viernes, 7 de octubre de 2011

RESISTENCIA

Estaba claro que el mundo se iba a volver loco, demasiados desastres naturales provocados por la mano del hombre, demasiada contaminación, demasiadas guerras con los países árabes, estúpidas disputas por el combustible y el gas...estúpidas guerras por la religión. ¿Cómo se atrevían a creer en un Dios? Si ese ser hubiera existido, estoy segura que fuese de la religión que fuese no habría permitido esto.


El mundo entero estaba viviendo una guerra, cuando todo empezó, hace 53 años, se habló de la Tercera Guerra Mundial, puede que al principio lo fuera, las distintas nacionalidades, los distintos países empezaron a enfrentarse entre ellos, se bombardeaban sin descanso y esta vez no había aliados. No pudo decirse que hubo un vencedor, puede que ganara China, pero su victoria duró muy poco, pronto La Tierra reaccionó a todos esos años de explotación, nos quedamos definitivamente sin recursos. Las centrales nucleares dejaron de funcionar, el petróleo se quedó extinguido definitivamente, al igual que el gas. Lo de las energías renovables fue un cuento ya que los científicos e ingenieros se pusieron sólo al servicio de quienes podían pagar. De alguna manera, todas los países entraron en guerras civiles de ricos contra pobres, los pobres duraron muy poco y acabaron siendo esclavizados. Puede decirse que la época que nos ha tocado vivir es una mezcla de la Edad media y la Segunda Guerra Mundial. Los pobres estamos sometidos por una minoría de ricos, vivimos en centros que son como campos de concentración nazi, controlados por unos potentes dispositivos inyectados debajo la piel casi imposibles de desactivar que explotan a voluntad de nuestros amos, los ricos, y que hace imposible la huída. Nos son colocados al nacer y condicionan toda nuestra existencia.

La vida en los campos es atroz, no sólo por las largas jornadas de duro trabajo, la escasez de comida o la austeridad de los “dormitorios”. Vivimos con miedo a los castigos físicos y a las violaciones.


Cada rico tiene su campo de trabajo, como a ellos les gusta llamarlos, y en él vive una cantidad mayor o menos de personas según el dinero del que dispone el propietario. Ese propietario decide por todas las personas que tiene a su “cargo”. No puedo decir que ser mujer sea mas peligroso que ser hombre, ambos sexos sufren de igual manera abusos sexuales por parte de los ricos, lo que realmente es una condena es la belleza. Si eres pobre y bello ten por seguro que vas a sufrir un auténtico tormento, no importa la edad ni el sexo, todo depende de la depravación de tu dueño. Si eres mujer, ser virgen es un problema y no serlo también, si no eres virgen vas a ser entregada como entretenimiento de los guardias y si lo eres vas a ser entregada para que te viole tu dueño o a quien él decida regalarte, en este caso mas te vale aprender rápido y convertirte en una buena amante porqué de eso depende tu vida, pasarás de vivir en las barracas del campo a la casa y serás sólo de él hasta que se canse de ti, si se cansa de ti o bien te enviara de vuelta a las barracas y des de ese momento cualquier guardia podrá tenerte en cuándo le apetezca o bien en un gesto egoísta te matará porqué aunque él se haya de cansado de ti no soporta ver a alguien inferior tocando sus posesiones.

Es horrible pensar que todas las madres que tienen una hija o un hijo guapo les enseñan a comportarse bien en la cama, mas importantes que las clases para aprender a leer o a escribir son las clases de sexo. Cuando se considera que estás en edad de peligro tus propios padres te envían a practicar con otros hombres y mujeres de mas edad, padres de otros, que envían a sus hijos con tus padres para que practiquen, estos te enseñan todo lo posible sin llegar nunca a la penetración. Hay casos aislados, porsupuesto, pero no es para nadie plato de buen gusto, es simplemente supervivencia.


Año 2158. Boise, Idaho, antiguos Estados Unidos.


A penas han pasado dos días de mi cumpleaños número 17 y me temo que mi vida está a punto de llegar a su fin. Mi madre lleva mucho tiempo tratando de hacerme pasar inadvertida. Mi cuerpo ha cambiado, ya no puedo ocultar el echo de que sea una mujer. Mi dueño, que también es mi padre ha muerto y ahora todos hemos pasado a ser propiedad de su aún mas cruel hijo, mi hermanastro. A él no le importa que mas de una veintena de los que estamos aquí metidos seamos familiares suyos, porqué si, a nuestro dueño le importó muy poco dejar preñadas a mas de la mitad de sus esclavas sexuales, entre ellas mi madre.

