has despertado mareada y te has puesto a potar... como con una mala resaca, lo entiendo. Joder tienes una persona creciendo dentro de ti, estás en todo tu derecho de ponerte histérica y llorar.
― Debí haber llamado a Pol, pero ya sabes... si esto sigue así tengo la sensación de que voy a volverme insoportable y no quiero volverlo demasiado loco.
― Es mi deber recordarte que aunque te quiero con locura y que si me llamas vendré, no tengo el placer de tener sexo contigo y eso que tienes ahí dentro es cosa de Pol, así que mejor que lo vuelvas loco a él que a mi.
― Lo tendré en cuenta― se rió.
― Ahora ¿qué me dices de echarnos ambos un sueñecito?

Me metí en la cama con Siena y en a penas cinco minutos ella se había dormido profundamente, le haría bien. Yo en cambio, suspiré frustrado y me removí un rato en la cama antes de caer en un sueño ligero. No dormí bien y soñé con cosas raras, en realidad soñé con el gato de mi vecina, Sheldon. Estaba sentado detrás de una mesa plegable, de las que utilizan los tarotistas callejeros, cubierta por una tela aterciopelada de leopardo; el gato atigrado llevaba puesto un estúpido turbante satinado de color púrpura con joyas incrustadas y unas gafas de pasta negra cuadradas, yo estaba sentado delante de él como si fuera la cosa más normal del mundo y bebíamos té mientras él, con sus patitas, pasaba fichas dentro de una caja de cartón rosa― Así que una novia―decía el felino― sí, sí ya veo que necesitas una. No, ésta no― murmuraba para si mismo mientras pasaba las fichas de chicas casaderas― Siena no era para ti, y ésta no, demasiado seria― continuaba divagando el gato, después de unos minutos sacó una tarjeta del fichero, parecía estar triunfante― Ésta es perfecta para ti―. Y el gato me entregó la ficha de su dueña y se me quedó mirando en plan “oye ¿te vas a quedar mucho rato aquí o vas a llamarla?”. Y entonces me desperté porqué escuché ruido en la planta de abajo, que sueño más raro joder, había sido realmente perturbador que el gato de mi vecina se convirtiera en un psíquico barra casamentero. Me estaba levantando de la cama justo cuando Pol se asomó a la habitación, me miró durante un segundo desconcertado por encontrarme allí y con allí me refiero a su cama, con su novia, y luego sonrió:
― ¿Qué haces aquí, rufián?― bromeó― ¿Estás mancillando a mi mujer?― Yo le sonreí de vuelta.
― Como si no la hubieras mancillado tú bastante, oh vil fecundador― le respondí. Pol rodó los ojos ampliando un poco más su sonrisa.
― ¿Bajas?
― Sí, dejemos que duerma un poco más, lo necesitaba― Seguí a Pol escaleras a bajo y nos instalamos de nuevo en la cocina.
― ¿Una cerveza?
― Por eso te quiero tanto― Me pasó una cerveza y se abrió otra para él.
― ¿Entonces te has dejado caer por aquí y has decidido echarte la siesta, ricitos de oro?
― En realidad me ha llamado Siena, estaba un poco con las hormonas subidas lloriqueando y diciendo que el niño no era tuyo― me burlé― y he decidido venir. No te sorprendas si el niño sale negro.
― Muy gracioso― gruñó― Ahora en serio ¿te ha llamado llorando?― Yo asentí― ¿Por qué coño no me ha llamado a mi?
― Pues porque no le pasaba nada serio, solo tenía falta de sueño, náuseas matutinas y las hormonas revolucionadas. Cuando he llegado aquí ya se le había pasado y cuando le he sugerido que eres tú el que tiene que lidiar con todo esto me ha dicho que viendo como va la cosa piensa que se va a estar insoportable durante el embarazo y que no quiere volverte loco. Ayudaría si te mostraras un poco más entusiasmado con el tema ¿vale? Creo que Siena piensa que te ha obligado a esto.
― ¿La estoy cagando otra vez, no?
― No hombre, en realidad yo te entiendo, si yo estuviera embarazado así de repente seguramente me iría a esconderme en una cueva o me emborracharía hasta el coma etílico día si, día no hasta que asumiera lo que está pasando o hasta que el niño cumpliera los 18― Pol se rió pero negó con la cabeza.
― Eso es trola, lo harías mucho mejor que yo. 
― Bueno, como todo― le piqué― pero mi nivel de perfección es otro tema.
― ¿Alex?― la voz de Siena llegó desde las escaleras.
― ¡Estamos aquí!― respondí. Ella apareció después de unos segundos mucho más descansada y relajada. Se le puso una sonrisa tonta cuando vio a Pol sentado a mi lado.
― Has vuelto temprano― le dijo revoloteando hasta él.
― He terminado lo que tenía pendiente más rápido de lo que creía así que aquí estoy ¿te encuentras bien?― Pol sonaba preocupado.
― Sí, supongo que necesitaba dormir.
― ¿Seguro?― Siena asintió con la cabeza. Pol la miró sin saber si creerla por un momento, finalmente la abrazó y le dio un beso que hubiera hecho estar incómodo a otro que no fuera yo, luego le susurró algo que hizo que Siena le pasara los brazos  por el cuello y lo besara de vuelta. Sonreí para mis adentros pero les recordé que no estaban solos.
― ¿Sabéis que aún estoy aquí, no?
― Pues claro, idiota― me gruñó Pol. Acto seguido miró su reloj― ¿Qué os parece si os invito a comer? Tengo hambre y así celebramos que estoy de vacaciones.
― Me parece una de las mejores ideas que has tenido últimamente― le respondí.