Se acerca el cumpleaños del hijo del nuevo dueño, va a cumplir 18 años y van a regalarle su primera esclava sexual, no es que antes no haya violado a quien quisiera. Iban a reunir a todas las chicas vírgenes y yo estaba entre ellas, tenían un registro así que ninguna íbamos a poder escapar.


  • ¡Es tan injusto mamá!- me quejaba mientras trabajábamos en el campo.
  • Claro que es injusto, pero baja la voz.- me dijo mi madre.
  • Somos personas, no pueden usarnos y tirarnos después.- continúe con mi queja.
  • Si pueden niña estúpida, así que deja de quejarte o nos van a castigar a todos por tu culpa.- dijo Mike, uno de los hombres que estaba trabajando con nosotras.
  • Mike Sullivan no vuelvas a insultar a mi hija. No vas a ser tu quien va a estar expuesto como una pieza de carne.
  • Pasé por eso también.- dijo el hombre.
  • Sí, pero es tan feo que nadie lo quiso.- Exclamó Margaret haciéndonos reír a todos incluso al propio Mike. Había que liberar tensiones de algún modo.
  • ¿Qué coño está pasando aquí?- preguntó violentamente uno de los guardias. Eran casi peores que los amos...vendidos...eran pobres como nosotros y habían nacido y vivido en ese campo. Ahora maltrataban y violaban a su gente por vivir solo un poco mejor que su gente.
  • Nada.- contestó mi madre.- A Margaret no le gustan los gusanos.


El guardia nos dejó estar y todos suspiramos aliviados. Cuando se terminó la larga jornada de trabajo nos enviaron de vuelta a los barracones, donde comimos un “estofado” de patata. Estábamos terminando de comer cuando se abrió la puerta y entraron tres guardias acompañados por uno de los sirvientes de la casa:

  • Números 31, 34, 40, 44, 45 y 52 venid.- Sí, para ellos solo éramos un número. Yo era el 44. Había llamado a todas las chicas vírgenes del barracón.
  • Mamá.- susurré yo asustada antes de ir.
  • Se fuerte, eres mi hija.- me dijo ella.
  • Tu no hace falta que vengas.- le dijo el hombre a Bibiane, ella era mayor que yo, tenía 22 años y era bastante fea. Deseaba tanto ser ella. - Las demás, venga.


El barracón estaba en el mas absoluto silencio. Salimos escoltadas por los guardias y nos llevaron hasta la inmensa mansión, entramos por una puerta trasera, bajamos unas escaleras y llegamos a un sótano, allí había mas chicas. También estaba el nuevo dueño, su hijo al que una de nosotras iba a ser entregada y algunos hombres mas.

  • Quitaos la ropa.- ordenó el dueño. Todas lo hicimos.- Bien hijo, adelante.
  • Tu, tu, tu, tu, tu, tu y tu fuera.- descartó a 7 chicas que fueron arrastradas fuera de la habitación. Luego se paseo por delante de nosotras examinándonos mas atentamente.- Tu también fuera.- le dijo a Holly, la única que quedaba de mi barracón a parte de mi.- Tus tetas son un asco.- Los ricos rieron todos.- Tu.- le dijo a Patrice, otra chica.- muéstrame tus dientes.- Ella lo hizo, Patrice tenía los dientes algo torcidos.- Que asco, fuera. - Descartó a tres mas porqué según él tenían un culo decrépito. Con eso quedábamos dos, Diane y yo. Diane era rubia, tenía los ojos azules y era preciosa.
  • Venga hijo, la rubia o la morena, decídete ya.
  • Me gustan las dos.- dijo él.- Esta.- dijo señalando a Diane.- Tiene cara de ser complaciente en la cama, y esta otra.- Hablaba de mi.- Tiene que ser peleona, mira sus ojos.- Es cierto, estaba cabreada.- Me encantaría someterla. ¿Qué dices tu, padre?- El padre se acercó y nos examinó mas de cerca, a Diane le dedicó una mueca pero yo le gusté mas.
  • Hijo, si no te quedas tu a esta me la quedo yo. Es espléndida.- Tenía ganas de llorar, me sentía tan humillada.- ¿Dónde has estado estos años, ricura?- me preguntó. Yo permanecí callada.- Contesta.- me ordenó.
  • Escondiéndome de usted, señor.- dije desafiante. Él se quedó un momento estupefacto pero luego empezó a reír. De repente me agarró del cuello y me estampó contra la pared.- Eres una puta engreída ¿verdad?.- Separó mis piernas con la suya y puso su mano en mi sexo, me dolía, me asfixiaba...- Pues que sepas que voy a follarte y veremos que haces con toda esa soberbia.
  • Padre, la quiero yo.
  • Quédate con la otra, esta es mía.
  • La otra se ha meado, no la quiero.- Al final me soltó y caí al suelo mientras recuperaba el aire.
  • Bien, quédatela. Pero haz que sufra.
  • ¿Número? Me preguntó uno de los encargados.
  • 44.- dije antes de que me pegara.
  • Llevadla a que la arreglen.- dijo mi nuevo dueño.- Huele a meado de perro.


Luego los dueños y demás ricos que habían estado viendo el espectáculo se marcharon y a mi me arrastraron hasta otra estancia. Abrieron la puerta y me tiraron dentro como si fuera un saco de patatas. Antes de cerrar gritaron que me prepararan. Ahí había mas mujeres, todas bastante jóvenes aunque había alguna que rondaba los 30, el sitio era casi agradable y las camas se veían cómodas. Era el harén. También había dos chicos muy guapos.

  • Oh cielo.- dijo una de ellas.
  • Es la hija de Miranda.- exclamó otra.
  • Pobrecilla. ¿Estás bien?- Yo asentí con la cabeza.- Supongo que vas a estar una temporada con nosotras.


Pronto me arrancaron de los brazos consoladores de las mujeres, un guardia me hizo caminar hasta unas mujeres que trabajaban también en la casa. Me ordenaron que me bañara, ellas vigilaban e incluso empezaron a frotarme como si no supiera lavarme. Me pusieron cosas raras en el pelo y luego lo peinaron con un utensilio que no había visto nunca pero que sabia que se llamaba peine. Me depilaron el cuerpo con cera, dolía. No dejaron ni un pelo en todo mi cuerpo, luego me embadurnaron con una sustancia blanca, que por mi madre, sabía que era crema. Mis uñas también fueron pulidas y arregladas, las pintaron de color rojo y me ordenaron que no tocara nada ni me moviera. Mientras tanto me secaron el pelo con un instrumento que hacía mucho ruido, estuvo seco en un tiempo realmente corto. Siguieron haciéndole cosas a mi pelo hasta que pasaron ha pintarme la cara. Era extraño todo lo que estaban haciendo, había escuchado hablar de ello pero jamás lo había visto. Cuando terminaron con todo eso me “vistieron” con ropa interior de color negro y que picaba. Me hicieron calzar unos extraños zapatos, que me dolieron nada mas calzarlos e hicieron que perdiera el equilibrio debido a la inclinación de mis pies. Tacones.


Me llevaron de vuelta con las otras mujeres y los dos chicos, me senté en una de las camas en silencio y me puse a pensar en todo lo que me esperaba. No se cuánto rato pasó pero me vinieron a buscar, caminé sin mucha gracia con esos zapatos infernales, subí escaleras y recorrí pasillos hasta que me metieron en una habitación con una enorme cama, me dejaron sola y yo me senté. Tenía miedo, ganas de llorar, pero recordé que mi madre me había dicho que fuera fuerte, me recompuse un poco, pero entonces se abrió la puerta y entró mi dueño.

  • Vaya, no he escogido nada, pero que nada mal.- me dijo con sus ojos puestos en mi.- ¿Cómo te llamas?
  • 44.- respondí.
  • No quiero saber tu número si no tu nombre.
  • Joy.
  • ¿Sabes mi nombre?- asentí con la cabeza.- Dilo.
  • Scott.
  • Sólo estás autorizada a llamarme así dentro del dormitorio y cuando a mi me apetezca, sino tienes que llamarme señor o...