Esperamos a que Siena estuviera lista, algo que para ser una chica hizo realmente rápido, media hora después volvió a bajar; se había puesto un vestido suelto, algo de maquillaje y con el pelo aún algo húmedo estaba como para provocar un par de infartos. Como había dicho, Pol nos invitó a comer en un italiano bastante bueno y tras ponernos las botas y algo de sobremesa ellos anunciaron que tenían que ir al médico para la ecografía, como tampoco es que tuviera mucho mejor que hacer me fui con ellos. 

Cuando llegamos a la sala de espera del ala de maternidad me sentí como en una pecera, las personas allí presentes, la mayoría mujeres, nos miraron con abierta y nada disimulada curiosidad. Noté que mis mejores amigos estaban nerviosos, la pierna derecha de Pol no había dejado de moverse desde que nos habíamos sentado y Siena estaba a punto de quedarse sin uñas. Solía ser bueno relajando el ambiente, así que lo intenté con un par de comentarios sobre una de las mujeres que estaba también esperando y que seriamente dudaba que estuviese embarazada, sin duda lo suyo parecía más bien una digestión pesada. No funcionó, Pol me ignoró por completo y siguió con su tembleque de pierna y Siena a penas me esbozó una pequeña sonrisa. Decidí dejarlo estar, probablemente yo en su lugar también estaría atacado. Unos diez minutos después por fin llamaron a Siena, los tres nos pusimos inmediatamente de pie.
― Siena― dijo la auxiliar― que bien acompañada vienes― dijo mirándonos a Pol y  a mi, cosa que me hizo reír.
― Es que no sabe quien es el padre, por eso venimos los dos― solté antes de pararme a pensar. La mano de Pol impactó en mi nuca al mismo tiempo que el codo de Siena lo hacía en mis costillas― Oh, joder. Eso duele.
― No seas gilipollas― me gruñó Pol.
― Lo siento, es que no he podido evitarlo. Era una broma― le aclaré a la auxiliar.
― Quédate aquí y pórtate bien― me mandó Siena.

No pude evitar soltar una carcajada mientras ellos entraban en la consulta. Yo me volví a sentar y tras sacar el móvil, contestar unos mensajes y revisar Instagram, me vino en mente el extraño sueño que había tenido. No hacía falta ser un genio para darse cuenta de lo que significaba, mi subconsciente revelaba las ganas que tenía de zumbarme a mi vecina, algo que por otro lado mi “consciente” también sabía. Aunque si me ponía más profundo puede que mi subconsciente intentaba decirme que me sentía un poco solo, es decir, todo el mundo estaba avanzando. Solo tenía que mirar a Pol y a Siena, viviendo juntos desde hacía un par de años y de repente embarazados y yo con 30 años seguía igual que con 25. No había sido un problema para mi el hecho de estar solo y prefería eso a emparejarme con alguien que no me aportara nada, pero joder... realmente me había creado un trauma darme cuenta de que me estaba haciendo mayor. Deseché rápidamente esos pensamientos deprimentes y pasé a imaginar cual sería la mejor manera de abordar a mi vecina, estaba todo el rollo ese de su novio/amante casado, pero vamos, en mi opinión si la persona con la que sales se tira con regularidad a su mujer, tu puedes tener sexo con otra persona aunque sea solo una vez ¿no?
Estaba pensando en ello cuando Pol y Siena salieron de la consulta. Por algún motivo ella parecía estar en shock y él lucía una sonrisita de tarado mientras caminaba a su lado sin quitarle la mano de la cintura. Ninguno de los dos dijo nada mientras empezábamos a caminar hacia la salida y me estaban empezando a poner nervioso.
― ¿Ha ido todo bien?― pregunté finalmente.
― Bien― respondió Siena a media voz a la vez que Pol asentía aún con esa sonrisa de perturbado.
― ¿Entonces por qué estáis tan raros? Tú― le dije a Siena― parece que estés a punto de llorar. Y tú― le dije a Pol― no se que te pasa pero me das grima con esa sonrisa.
― Estoy intentando procesar las noticias― me contestó Siena.
― ¿Y cuáles son?
― Que vamos a tener mellizos― soltó Pol. En ese instante entendí porque Siena estaba en shock, yo mismo necesité un par de segundos para procesar las palabras de Pol. Y cuando lo digerí todo no entendí porque él estaba de repente tan feliz.
― ¿Y por qué coño estás tan feliz? Tenías los huevos por corbata cuando creías que  ibais a tener uno y ahora con dos pareces estar encantado ¿puedes ser menos lógico?
― Joder no, estoy el doble de asustado que antes― me aclaró― pero no se, hemos visto los manchurrones en el ecógrafo y hemos escuchado sus corazones y... supongo que me he vuelto gilipollas― sólo pude rodar los ojos ante su explicación.
― Definitivamente soy una coneja― murmuró Siena provocándome una enorme carcajada.

Me reí de mis amigos todo lo que quise y más, y es que no era para menos. Siena, después de un rato, se le pasó el shock y se unió a la felicidad agilipollada de Pol. Finalmente me despedí de ellos antes de que entraran arcadas, no sin que antes Siena me ordenara ir a la playa el día siguiente. Esa noche me quedé en casa, estaba algo deprimido y todo porque por primera vez sentía que sobraba, pero bueno, supongo que es normal. La gente avanza y empiezan a criar niños llorones y cagones... ¿qué le iba yo a hacer? Para pasar el rato me puse la última temporada de “Californication
” y es que siempre había pensado que yo hubiera tenido buena sintonía con el viejo Hank.

Por la mañana, bastante temprano pero sin que llegara a ser una hora indecente, Siena llamó al timbre.
― ¿Dónde está fecundator?― le pregunté refiriéndome a Pol. Ella puso una mueca ante el nuevo mote.
― Aparcando ¿me dejas ir al baño?― no esperó mi respuesta y pasó al baño, un segundo después la escuché vomitar.
― ¿Estás bien?― le grité mientras metía una toalla dentro de una mochila vieja.
― Dame un segundo― efectivamente, un momento después Siena salió del baño como si no hubiera pasado nada― pensé que por hoy no iba a vomitar más― explicó mientras sacaba un cepillo de dientes de su bolso― Pol y yo hemos ido a desayunar y mira tú para lo que ha servido― se lamentó.
― Bueno no te preocupes, en nada vas a salir del primer trimestre y seguro que dejas de vomitar..
― Eso espero― refunfuñó antes de volver a meterse en mi lavabo y lavarse los dientes. 
Al cabo de un momento ambos salimos de mi casa, al ver la puerta de mi vecina tuve una idea, y como quería tirarmela sí o sí, llamé a la puerta.
― ¿Qué haces?― quiso saber Siena.
― Invitar a mi vecina a venir ¿te importa?
― No... pero ¿la has avisado?
― Lo voy a hacer ahora― mi vecinita abrió la puerta y puso cara de sorpresa al verme allí acompañado de Siena― Buenos días― saludé― Vamos a ir a la playa y me preguntaba si te apetecería venir con nosotros. Hace un día estupendo.
― Eh... pues supongo que sí.
― Fantástico, esperamos a bajo― dije antes de que cambiara de opinión. Yo iba a meterme en el ascensor pero Siena me cogió del brazo.
― Puedes decirle que no― le aseguró― Iremos cerca de Sitges y comeremos algo por allí― y le brindó algo más de información.
― No, está bien. Me apetece ir y tampoco es como si tuviera algo mejor que hacer.
― Entonces que no se hable más― exclamé.