En ese momento la casa hubo una explosión, la casa había explotado y todo eran gritos. Me asusté al igual que el imbécil de Scott, se oyeron disparos y la puerta de la habitación se abrió, entraron dos tipos armados, le metieron un tiro en la cabeza a él y uno me apuntó a mi pero el otro hizo que bajara el arma:

  • ¿Eres una esclava?- yo asentí con la cabeza. Había mucho ruido a fuera.- Dame tu brazo.
  • No hay tiempo, dijo el otro.
  • La matarán si la dejamos aquí.
  • Nuestro objetivo es matar cuánto podamos de ellos, no estamos en una misión de rescate.
  • Cállate.- le dijo a su compañero.- Venga dame tu brazo que no tengo todo el día.- Se lo alargué, el sacó un cuchillo muy extraño y me hizo un corte, comprendí que buscaba mi dispositivo.
  • ¡No, explotaré!- chillé asustada e intenté retirar mi brazo, él lo tenía bien sujeto.
  • Se desactivarlo así que si dejas de moverte no vas a explotar.- Dejé de moverme, él sacó algunos instrumentos y empezó a hurgar en mi herida, dolía pero no me quejé, después de un minuto, puede que dos, me tiró un spray que congeló mi brazo y entonces sacó una pequeña cápsula de mi cuerpo.- Venga muévete, tenemos 1 minuto antes de que eso explote.


Me agarró del brazo que no tenía congelado y tiró de mi para que empezara a correr, reaccioné y me saqué esos zapatos infernales antes de empezar a correr, fuera de esa habitación todo era un caos, humo y escombro. Les seguía a ellos que corrían muy deprisa, yo les seguía el ritmo, detrás de nosotros se escuchó otra explosión, creo que fue mi dispositivo.

No se como salimos de la casa y ellos me hicieron subir en la parte de atrás de una furgoneta. Allí había mas personas que me miraron sorprendidos, alguien arrancó y nos fuimos de allí. Mi brazo que ya no estaba congelado empezó a sangrar pero poco me importaba, como tampoco me importaba estar casi desnuda delante de todos esos hombres, sólo había una mujer. Alguien me hizo un torniquete y me puso una chaqueta encima. Mientras nos alejábamos escuchamos mas explosiones, todas seguidas.

  • ¡Mi madre!- exclamé. Me envaré y busqué un sitio por donde poder salir de esa furgoneta en marcha.
  • Ahora no puedes hacer nada.- dijo el tipo que me había sacado el dispositivo, me sujetó y me obligó a sentarme.
  • No debíamos traer a nadie esta vez.- dijo uno de los hombres.
  • Estaba con el hijo, la hubieran matado.
  • ¡Eso hubiera sido una pena!- exclamó otro mirando mis piernas. La mujer le dio un golpe.
  • ¿Cómo te llamas?- me preguntó la mujer.
  • 44.- respondí automáticamente. Hubo algunas risas. -¿Qué coño ha sido todo esto?- pregunté frenando las risas.
  • Te hemos sacado de allí con vida, deberías estar agradecida.- dijo el que me había sacado el dispositivo.
  • No te he pedido nada, así que tampoco voy a darte las gracias.
  • ¿Querías quedarte?
  • No.- la mujer volvió a hablar.
  • Yo soy Suzanne, estos son Teddy, Tod, Wallace, Henry y ya conoces a Sly. El que conduce es Robin y el otro Charlie. Somos fugitivos que luchamos contra esta subyugación. En otras palabras, la resistencia de Idaho.
  • ¿La resistencia de Idaho? ¿Hay mas?
  • Claro que si. Hay en todas partes pero es difícil actuar. Cuando seamos mas fuertes vamos a acabar con esos cabrones.
  • ¿Dónde vamos?
  • Al norte.


Eso fue lo último que pregunté en toda la noche, estaba preocupada por mi madre y me sentía cansada, tenía frío. Las personas que iban en la furgoneta se fueron quedando dormidas, tanto silencio me hacía sentir inquieta. En algún momento yo también me quedé dormida.

Me despertaron y ya era de día, el paisaje había cambiado, la ciudad había quedado atrás y estábamos en una zona con muchos árboles.

  • ¿Dónde estamos?- pregunté.
  • Cerca de Lewinston.- contestó el que se llamaba Tod.
  • Vamos a cambiar de vehículo.- Dijo Suzanne.- Así que bajate.- Sly me ayudó a bajar de la furgoneta.
  • Estás helada.- me dijo ¡Como si no lo supiera!
  • Es que no llevo mucha ropa.
  • Sly deja de ligar y ven a hacerle un puente a esto.- le chilló Wallace.