Le reiteré que la esperábamos en la calle y, Siena y yo, bajamos. Pol ya estaba allí, apoyado en un coche, a la sombra de un árbol y con cara de fastidio. En cuanto nos vio aparecer su expresión cambió a otra que decía claramente “¿Qué cojones estabais haciendo?”.
― Alex ha invitado a venir a su vecina― informó Siena.
― ¿Y eso? ¿Así de repente?
― Así de repente― confirmó.― Creo que le gusta.― Jodida Siena, que bien me conocía.
― Eso es muy interesante― se rió Pol― ¿te gusta?
― Está bastante buena― fue mi respuesta.
― Es muy guapa― metió baza Siena― Pero es morena, lo que resulta sorprendente― ante eso me quedé desconcertado.
― ¿Qué quieres decir con eso?― pregunté.
― Te gustan rubias― contestó Pol en lugar de Siena, ella asintió con la cabeza para mostrar conformidad.
― No tengo ninguna preferencia― me defendí.
― Claro que sí― rebatió ella― te gustan las rubias pechugonas, has mostrado preferencia por ellas desde que te conozco.
― ¡Qué tontería!
― Sofia Vergara― dijo Pol como si eso fuese una gran explicación― eres el único que conozco al que le gusta más de rubia que de morena― concluyó.
― Bueno, eso es verdad― tuve que admitir― pero ¿y qué?
― Nada hombre, no era una acusación, solo una observación.
― ¿Tanto os aburrís sin mi que habéis echo un gráfico de rubias contra morenas?― refunfuñé.
― Como si tú no fueras un cotilla también― se quejó Siena haciéndonos reír. 

En ese momento apareció Lili y después de que los presentara más adecuadamente y de que Siena y ella se hicieran amiguitas, nos fuimos. En el coche, los primeros 15 minutos se centraron en preguntarle lo más básico a Lili y que ella hiciera lo propio con Pol y Siena.
― ¿Y cómo os conocisteis?― nos preguntó a los tres.
― Alex y yo nos conocimos en el gimnasio, bueno en la piscina. El muy idiota no paraba de picarse conmigo.
― Eso no es verdad― protesté― Eras tú el que estaba todo el rato alardeando y dejando a todo el mundo en ridículo.
― Perdona, pero yo iba a nadar, no a pasearme en Speedo a ver si caía alguna― Siena se rió.
― ¿Vas a nadar en Speedo
?― preguntó burlona.
― Pues claro― respondí dignamente― ¿O es que acaso crees que él no?― le dije refiriéndome a Pol.
― Eso no me lo habías contado― pinchó a Pol.
― Porque no es verdad, yo llevo Jammers
― quiso hacerse el digno.
― Antes llevabas― insistí.
― Eso fue una vez y porque no encontré el otro bañador― refutó.
― Sí, y a las abuelas de aquagym casi les da un soponcio cuando saliste de los vestuarios marcando paquete. No me extraña que hayas preñado a Siena tan rápido con esa cosa antinatural que tienes― me burlé y casi nos salimos de la carretera por culpa de mi comentario. Estaba seguro que Pol quería pegarme por soltar esas perlas delante de Lili.
― ¿Estás embarazada?― le preguntó a Siena ignorando todo lo demás.
― Sí― respondió― estoy de muy poco. Alex, eres un jodido bocazas― me reprendió.
― ¡Vaya! Felicidades a los dos― les dijo a Pol y Siena.
― Muchas gracias.
― Entonces vosotros en la piscina― cambió de tema viendo que lo del embarazo era demasiado personal― ¿Y a Siena? ¿Cómo la conocisteis?
― Eso fue mucho más divertido― exclamé con entusiasmo.

Y entonces me puse a relatar con todo lujo de detalles como conocimos a Siena, como nos hicimos amigos y como Pol y ella terminaron juntos. Para horror de Siena incluso hablé de Dante; y para horror de Pol, de Meri. Eso nos tuvo entretenidos hasta que llegamos a la playa.