Suzanne abrió la puerta de un coche y me dijo que entrara. El coche era lujoso, como los que utilizaban los ricos. Un momento después el coche estaba lleno, Sly iba delante, a su lado conduciendo estaba Henry. Wallace y Suzanne estaban atrás conmigo. Los demás nos seguían en otro coche.

  • Llegaremos en unas horas.- Me informó Suzanne.
  • ¿Por qué en ese campo?- pregunté.
  • Nos enteramos de lo que les gusta hacer con vosotras las jovencitas guapas.- respondió Henry.
  • ¿No lo hacen en todos?
  • En muchos, sí. Pero es el campo mas cercano a nuestro refugio, además de uno de los peores que existen, hay violaciones en todos, pero lo del harén...no lo había escuchado jamás.
  • ¿No hay mas campos en Boise?
  • Dos mas. Pero en el resto de Idaho no son abundantes, la mayoría de ricos prefieren sitios mas concurridos.
  • Entonces ¿por qué vamos tan lejos?
  • Seguridad.


No hubo mucha mas conversación durante las horas siguientes, Wallace y Suzanne se adormilaron y se ve que ni Henry ni Sly sentían la necesidad de hablar el uno con el otro, menos conmigo. Me volví a quedar dormida pasado un buen rato y ellos me despertaron cuando ya habíamos llegado.

  • Oye, despierta.- Alguien me despertó con muy poco tacto.
  • No me sacudas.- refunfuñé.
  • 44, despierta si no quieres quedarte aquí congelada.- al oír mi número abrí los ojos de repente. Vi que el que me estaba sacudiendo era Sly.
  • ¿Qué es este sitio?- pregunté al ver que nos encontrábamos en un sitio cerrado.
  • El sitio en donde vivimos, estamos en el Kaniksu National Forest, esto antes era un refugio de montaña, estamos en el garaje, si vienes te enseñaré el resto.
  • ¿No es peligroso estar aquí?
  • No hemos visto a ningún rico por aquí des de hace años.
  • ¿Cuanto tiempo llevas viviendo aquí?
  • Toda mi vida, he nacido aquí.
  • ¿Cómo puede ser? ¿No has estado en un campo?
  • No, mis padres escaparon de la caza y vivieron un tiempo escondidos, en los bosques, hasta que les encontró Sean y los trajo aquí con los demás.
  • ¿Cómo sabéis quitar los explosivos?
  • Oye, hace frío y tengo hambre ¿por qué no vamos dentro? Habrá ropa para ti y también un plato caliente.


Ante su lógica tuve que seguirle. Me advirtió que antes de entrar en “casa” teníamos que salir del garaje y que pasaría frío. Frío no, me congelé, pero al entrar en el refugio entré en calor rápidamente ya que nada as entrar había un enorme fuego. Él me miró de arriba a bajo y me dijo.

  • Vamos a buscarte algo de ropa y luego comeremos algo.- me condujo arriba por unas angostas escaleras.- Este es el baño de mujeres.- me dijo señalando una puerta.- El de hombres.- la puerta de enfrente.- Y esto son habitaciones.- Esta es la mía.- Entramos a la puerta del final del pasillo.
  • ¿Tu duermes aquí solo?- le pregunté contemplando la estancia, no era muy grande pero des de luego no era pequeña, había una cama grande en el medio, una chimenea en la pared derecha, un armario y una mesa llena de cosas.
  • La mayor parte del tiempo.- Abrió el armario y sacó algo de ropa.- Ten esto te servirá de momento. Puedes ir a ducharte si quieres.


Yo asentí con la cabeza y fui a lo que él había señalado como baño de mujeres. El baño era muy parecido al que teníamos en el campo pero mucho menos austero. Había varios lavabos y un espejo muy grande que los abarcaba todos, unos cuantos cubículos con retretes y una zona con cinco duchas individuales. Me quité la poca roba que llevaba y me metí en la primera ducha, allí había jabón y me alegré enormemente. Mis pies estaban realmente asquerosos a causa de levar descalza tantas horas, fue lo primero que limpié, luego enjaboné mi cuerpo y por último mi cabello. Cuando terminé me envolví en una toalla que me había dejado Sly, me sequé y me vestí con la ropa que me iba grande. Volví a la habitación, la puerta estaba abierta pero no había nadie, lo único que había era una nota sobre la cama pero no sabía decía, yo no sabía leer. Al nacer cautiva intentaban que no pensáramos por nosotros mismos. Como no sabía que hacer, ya que no sabía leer, me senté en la cama y esperé. Después de un rato esperando Sly volvió.