Flipé con las tetas que se le habían puesto a Siena con el embarazo ¿de dónde habían salido esos melones? Tuve que tocarlos, fue superior a mi. En parte lo hice para comprobar que eran reales, pero sobretodo para incordiarla a ella, que se sonrojó furiosamente e intentó darme una paliza. Pol, jodido capullo con suerte. Al final iba a ser verdad que tenía preferencia por las rubias pechugonas... ese pensamiento se esfumó  cuando reparé en el cuerpazo que tenía mi vecina. Admito que al lado de Siena se veía mucho menos esbelta, pero eso era porque Siena era bastante alta y delgada, y no es que Lili fuera en absoluto gorda, pero si que tenía una figura mucho más curvilínea.
― ¿Quieres que te eche cremita en la espalda?― le pregunté en tono guasón.
― Mantén esas zarpas lejos de ella― ordenó Siena― No sea cosa que a la que nos descuidemos la dejes embarazada.
― Eso solo lo sabe hacer Pol― contraataqué.
― Es un truco Jedi― respondió éste felizmente tumbado en su toalla.
La mañana pasó entre risas y conversaciones absurdas, y a medida que avanzaba el reloj, mi vecina me ponía más y más perraco. A parte de las vueltecillas y estiramientos encima de la toalla, me gustaba su forma de pensar y también su humor, bastante parecido al nuestro.
Pol y Siena me pillaron más de una vez comiéndomela con la mirada. A saber por qué, a Siena se le ponía una sonrisa en la cara como si le hubiera tocado la lotería y Pol parecía estar todo el rato burlándose de mi. No me iba a quedar con las ganas, así que le pregunté que le pasaba cuando Siena y Lili estaban chapoteando en el agua.
― ¿Qué es lo que te divierte tanto?― le gruñí.
― Tú― me contestó sin ningún tipo de reparo.
― Ah, genial...― ironicé― ¿se puede saber por qué?
― Porque te gusta Lili.
― Claro que me gusta, está muy buena.
― Es mona― estuvo más o menos deacuerdo― Pero no es tu tipo para nada― se rió él.
― ¿Cómo que mona?― es que de repente no tenía ojos en la cara.
― Vale, es muy guapa y tiene un culo de al menos un 9― admitió.
― Gracias― dije― no sabía que con todo eso de estar embarazado te volvías un mariquita que ni siquiera puede decir lo que es obvio.
― Como estamos hoy...― se quejó― Te tiene que gustar a ti, no a mi.
― No he dicho que tenga que gustarte, he dicho que calificarla como mona es una gilipollez― repliqué.
― Lo que tu digas― desistió― pero no veo que te esfuerces mucho.
― ¿Qué quieres decir?
― Que te conozco hace años y que si hubieras querido tirártela ya lo habrías hecho, en cambio no haces más que decir tonterías.
― Primero, tiene novio y segundo― continué con la mosca detrás de la oreja― si quisiera tu opinión te la pediría.
― Lo puedo imaginar, pero como me he pasado años escuchando tu opinión sin que te la pidiera he decidido que era hora de darte la mía.
― Vete a la mierda― le ladré.
― Te mandaré mails desde allí con mi punto de vista― gritó mientras me iba al agua con Siena y Lili.

Sabía que estaba siendo irracional, pero ya estaba, Pol me había jodido lo que quedaba de tarde. En el fondo sabía que tenía razón, no estaba haciendo una mierda para enrollarme con Lili, pero es que de repente todo a mi alrededor parecía estar mal. Me jodía que mis mejores amigos hubiesen llevado su relación a otro nivel porque los había echado de menos y quería que todo fuese como antes. Por otro lado me daba cuenta de que aunque Pol y Siena no estuvieran embarazados las cosas no podían volver a ser lo que eran, esos veranos gloriosos en que íbamos de fiesta en fiesta habían quedado atrás, y no solo por ellos sino porque yo también había cambiado. La mayor parte del tiempo no era consciente de ello, o más bien lo ignoraba, pero el caso era que me sentía solo. Lo de salir y ligar con una tía diferente cada noche ya no me llenaba y eso me jodía un montón. Hacerse mayor era un puto asco. 

2 comentarios:

Ana dijo...

Por fiiiiinnnnnn, BIEN BIEN BIEN, estaba deseando algun cap nuevo, gracias. Espero que no lo dejes tenia mucho miedo d que cerreras dejándolo así. GRACIAS :)

An dijo...

no, no lo voy a dejar. Eso seguro... lo que la inspiración me viene y me va. En el caso de la Otra había colgado este capitulo en wattpad hace meses lo que colgarlo en el blog se me olvidó. Mil disculpas