  • ¿Qué haces aquí? ¿No has visto mi nota?
  • La he visto.- respondí.
  • ¿Entonces porqué no has bajado?
  • No se leer, no sabía que decía en la nota.
  • Ah...- el se quedó pasmado.- Lo siento, no lo sabía.
  • No te disculpes, no es culpa tuya.
  • ¿Has nacido en ese campo, verdad?- Asentí con la cabeza.- ¿Tus padres siguen vivos?
  • Mi madre, sí. Bueno eso si no la han matado después de vuestra entrada.
  • Si eso es así lo siento, pero era necesario.
  • ¿Por qué?
  • Necesitábamos saber una cosa. No te lo puedo contar ahora.- Añadió antes de que le volviera a preguntar.
  • Como quieras.
  • ¿No protestas?
  • No tengo costumbre de hacerlo. En el campo se nos castiga si lo hacemos.
  • No puedo ni imaginarme por lo que has pasado.
  • Bueno, me habéis salvado de tener que pasar por algo mas.
  • Ese...bueno ¿te había tocado ya?
  • No, soy...bueno era.- rectifiqué.- Su regalo de cumpleaños. Su primera esclava sexual reconocida.
  • Es asqueroso que hagan eso, cruel y miserable. Seguro que ni siquiera tienes 18 años ¿Me equivoco?
  • Tengo 17, soy mayor que otras chicas...al fin y al cabo no he tenido tan mala suerte. A mi madre la escogieron con 13 años. A los 14 se quedó embarazada de mi y como ya no servía la mandó de nuevo al campo donde los guardias son casi tan malos que los amos.
  • ¿Eres hija de Gregory Stuart?- Genéticamente si lo era.
  • Como tantos otros. Eso en el campo no importa, para ellos solo somos escoria.
  • Es increíble...- Mi estómago rugió en ese momento.- Tienes hambre, ven conmigo.


Me llevó al piso inferior, me enseñó el comedor en que normalmente comían reunidos, en ese momento no había nadie. En la sala contigua estaba la cocina que era bastante grande.

  • Hay sopa ¿te gusta la sopa?
  • La sopa está bien. Me gusta.
  • La calentaré un poco. Lo siento, no queda carne, pero puedo prepararte un sandwich.
  • ¿Qué es un sandwich?- pregunté automáticamente.
  • ¿Nunca...?- negó con la cabeza.- Siéntate, te voy a preparar tu primer sandwich de mantequilla de cacahuete.


Mientras tomaba un plato de sopa él me preparó un “sandwich”, me lo puso en un plato, en realidad no tenía muy buena pinta pero después de tomar el primer mordisco no pude parar hasta terminarlo. Muy rápido, debo añadir.

  • Bueno ¿verdad?
  • Mucho, esto es lo mas bueno que he comido nunca.
  • Deberías probar las hamburguesas. Oye ¿cómo te llamas? No quiero llamarte 44.
  • Me llamo Joy, pero prefiero 44.
  • ¿Por qué?
  • Solo mi madre me llama Joy.
  • Como prefieras entonces.- Limpió los platos y luego volvimos al piso de arriba.- No hay ningún cuarto disponible ahora, mañana intentaremos hacerte sitio en el cuarto de las chicas, pero hoy vas a dormir aquí.
  • No pasa nada, puedo dormir en el suelo, dormirás en la cama.
  • ¿Y tu? Es tu cama.
  • Iré a dormir con Henry.
  • Deacuerdo.
  • Buenas noches.- Dijo cuando ya estaba saliendo por la puerta.
  • Oye.- se volvió.- Gracias por sacarme de allí.


El solo hizo un gesto con la cabeza, como si sacar personas de los campos fuese algo que hiciera todos los días, y se fue. Me metí en la cama. Estaba cansada aún habiendo dormido casi todo el viaje. Me dormí al instante.


1 comentario:

Unknown dijo...

me quede prendada al instante
ajajaja
esta genial y muy interesante
la verdad si hay muchos caso de violencia y cada vez son mas comunes y es horrible pensar a lo que estamos llegando :(